Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Sobre los hijos

Tus hijos no son tus hijos,
son hijos e hijas de la vida,
deseosa de sí misma.

No vienen de tí, si no a través de tí.

Y aunque estén contigo,
no te pertenecen.

Puedes darles tu amor
pero no tus pensamientos, pues
ellos tiene sus propios pensamientos.


Puedes abrigar sus cuerpos
pero no sus almas, porque ellas
viven en la casa del mañana,
que no puedes visitar,
ni siquiera en sueños.

Puedes esforzarte en ser como ellos

pero no procures hacerlos semejantes a tí.
Porque la vida no retrocede
ni se detiene en el ayer.

Tú eres el arco del cual tus hijos,
como flechas vivas son lanzados.
Deja que la inclinación,
en tu mano de arquero,
¡sea para la felicidad!

Amarte...

Amarte los pies, amarte los pasos, amarte los caminos que haces al pisar mis sueños de ocaso. Amarte cada palabra que se silencia a tu paso.

Amarte las noches que he de amarte aquí conmigo, tomando con las manos ese rostro divino para besarte y decirte que te amo... antes de amarte.

Amar tus sueños de noche, tus despertares de día, tus tristezas y tus alegrías. Amarte con todo lo que implica amarte desde acá; amándote.

Amarte los rincones, los resquicios, los momentos más privados. Amarte la sombra a falta de tu cuerpo para amarte.

Amarte cada noche que te amo sin tenerte, amarte cada día que paso sin amarte, sin amar tu cuerpo que sabe a distancia y a cercanía. Amarte.

Amar cada parte de ti, cada fragmento, cada retal, cada cenit y cada menguante. Amarte, mujer, porque no hay más que hacer que amarte.

Amar tus sonrisas y tus seriedades, amar tu espíritu de niña y tu cuerpo de mujer que me enloquece y me despierta manías. Amarte toda.

Amar cada segundo que paso lejos de tu mundo, amar cada instante que te amo entre soledades. Amarte como si estuvieras conmigo. Amarte.

Amar mis sueños de ti y mis realidades, amar los deseos de desearte y poder desnudarte. Amarte el cuerpo, mujer, como te amo con la mente.


La Rosa y El Caballero

EL CUIDADO DE SU ROSA

-Su rosa necesita que le hable con amor a primera hora de la mañana, despertándola con mucho cariño y es importante que la riegues a diario con tiernas melodías que embellecerán sus pétalos.

-Acariciarla continuamente y mientras lo hace, susúrrele que es la rosa más bella de universo y cuánto la ama. Es necesario hacerla sentir especial y contenida, sorprenderla y mantenerla interesada.

-Si va a ausentase por un largo rato, tranquilícela diciéndole que regresará para tenerla en sus cálidos brazos, a su rosa le gusta y siente segura en ellos.

-Recuerde que las rosas son del género "femenino" y habrán días en que es posible que le confunda, pero eso no es nada comparado con lo que ella misma se confunde.

-Con la rosa, por muy enojado que esté, no puede ser sarcástico, ni mucho menos gritarle porque es muy sentimental; eso la ofenderá y llorará desconsoladamente.

-Si su rosa, se encierra en sí misma y no le habla, NO le haga caso; siga amándola... Usted bien sabe, que ella está pendiente de lo que le escribe… Y tal vez usted no sepa que por dentro, es posible que esté llorando noche tras noche, preguntándose por qué lo hizo. Recapacitará… Volverá a usted.

- Ámela con ternura, pasión y locura, demuéstrele lo mucho que la desea, porque su rosa es muy apasionada, con un gran deseo sexual y siempre quiere más, y mas todo el tiempo. Y reacciona ante usted, con tan solo verlo ¡o al escuchar su voz! Evocándole un sentimiento romántico, pensamientos de pasión...

-No mire a otras rosas, la suya es posesiva y celosa. ¡Cuidado lo pinchará una y otra vez y otra vez!... Con alevosía y premeditación. Es capaz de cóleras memorables y perdona, pero no olvida, lo mas seguro es que se aleje de usted.

-Recuerde que su rosa, aunque en el exterior parece ser muy diferente, es de naturaleza romántica, por lo que se cree una princesa; invéntele historias y fantasías de amor interesándola y complaciéndola siempre o cada vez que pueda.

