Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

A los cincuenta…

A los cincuenta he aprendido;

A amar a Dios,
a perdonar y a olvidar,
a escoger mis batallas y a no comprar pleito ajeno,
a pagar mis deudas y a no gastar más de lo que tengo.

A no juzgar a los demás, ni dejar que sus críticas me molesten,
a construir en lugar de destruir,
a escuchar más, hablar menos y tener paciencia,
a no pedir algo que yo no daría o haría 
y a comprender primero antes que buscar ser comprendido.

A ser puntual y respetar el tiempo de los demás,
que el amor a veces duele y lastima, pero que siempre vale la pena,
a confiar en el ser humano,
a orar y confiar en Dios.

A levantarme y a empezar de nuevo con optimismo.
a reír más y enojarme menos,
a llorar sin sentir vergüenza,
a decir lo que pienso, a hacer lo que digo y a ser congruente.

Hoy a mis cincuenta he aprendido;

Que las mejores cosas de la vida son gratis o no tienen precio,
a estar solo y a conocerme cada día más,
a que el amor y el sexo no es lo mismo,
a ser feliz con lo que tengo.

A encontrar la belleza en donde otros no la ven,
a disfrutar de un buen vino, una comida sencilla y una buena compañía,
a disfrutar más a mi familia,
a amar a la distancia.

A sentir y a disfrutar las cosas simples,
a cuidar de mi mismo y a los demás,
a no culpar a otros por lo que me pasa y a ser responsable de mis acciones.
a amar a mi prójimo.

A esperar lo inesperado,
que la felicidad es el camino y no es la meta,
a no dejar de ser curioso y a maravillarme cada día,
a agradecer a Dios todos los días por la maravilla de la vida y el universo.

Hoy a mis cincuenta he aprendido;

A crecer en donde estoy plantado,
el enorme valor de la tolerancia,
que cualquiera puede enseñarme algo y que puedo aprender de cualquiera,
a decir no y pensar primero en los demás,

A no amar más, sino mejor,
a dar sin recibir y a ser en vez de tener,
a mantenerme joven y a dejar salir al niño que hay en mí,
a no tomarme en serio y darle a cada uno su lugar.

A predicar con el ejemplo
a desear poco y lo poco que deseo desearlo poco,
a cumplir mis sueños y a que hay sueños que no se cumplen,
que siempre queda algo por lograr.

Que es mejor caminar que correr, andar que parar,
a respetar, admirar, gozar y disfrutar de cada día,
a ser duro… a veces y sensible siempre,
a trabajar duro y disfrutar del descanso… sin remordimientos.

Hoy a mis cincuenta he aprendido;

A vivir con abundancia y a vivir sin ella,
a aprender de otros y de mis propias experiencias,
a no pelear batallas perdidas y a reconocerlas,
a planear y a improvisar.

Que no importa lo que hagas,
cuando alquien se quiere ir...
...se va

A no desperdiciar y ser cuidadoso del bien ajeno,
que valiente no es el que no siente miedo,
sino que el que actúa a pesar de sentirlo,
a decir gracias, por favor y perdóname, las tres palabras mágicas.

Que todos somos iguales y hermanos, aunque ellos no lo sepan,
a quejarme menos y a aplicarme más,
que la suerte no existe, sino que uno la fabrica diariamente,
que la belleza agrada, el ingenio entretiene, la sensibilidad apasiona, 
pero solo la bondad retiene y une.

Y lo más importante, a vivir… y amar.

Te pareces a ella…

Disculpa si me encuentras diferente, es que tengo algo que contarte, ella ya no está, la secuestraron y la mató la distancia. Soy culpable de no poder estar ahí para ayudarla, esta vez no pude hacerlo.

Aunque vivíamos en lugares diferentes, nuestro corazón estaba unido y latía al mismo ritmo. Yo contaba con ella y ella conmigo. Reíamos y confiábamos uno en el otro, nunca nos mentimos y buscábamos sentirnos cerca, nos sentíamos únicos e inmortales. Éramos felices aun sin vernos, sabíamos que el otro estaba ahí, siempre hablamos con la verdad y sin dobleces, disfrutábamos aun cuando reñíamos, creíamos que estaríamos siempre juntos.

Pero entonces la secuestró el tiempo y la distancia, nunca se pidió rescate porque antes murió de miedo, no pude hacer nada por evitarlo.

Disculpa si estoy distraído, es solo que te pareces a ella y abres la puerta del recuerdo, la nostalgia…