Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

La mujer que yo amo

La mujer que yo amo tiene algo de niña,
la sonrisa franca, tierna la mirada, 
tiene la palabra de mil mujeres juntas,
y es mi loca amante pícara e inteligente.

La mujer que yo amo no le teme a nada, pero
cuando ama lo estremese todo, guerrera incansable
en busca de aventuras,

tiene manos suaves, cálidas y puras.
 
La mujer que yo amo sabe que la amo me toma en
sus brazos y lo olvido todo,

ella es mi motivo, es mi propio sol,
y me da alegrias aque nadie me dió.
 
La mujer que yo amo sabe que la amo vuela
siempre lejos pero vuelve siempre al nido.
La mujer que yo amo sabe que la amo.
yo la quiero loca, pero loca mía.
 
La mujer que yo amo siempre sabe todo, 
no sabe de enojos, no entiende rencores,
ella arregla todo con su tierna mirada,
con solo mirarme me alegra la vida.

La mujer que yo amo camina en mi mente es mi
único enfoque entre tanta gente,
yo hago una fiesta con su pelo suelto,
dueña de mis sueños y duende de mi almohada.
 
La mujer que yo amo sabe que la amo,
me toma en sus brazos y lo olvido todo,
ella es mi motivo, es mi propio sol,
y me da alegrias aque nadie me dió.

(Versión libre) :D

El placer de verla dormir



La Princesa Ángel padece insomnio desde hace mucho tiempo… excepto cuando está con el Caballero de la Rosa. El amor que los une tiene un efecto narcótico en ella. Cuando están juntos, basta con que él la tome en sus brazos, le susurre palabras de amor al oído, mientras acaricia su cabello, con palabras tiernas y dulces, la princesa comienza a cerrar sus ojos, sonríe, suspira y poco a poco se queda profundamente dormida.




Ese momento cuando ella está dormida en sus brazos es el que más disfruta el caballero, ella le regala su sueño, se siente segura, protegida, cuidada pero sobre todo, sabe y siente el gran amor que el caballero le profesa.



Pero ella no hace fácil el trabajo del caballero, lo incita, lo trata con picardía, lo provoca, el caballero cede sin dificultad, conoce el juego de ella, la conoce muy bien, en cuerpo y alma, una fuerza invisible los une inexorablemente, inevitablemente, los hace uno solo, se aman profundamente.



La picardía de la princesa consiste en dos cosas, provocarlo eróticamente o moverse constantemente para no dormir, aunque esté cayéndose de sueño, para ella estar con su amor es el más grande de los placeres. Pero el caballero la conoce tan bien que es casi imposible para ella no caer dormida en sus brazos.



Cuando por fin concilia el sueño, él la cuida, no puede dejar de admirarla, la ama intensamente, sin límite, sin remedio y sin medida y disfruta verla dormida en sus brazos.



En muchas ocasiones el despierta durante la noche para asegurarse que ella está bien y la observa con ese rostro que aun en la oscuridad ilumina la habitación… y el alma de él. Cuando esto sucede, quita el largo y abundante cabello del rostro de ella y lo besa tiernamente, cuidadosamente para no despertarla, ella parece sentirlo, suspira sonríe, dice el nombre de él bajito, le dice “Te amo”, así dormida, ella está ligada a él, los une un vínculo muy fuerte que va más allá de ellos mismos. El acaricia sus hombros y ella lo aprisiona con sus piernas y sus brazos, como no queriendo separarse de él, no deja espacio entre ellos, a él le cuesta trabajo moverse para no despertarla, aun así lo consigue para acomodarla, cubrirla y darle calor con su cuerpo. Besa su frente, sus ojos, sus mejillas finalmente sus labios, sutil y suavemente, ella invariablemente suspira y sonríe.



El caballero descubrió que cuando la princesa duerme, parece niña traviesa, parece fingir que duerme pues siempre le sonríe cuando lo siente despierto, pero aun dormida no deja de abrazarlo, de aprisionarlo, de enredarlo con sus brazos y piernas, en ese momento no hay nada que haga al caballero más feliz, ella lo sabe suyo y ella se ha entregado a él, el vigilante y dueño de su sueño, se corazón, su alma y su vida, así justamente él la ama a ella.