-Tenga presente que su rosa no es tan fuerte como aparenta ser... Es débil y usted es el único que lo sabe... le gusta sentirse y saber que está protegida por usted, es muy importante para ella. La verdad es que en el fondo de su corazón es confiada, noble.  Ve las cosas de manera cándida, que es vulnerable a vientos, fríos, nevadas…

-La naturaleza de su rosa, es curiosamente ambigua, aunque le disguste que usted se le imponga, cuando quiera poner a prueba tu firmeza, muéstrate firme. Ella no soporta a un caballero débil e indeciso.

-Hay varias cosas en su rosa…es un poquitín terca, tosca, malcriada, y para colmo se deprime  a  menudo  internándose  en bosque  de  la  melancolía  y  su  el corazón indefenso, el que con tanta frecuencia tropieza y se llena de magulladuras, recuerde que usted la escogió así y no es necesario que la acompañe.

-Usted sabe que tiene una rosa inteligente, pero debe ser mucho más que ella, eso hace que sienta una gran admiración por usted. Para ella, la educación hace a un caballero, es necesario ser gentil, amable y una característica básica e irresistible, si hace reír a su rosa.

-Si su rosa le amenaza de un modo que realmente le exaspera, déle una friccioncita del tratamiento como caballero neandertal, pero recuerde; apenas lo necesario, solo un poquito para mantenerla a límite. Eso si, tenga cuidado porque puede pincharlo.

-Lo que tu rosa siente y lo que piensa no difiere lo mas mínimo de lo que hace y lo que dice.

-Cuando quiera que su rosa haga algo, pídeselo, ni se le ocurra darle órdenes pues con su naturaleza de rebeldía hará todo lo contrario.

-El orgullo aflora desde su raíz hasta sus hermosos pétalos pero es la protección que usa para rescatarse así misma en una crisis y le permite superar el dolor.

-Olvídese de lo asombrosamente lógica que puede ser su rosa; todo eso no tiene nada que ver con el corazón.

-La rosa que eligió es muy caprichosa, hará todo lo posible por llamar tu atención para que la malcríes y le dediques atención exclusiva.

A cambio…
Su lealtad, su confianza, su afecto, su admiración, su respeto y amistad al mismo tiempo… El dueño de una ¡rosa majestuosa!  La más dulce, tierna y femenina que hayas tenido en los brazos… que le ama con todo su corazón, que sabrá acariciarle con la suavidad de sus pétalos, le bañará y seducirá con su perfume… Haciéndole sentir el hombre más feliz y amado del mundo.

Lo más importante es que la rosa al no saber preguntó: - ¿Qué significa domesticar?  Y usted le respondió: “Sólo se conoce lo que uno domestica” y voluntariamente comenzó a domesticarla…

Puesto que es tu rosa.
“Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa...”


AMADA ROSA

 
He leído cuidadosamente su bella misiva en donde deja claro lo que desde hace mucho ya sabía, es usted además de una mujer inteligente, sensible, culta romántica, tierna, caprichosa, celosa, dulce, apasionada, fuerte, frágil, tosca, necia, testaruda, enamorada, amorosa, detallista, intensa, femenina, coqueta, misteriosa y muchas cosas más, que prefiero decirle al oído, también es una linda niña, traviesa, risueña, mimada, consentida y muy malcriada. Así que trataré de seguir un orden en las cosas que me sugiere para mejorar sus cuidados.

Prácticamente hago todo lo que me ha pedido, sin descanso, con devoción y pero sobre todo con mucho amor.

Le seguiré despertando con amoroso cuidado, con música y siempre tendrá en ocasiones mi voz que pretende arrancarle suspiros y acariciar su alma.

Cuando me ausento se lo digo, usted es testigo, cada día estamos más compenetrados.

 
Nunca he sido ni seré sarcástico con usted, mucho menos le gritaré, es un voto de mi amor por usted.

Nunca he dejado de amarla aun cuando se ha alejado de mí, pruebas de mi devoción sobra y usted lo sabe bien, por eso esta conmigo.

Le amo con ternura, pasión, locura y mucho más, busco constante la manera de sorprenderla diariamente, solo que a veces no lo consigo, pero me seguiré esmerando hasta alcanzar la pericia que usted me solicita, soy disciplinado y constante en mi amor por usted.

No tengo ojos no solo para ninguna rosa más, sino para ninguna flor. Y aunque no lo hago, mi flor de cualquier modo me pincha, es su naturaleza y así le amo.

No necesito inventarle historias y fantasías pues somos habitantes de un mundo mágico solo conocido por usted y por mí, un mundo que solo es nuestro y donde no cabe nadie más, excepto por los personajes que en habitan en el bosque encantado.

 
Conozco muy bien la fragilidad de mi rosa, por eso siempre estoy presto a su servicio, no quiero abandonarle nunca, quiero estar con usted toda la vida y más allá de la misma.

Nunca he sido ni débil ni indeciso, solo en ocasiones vulnerable a sus desplantes pues el amor que le tengo me impide ser rudo, pero firme soy y seré cuando se requiera, pongo mi espada en prenda a fe mía.

Le dejaré ir al bosque de la melancolía cuando lo decida, siempre y cuando me avise y no sea por mucho tiempo, aunque estaré cerca y quizás en ocasiones tendré que reñirla para que lo abandone, no es el lugar en donde quiero ver a mi rosa.

Sé que mi rosa es muy inteligente pero también usted sabe que el caballero está a su altura y es digno rival en cuanto a este punto se refiere, aunque no lo reconocerá, le he derrotado en varias ocasiones en este terreno, la inteligencia es uno de los grandes atractivos que usted tiene para su caballero y que lo mantiene cerca, entre muchos otros atractivos que este caballero ve en usted.

Soy el dueño de una rosa majestuosa. Mi rosa ya me hace sentir el hombre más feliz y amado, ahora que la siento más cerca que nunca. Y ella es mi dueña absoluta, ninguno avasalla al otro, cada uno se entrega por amor incondicional, ilimitado e infinito.

Soy responsable para siempre de mi rosa, pero ella también es responsable para siempre de mí, la necesito para seguir viviendo pues vive no solo en mi pecho, sino también en todo mi ser.

Ahora tengo dos peticiones de amor para usted, nunca me deje sin respuesta, ni deje de pedir mis brazos al dormir, por muy mal que se encuentre, los dos sabemos el bien que no hace dormir abrazados.

Sinceramente SUYO para siempre, SU caballero infinitamente enamorado.

Puedo amarte

Puedo amarte como se aman 
los que nunca han de tener con el amor, 
la dicha incalculable de un encuentro.
Puedo amarte en medio de mil voces,
amarte sin reproches y en silencio,
o amarte sin tenerte... desde lejos.

Puedo amarte desde el zumo de mi alma,

con la magia feliz del sentimiento
que se prende a la vida como un verso
o que se va de la vida como un sueño.
Puedo amarte como se aman 

los que saben morir en el intento.

Puedo amarte con las ansias con que aman

los ardientes amantes en vigilia, 

puedo amarte y que lo sepa el universo 
o amarte locamente y a hurtadillas.
Puedo amarte de mil formas complicadas
o amarte de la forma más sencilla.

Puedo amarte con amor y travesuras,

con la luz de los ojos sobre el tiempo,
con la boca perlada color púrpura
y con el suave terciopelo de mis besos.
Puedo amarte sin medir si lo mereces,
puedo amarte a vivas voces o en secreto.

Puedo amarte de la forma que prefieras,

en un instante darte todo con simpleza...
de mil formas y de todas las maneras.
Puedo amarte cada vez que tú lo quieras
o guardar para siempre sobre el pecho,
la inmensa dimensión de mi quimera.

Puedo amarte como nunca y más que nunca, 

con la fuerza en espiral de una marea,
puedo amarte ciegamente como se ama 

con inmensa ilusión por vez primera.
Puedo amarte como nunca o más que nunca, 

con un perfume vegetal de primavera.

Puedo amarte hasta que duelan los sentidos, 

hasta que el corazón apresure sus compases;
puedo amarte aún, despellejando los sonidos.
Amarte sublevando mis extremos misteriosos,
puedo amarte con un ritmo de latidos
que te parezca musical y cadencioso.

Puedo amarte en tus defectos y virtudes

sin juicios, alegatos y sentencias, 

puedo amarte más allá de los aludes 
que pueda generar tu irreverencia.
Puedo amarte más allá de ingratitudes.
Y puedo amarte mucho más... si tú me dejas.