Al momento de dormir se aman sin palabras, con el calor de sus cuerpos sin nada que se interponga entre ellos, se aman en sus sueños compartidos. Ambos son felices con su amor.



La noche es un momento mágico para él, ella una gran mujer que dirige un reino, se torna en una niña traviesa y pícara al momento de dormir, queda indefensa ante el amor que de él recibe, es cuando ella le da el regalo de su sueño, un hermoso regalo de amor, le gusta admirarla, nada hay que se compare al placer de verla dormir…

Duerme

Duerme, duerme tranquila mi dulce bien,
que contemplándote con mi amor,
la noche pasaré.

Sueña, sueña mientras yo te arrullaré,
con el hechizo de esta canción,
que para ti forjé.

Yo bien quisiera que nada apartarnos pudiera mi bien,
porque mi amor y mi vida y mi todo,
eres tú, cariñito ideal.

Sueña, sueña mientras yo te arrullaré,
con el hechizo de esta canción,
que para ti forjé.

Te siento

Te siento aquí,
a mi lado,
como si estuvieras,
como si me tomaras de la mano.

Te siento aquí,
en los sueños,
en los huecos del cajón
que aparté para tu recuerdo.

Te siento aquí,
en los labios,
como si me besaras,
como si te estuviera besando.

Te siento aquí, como ayer,
como cada noche que te he extrañado,
como cada sueño roto y vuelvo a construir,
como cada intento de traerte a mi lado.

Te siento en cada sonido,
en cada silencio,
en cada centímetro de piel,
en cada furtivo intento de sentirte.

Te siento aquí,
a mi lado,
como si estuvieras,
como si me tomaras de la mano.

Y te siento porque estás,
porque tu esencia perdura,
porque permanece el sentimiento.

Y te siento porque estás,
porque te escucho hablar,
porque tu amor me sigue animando.

Y te siento, te siento tanto,
que tanto sentir me hace tenerte al lado,
aunque no te pueda besar,
aunque no pueda tomarte de la mano,
aunque no te pueda abrazar,
aunque no pueda oler ese perfume anhelado.

Te siento tanto,
te siento aquí,
te siento,
mujer de alegría y de ganas de vivir.

Te siento...

Si tú supieras

Si tú supieras que tu recuerdo
me acaricia como el viento
que el corazón se me ha quedado
sin palabras para decirte
que es tan grande lo que siento...

Si tú supieras como te ansía
cada espacio de mi cuerpo
como palpitan tus recuerdos en el alma
cuando se queda tu presencia aquí en mi pecho.

¡Ven! Entrégame tu amor...
para calmar este dolor de no tenerte
para borrar con tus caricias mis lamentos
para sembrar mil rosas nuevas en tu vientre...

¡Ven! Entrégame tu amor...
que esta mi vida en cada beso para darte
y que se pierda en el pasado este tormento
¡que no me basta el mundo entero
para amarte...!

Si tú supieras que es como un grito
que se estrella en el silencio
este vacío de tenerte sólo en sueños
¡mientras me clama el corazón
por ser tu dueño...!

Si tú supieras como desangran
en tus ojos mis anhelos,
cuando me miran sin saber que estoy muriendo
por entregarte la pasión que llevo dentro.

¡Ven! Entrégame tu amor...
que sin medida estoy dispuesto a enamorarte
borra por siempre de mi vida
todas las lágrimas que habitan
y cada noche sin tus besos
en el rincón de mis lamentos.

¡Ven! Entrégame tu amor...
que esta mi vida en cada beso para darte
y que se pierda en el pasado este tormento
¡que no me basta todo el tiempo para amarte...!
 

Noel Schajris

La discusión

Todos los enamorados tienen en algún momento discusiones,  la Princesa Ángel y el Caballero de la Rosa también las tenían ocasionalmente, como otras parejas, no eran frecuentes y tampoco intensas en la mayoría de las veces, pero cuando ocurrían ella no entendía de razones y todo su amor se convertía en intolerancia, pero invariablemente concluían en un beso y un abrazo y olvidando todo aun sin haberse puesto de acuerdo.

La princesa se había acostumbrado a que su amado acudiera en cuanta ella lo requería, aunque no siempre era posible, cosa que la ponía de muy mal humor e invariablemente desconfiaba, sin ningún motivo, de él. Por otra parte al caballero le disgustaban los largos silencios que tenía la princesa en ocasiones pasadas cuando escapaba sin decir nada ni contestar al llamado de aquel.