Sobre el Amor (El Profeta)

Entonces dijo Almitra: Háblanos del Amor,
Y él alzó la cabeza y miró a la multitud, y un silenció cayó sobre todos, y con fuerte voz
dijo él:
Cuando el amor os llame, seguidle,
aunque sus caminos sean duros y escarpados.
Y cuando sus alas os envuelvan, ceded a él,
aunque la espada oculta en su plumaje pueda heridos.
Y cuando os hable, creed en él,
aunque su voz pueda desbaratar vuestros sueños como
el viento del norte asola vuestros jardines.
Porque así como el amor os corona, debe crucificaros.
Así como os agranda, también os poda.
Así como se eleva hasta vuestras copas y acaricia
vuestras más frágiles ramas que tiemblan al sol, también
penetrará hasta vuestras raíces y las sacudirá de su arraigo a la tierra.
Como gavillas de trigo, se os lleva.
Os apalea para desnudaros.
Os trilla para libraros de vuestra paja.
Os muele hasta dejaros blancos.
Os amasa hasta que seáis ágiles,
y luego os entrega a su fuego sagrado, y os transforma
en pan sagrado para el festín de Dios.
Todas estas cosas hará el amor por vosotros para que
podáis conocer los secretos de vuestro corazón, y con
este conocimiento os convirtáis en un fragmento del corazón de la Vida.

Pero si en vuestro temor sólo buscáis la paz del amor
y el placer del amor,
Entonces más vale que cubráis vuestra desnudez y
salgáis de la la era del amor,
Para que entréis en el mundo sin estaciones, donde
reiréis, pero no todas vuestras risas, y lloraréis, pero no
todas vuestras lágrimas.

El amor sólo da de sí y nada recibe sino de sí mismo.
El amor no posee, y no quiere ser poseído.
Porque al amor le basta con el amor.

Cuando améis no debéis decir "Dios está en mi corazón",
sino más bien "estoy en el corazón de Dios".
Y no penséis que podéis dirigir el curso del amor,
porque el amor, si os halla dignos, dirigirá él vuestros
corazones.
El amor no tiene más deseo que el de alcanzar su
plenitud.
Pero si amáis y habéis de tener deseos, que sean estos:
De diluiros en el amor y ser como un arroyo que
canta su melodía a la noche.
De conocer el dolor de sentir demasiada ternura.
De ser herido por la comprensión que se tiene del amor.
De sangrar de buena gana y alegremente.
De despertarse al alba con un corazón alado y dar
gracias por otra jornada de amor;
De descansar al mediodía y meditar sobre el éxtasis
del amor;
De volver a casa al crepúsculo con gratitud,
Y luego dormirse con una plegaria en el corazón para
el bien amado, y con un canto de alabanza en los labios.

En esta noche lluviosa

En esta noche lluviosa, el amor flota en el ambiente y una suave calma me envuelve, me abraza, me protege.
En esta noche lluviosa, mi corazón late apresuradamente, emocionado, lleno, plácido.
En esta noche lluviosa, todo es más claro, transparente y aun cuando la luna comienza a crecer y no da luz suficiente, las lágrimas que envolvían mi corazón, se convirtieron en lluvia, que me llena de optimismo.
Porque en esta noche lluviosa confirmo, que he aprendido a amar.

La Boca

Boca que arrastra mi boca:
boca que me has arrastrado:
boca que vienes de lejos
a iluminarme de rayos.

Alba que das a mis noches
un resplandor rojo y blanco.
Boca poblada de bocas:
pájaro lleno de pájaros.
 

Canción que vuelve las alas
hacia arriba y hacia abajo.
Muerte reducida a besos,
a sed de morir despacio,
das a la grama sangrante
dos fúlgidos aletazos.
 

El labio de arriba el cielo
y la tierra el otro labio.

Beso que rueda en la sombra:
beso que viene rodando
desde el primer cementerio
hasta los últimos astros.
 

Astro que tiene tu boca
enmudecido y cerrado
hasta que un roce celeste
hace que vibren sus párpados.

Beso que va a un porvenir
de muchachas y muchachos,
que no dejarán desiertos
ni las calles ni los campos.

¡Cuánta boca enterrada,
sin boca, desenterramos!

Beso en tu boca por ellos,
brindo en tu boca por tantos
que cayeron sobre el vino
de los amorosos vasos.
 

Hoy son recuerdos, recuerdos,
besos distantes y amargos.

Hundo en tu boca mi vida,
oigo rumores de espacios,
y el infinito parece
que sobre mí se ha volcado.

He de volverte a besar,
he de volver, hundo, caigo,
mientras descienden los siglos
hacia los hondos barrancos
como una febril nevada
de besos y enamorados.

Boca que desenterraste
el amanecer más claro
con tu lengua. Tres palabras,
tres fuegos has heredado:
vida, muerte, amor. Ahí quedan
escritos sobre tus labios.

Poema XIX

Niña morena y ágil, el sol que hace las frutas,
el que cuaja los trigos, el que tuerce las algas,
hizo tu cuerpo alegre, tus luminosos ojos
y tu boca que tiene la sonrisa del agua.

Un sol negro y ansioso se te arrolla en las hebras
de la negra melena, cuando estiras los brazos.
Tú juegas con el sol como con un estero
y él te deja en los ojos dos oscuros remansos.

Niña morena y ágil, nada hacia ti me acerca.
Todo de ti me aleja, como del mediodía.
Eres la delirante juventud de la abeja,
la embriaguez de la ola, la fuerza de la espiga.

Mi corazón sombrío te busca, sin embargo,
y amo tu cuerpo alegre, tu voz suelta y delgada.
Mariposa morena dulce y definitiva,
como el trigal y el sol, la amapola y el agua.

Si tu me olvidas

Si tú me olvidas
quiero que sepas una cosa.

Tú sabes cómo es esto:
si miro
la luna de cristal, la rama roja
del lento otoño en mi ventana,

si toco
junto al fuego
la impalpable ceniza
o el arrugado cuerpo de la leña,
todo me lleva a ti,
como si todo lo que existe,
aromas, luz, metales,
fueran pequeños barcos que navegan
hacia las islas tuyas que me aguardan.
 
 Ahora bien,
si poco a poco dejas de quererme
dejaré de quererte poco a poco.
 
 Si de pronto
me olvidas
no me busques,
que ya te habré olvidado.
 
 Si consideras largo y loco
el viento de banderas
que pasa por mi vida
y te decides
a dejarme a la orilla
del corazón en que tengo raíces,

piensa
que en ese día,
a esa hora
levantaré los brazos
y saldrán mis raíces
a buscar otra tierra. 
 
Pero
si cada día,
cada hora
sientes que a mí estás destinada
con dulzura implacable.

Si cada día sube

una flor a tus labios a buscarme,
ay amor mío, ay mía,
en mí todo ese fuego se repite,
en mí nada se apaga ni se olvida,
mi amor se nutre de tu amor, amada,
y mientras vivas estará en tus brazos
sin salir de los míos.

Soñando contigo...

Soñando contigo cubriendo el infinito cielo con nubes de algodón y la bruma del mar, besada en sueños y sin hacer ruido, para no despertar. Si la Luz del amor ha penetrado en ese corazón, sabe que también hay amor en mi corazón.

…Era el canto de la princesa que cada noche repetía con la ilusión que él alguna vez lo escucharía

A Gloria

No intentes convencerme de torpeza
con los delirios de tu mente loca:
mi razón es al par luz y firmeza,
firmeza y luz como el cristal de roca.

Semejante al nocturno peregrino,

mi esperanza inmortal no mira el suelo;
no viendo más que sombra en el camino,
sólo contempla el esplendor del cielo.

Vanas son las imágenes que entraña

tu espíritu infantil, santuario oscuro.
Tu numen, como el oro en la montaña,
es virginal y, por lo mismo, impuro.

A través de este vórtice que crispa,

y ávido de brillar, vuelo o me arrastro,
oruga enamorada de una chispa
o águila seducida por un astro.

Inútil es que con tenaz murmullo

exageres el lance en que me enredo:
yo soy altivo, y el que alienta orgullo
lleva un broquel impenetrable al miedo.

Fiando en el instinto que me empuja,

desprecio los peligros que señalas.
«El ave canta aunque la rama cruja,
como que sabe lo que son sus alas».

Erguido bajo el golpe en la porfía,

me siento superior a la victoria.
Tengo fe en mí; la adversidad podría,
quitarme el triunfo, pero no la gloria.

¡Deja que me persigan los abyectos!

¡Quiero atraer la envidia aunque me abrume!
La flor en que se posan los insectos
es rica de matiz y de perfume.

El mal es el teatro en cuyo foro

la virtud, esa trágica, descuella;
es la sibila de palabra de oro,
la sombra que hace resaltar la estrella.

¡Alumbrar es arder! ¡Estro encendido

será el fuego voraz que me consuma!
La perla brota del molusco herido
y Venus nace de la amarga espuma.

Los claros timbres de que estoy ufano

han de salir de la calumnia ilesos.
Hay plumajes que cruzan el pantano
y no se manchan... ¡Mi plumaje es de esos!

¡Fuerza es que sufra mi pasión! La palma

crece en la orilla que el oleaje azota.
El mérito es el náufrago del alma:
vivo, se hunde; pero muerto, ¡flota!

¡Depón el ceño y que tu voz me arrulle!

¡Consuela el corazón del que te ama!
Dios dijo al agua del torrente: ¡bulle!;
y al lirio de la margen: ¡embalsama!

¡Confórmate, mujer! Hemos venido

a este valle de lágrimas que abate,
tú, como la paloma, para el nido,
y yo, como el león, para el combate.

SONETO IX

Señora mía, si yo de vos ausente
en esta vida turo y no me muero,
paréceme que ofendo a lo que os quiero,
y al bien de que gozaba en ser presente;

tras éste luego siento otro accidente,
que es ver que si de vida desespero,
yo pierdo cuanto bien bien de vos espero;
y ansí ando en lo que siento diferente.

En esta diferencia mis sentidos
están, en vuestra ausencia y en porfía,
no sé ya que hacerme en tal tamaño.

Nunca entre sí los veo sino reñidos;
de tal arte pelean noche y día,
que sólo se conciertan en mi daño.

SONETO XVIII

Si a vuestra voluntad yo soy de cera,
y por sol tengo sólo vuestra vista,
la cual a quien no inflama o no conquista
con su mirar, es de sentido fuera;

¿de do viene una cosa, que, si fuera
menos veces de mí probada y vista,
según parece que a razón resista,
a mi sentido mismo no creyera?

Y es que yo soy de lejos inflamado
de vuestra ardiente vista y encendido
tanto, que en vida me sostengo apenas;

mas si de cerca soy acometido
de vuestros ojos, luego siento helado
cuajárseme la sangre por las venas.

Pues todavía queréis ir mis suspiros

Pues todavía queréis ir mis suspiros
do siempre soléis ser tan mal tratados,
trabajad de llegar disimulados,
quizá con tal ardid querrán oíros.

Sabe Amor si quisiera hora seguiros

para ver si osaréis ser tan osados;
mas, ¿para qué?, si van dos mil cuidados
míos allá, tras vos, para serviros.

Si os llegáis, al llegar, con la osadía

que hora partís de mí, decilde manso:
"Señora, piedad, ¿por qué tan fiera?"

Mas si, como he temor, de sí os desvía,

básteos darle a entender con un descanso
cómo el verme sin él hace que muera.

Por vos ardí, señora y por vos ardo

Por vos ardí, señora, y por vos ardo,
y arder por vos mientras viviere espero,
o contraste el deseo el hado fiero,
o sea favorable al bien que aguardo.

Tan a lo vivo a penetrado el dardo

de Amor, que cuando menos bien os quiero,
por vos deseo morir, y por vos muero,
y por vos sola de morir me guardo.

Vos el primer ardor fuisteis al alma,

vos último seréis en la última hora;
y creed a mi fe lo que os promete.

Bien podrá de mi muerte haber la palma,

más después se verá, cual es ahora,
pasar el fuego mío de allá de Lete.

De error en error, de daño en daño

De error en error, de daño en daño,
de una desdicha en otra desventura,
de un desvío en otra gran locura,
de un viejo engaño en otro viejo engaño,

de un grave mal en otro mal extraño,

de una necesidad a otra yactura,
me ha traído el Amor y mi ventura
a que huya mi propio desengaño.

Conozco que me ofende el pensamiento,

y sólo de pensar me pasmo y vivo;
en él hallo el descanso y el tormento.

¡Oh nuevo padecer extraño, esquivo,

que nacen de una causa el mal que siento
y el bien que me hace ir soberbio, altivo!

Cuando a escribir de vos el alma mía

Cuando a escribir de vos el alma mía
se mueve, tanto que alabar se ofrece
que el ingenio y el arte desfallece
y sólo el desear queda por guía.

Este deseo la tira y la desvía

de cuanto acá hermoso nos parece,
y en la eterna beldad do resplandece
la que vemos acá, mira y porfía.

De aquí nace otro efecto: que mirando

vuestra beldad en la beldad del cielo,
entre las otras puesta en alta cima,

se inflama de otro ardor que sentía cuando

acá os miraba, y de un más limpio celo.
¡Qué el bien más conocido más se estima!

Como está el alma a nuestra carne unida

Como está el alma a nuestra carne unida,
en los miembros las partes igualmente,
y como cada miembro el alma siente
entera en sí y en todos repartida,

y como si una parte es dividida
del cuerpo por algún inconveniente,
el alma queda entera y tan potente
cual siempre, sin que pueda ser partida,

así el amor en mí no se acrecienta
por más favor, ni cuanto más padece
el triste corazón muda el estado.

Muéstrase amor en mí como tormenta
de mar, que cuando más con furia crece,
su término, no pasa limitado.

Amor m'impenna l'ale, e tanto in alto

Amor mueve mis alas, y tan alto
las lleva el amoroso pensamiento,
que de hora en hora así subiendo siento
quedar mi padescer más corto y falto.

Temo tal vez mientra mi vuelo exalto,
mas llega luego a mí el conoscimiento
y pruébase que es poco en tal tormento
por inmortal honor un mortal salto.

Que si otro puso al mar perpetuo nombre
do el soberbio valor le dio la muerte,
presumiendo de sí más que podía,

de mí dirán: "Aquí fue muerto un hombre
que si al cielo llegar negó su suerte,
la vida le faltó, no la osadía".

Te amo


Te amo porque sé que no hay mejor lugar que tenerte abrazada a mi pecho. Te amo porque no hay mejor lugar que teniéndote en el corazón. 

Te amo a pesar de tus virtudes y a causa de tus defectos. Te amo por ser casi perfecta, por hacerme querer acercarme a tu perfección.

Y te amo, a pesar de la distancia, a través del tiempo, a raíz de lo que tu sueño le trae a mi sueño.

Eres

Eres luz de mi vida, mi destino y mi camino, mi amor, mi inspiración y mi ilusión. Eres lo que busco y lo que encuentro. Eres mi amor. 

Eres vida, dulzura, fuerza, ternura; eres flor y roca, valor e inseguridad. Eres nido, mar, sueños de sal. Eres amor de verdad.

Como cuando...

Como cuando te encontré y supe que te amaría.
Como cuando te encontré y supe que sería de ti hasta el fin de la vida.
Como cuando te encontré y supe que nada más importaba que tenerte en mi vida.
Como cuando te encontré y supe que eras tú, la que había esperado tantas vidas.
Como cuando te encontré y supe que no había que buscar más otra mujer.
Como cuando te encontré, entre espuma y sal, entre flores y olores de clavel; como cuando te encontré y me quise quedar.

Llegará un día

Llegará un día en donde
cansado de buscarte,
cierre mis ojos para siempre,
todos pensarán que he muerto,
yo sabré que estoy dormido
en ese estado podré llegar a ti,
para por fin estar juntos
y permanecer así…
infinitamente.

Bien venida alegría, bienvenido pesar


Bien  venida alegría, bien venido pesar,
la hierba del Leteo y de Hermes la pluma:
vengan hoy y mañana,
que los quiero lo mismo.

Me gusta ver semblantes tristes en tiempo claro
y alguna alegre risa oír entre los truenos;
bello y feo me gustan:
dulces prados, con llamas ocultas en su verde,
y un reírse zumbón ante una maravilla;
ante una pantomima, un rostro grave;
doblar a muerto y alegre repique;
el juego de algún niño con una calavera;
mañana pura y barco naufragado;
las sombras de la noche besando a madreselvas;
sierpes silbando entre encarnadas rosas;

Cleopatra con regios atavíos
y el áspid en el seno;
la música de danza y la música triste,
juntas las dos, prudente y loca;
musas resplandecientes, musas pálidas;
el sombrío Saturno y el saludable Momo:
risa y suspiro y nueva risa...

¡Oh, qué dulzura, el sufrimiento!
Musas resplandecientes, musas pálidas,
de vuestro rostro alzad el velo,
que pueda veros y que escriba
sobre el día y la noche
a un tiempo; que se apague
mi sed de dulces penas;
ramas de tejo sean mi refugio,
entrelazadas con el mirto nuevo,
y pinos y limeros florecidos,
y mi lecho la hierba de una fosa.

La caída de Hiperión (Sueño)

Tienen los locos sueños donde traman
elíseos de una secta. Y el salvaje
vislumbra desde el sueño más profundo
lo celestial. Es lástima que no hayan
transcrito en una hoja o en vitela
las sombras de esa lengua melodiosa
y sin laurel transcurran, sueñen, mueran.
 

Pues sólo la Poesía dice el sueño,
con hermosas palabras salvar puede
a la Imaginación del negro encanto
y el mudo sortilegio. ¿Quién que vive
dirá: "no eres poeta si no escribes
tus sueños"? Pues todo aquel que tenga alma
tendrá también visiones y hablará
de ellas si en su lengua es bien criado.
 

Si el sueño que propongo lo es de un loco
o un poeta tan sólo se sabrá
cuando mi mano repose en la tumba.

Soñé que en un lugar estaba donde
palmera, haya, mirto, sicomoro
y plátano y laurel formaban bóvedas
cerca de manantiales cuya voz
refrescaba mi oído y donde el tacto
de un perfume me hablaba de las rosas.
 

Vi un árbol de boscaje recubierto
por parras, campanillas, grandes flores (...) 

Oda a la melancolía

1
No vayas al Leteo ni exprimas el morado
acónito buscando su vino embriagador;
no dejes que tu pálida frente sea besada
por la noche, violácea uva de Proserpina.
No hagas tu rosario con los frutos del tejo
ni dejes que polilla o escarabajo sean
tu alma plañidera, ni que el búho nocturno
contemple los misterios de tu honda tristeza.
Pues la sombra a la sombra regresa, somnolienta,
y ahoga la vigilia angustiosa del espíritu.

2
Pero cuando el acceso de atroz melancolía
se cierna repentino, cual nube desde el cielo
que cuida de las flores combadas por el sol
y que la verde colina desdibuja en su lluvia,
enjuga tu tristeza en una rosa temprana
o en el salino arco iris de la ola marina
o en la hermosura esférica de las peonías;
o, si tu amada expresa el motivo de su enfado,
toma firme su mano, deja que en tanto truene
y contempla, constante, sus ojos sin igual.


3
Con la Belleza habita, Belleza que es mortal.
También con la alegría, cuya mano en sus labios
siempre esboza un adiós; y con el placer doliente
que en tanto la abeja liba se torna veneno.

Pues en el mismo templo del Placer, con su velo
tiene su soberano numen Melancolía,
aunque lo pueda ver sólo aquel cuya ansiosa
boca muerde la uva fatal de la alegría.
Esa alma probará su tristísimo poder
y entre sus neblinosos trofeos será expuesta.

Ten compasión, piedad, amor! ¡Amor, piedad!...


¡Ten compasión, piedad, amor! ¡Amor, piedad!
Piadoso amor que no nos hace sufrir sin fin,
amor de un solo pensamiento, que no divagas,
que eres puro, sin máscaras, sin una mancha.
Permíteme tenerte entero... ¡Sé todo, todo mío!
Esa forma, esa gracia, ese pequeño placer
del amor que es tu beso... esas manos, esos ojos divinos
ese tibio pecho, blanco, luciente, placentero,
incluso tú misma, tu alma por piedad dámelo todo,
no retengas un átomo de un átomo o me muero,
o si sigo viviendo, sólo tu esclavo despreciable,
¡olvida, en la niebla de la aflicción inútil,
los propósitos de la vida, el gusto de mi mente
perdiéndose en la insensibilidad, y mi ambición ciega!