Para entrar al castillo, el caballero debía esperar al llamado de la princesa, así sabría que todo estaba despejado y que nadie los descubriría. Así había sido siempre, y así era ahora desde que el caballero había recuperado la vida en los brazos de su ángel.


Esa noche como todas las demás el caballero acudió al castillo a esperar el llamado de su princesa… pero no llegó.  Esperó y esperó hasta que decidió sentarse al lado de la puerta secreta hasta que el sueño lo venció.

Llegó el amanecer y el caballero seguía dormido, tenía que hacer su labor con los aldeanos que lo esperaban, Corcel lo esperaba más allá del castillo pues era quien lo llevaba y lo traía. Se levantó sobresaltado al ver que se le había ido el tiempo y corrió al encuentro de Corcel que ya venía por él.

Mientras galopaba hacia una de las aldeas, por la mente del caballero cruzaban miles de pensamientos, entre ellos el más profundo era el de que su amada se había vuelto a refugiar en su silencio y no le gustaba en lo más mínimo. Así galoparon hasta una parte del arroyo de los Suspiros donde se bañó apresuradamente para continuar su camino hacia la aldea en donde ya lo esperaban los aldeanos extrañados del retraso del caballero quien los había acostumbrado a su puntualidad.

Mientras tanto en el castillo la princesa escribía explicando que había sucedido la noche anterior. La salud de ella había estado afectada por un largo tiempo, un padecimiento extraño que ninguno de los mejores magos del castillo había podido descifrar y por la noche ella se desvaneció hasta la madrugada, se asomó por su ventana y al ver a su amado caballero dormido no quiso despertarlo, pues lo encontró profundamente dormido y ella no se sentía bien y mucho menos hermosa para que él la viera, era muy vanidosa y siempre quería que su amado la viera resplandeciente y deslumbrante, sin importar que él siempre le había dicho que no le importaba como estuviera, que lo verdaderamente le importaba era estar con ella.
 
Mientras el caballero galopaba fueron llegando hasta él algunas palomas mensajeras provenientes del castillo, sabía que eran mensajes de su princesa que solo recibió sin leer pues tenía el compromiso de llegar con los aldeanos, la llegada de los mensajes lo tranquilizaron, no había un silencio de parte de ella esta vez, así que sus pensamientos se tranquilizaron y solo esperaba el momento oportuno para leer uno a uno los mensajes que disfrutaba leer, con calma y en orden y que además frecuentemente releía.

Era mucha la tentación de leer los mensajes de su princesa pero tenía la responsabilidad de trabajar con su princesa, la ansiedad por saber que le decía lo devoraba, así que ya no aguantando más determinó un descanso para los aldeanos, se instaló cómodamente bajo un árbol para leer con tranquilidad.

Primero la disculpa de la princesa explicando su desvanecimiento en la noche anterior, el caballero sonrió, después la explicación de que por qué no quiso despertarlo, el caballero suspiró. Más adelante le contaba de lo mal que se sentía físicamente, el caballero se preocupó. Finalmente como no había recibido respuesta a los mensajes anteriores, un mensaje final: “No te importo… ni modo”, el caballero se enojó, no le gustaba que la princesa desconfiara de él, sin motivo ni razón y sabiendo cuán grande era su amor por ella.
Había mantenido consigo a la última paloma mensajera… empezó la batalla… de mensajes.

Él tratando de explicar la razón por la que no había contestado, ella tratando de justificar su enojo con él por no contestar.

Por la tarde al terminar sus labores el caballero se dirigió al Palacio Real y a medio camino se encontró con la Princesa Ángel que a pesar de sentirse enferma corrió al encuentro del caballero, ambos hechos una furia… una furia de amor.

Empezaron las recriminaciones, los dimes y diretes, los reclamos de ambos lados, salpicado de te amo entre todo lo que se decían. Sin darse cuenta ambos llegaron al Bosque Encantado, al llegar princesa guerrera como era, ordenó.

-¡A la cabaña!
-¡No! Contestó el caballero.

Ella obediente como era, caminó…  hacia la cabaña, seguida del caballero que cuando ella lo sintió suficientemente cerca lo tomó de la mano, se sonrieron… y continuaron discutiendo en todo el camino, en algún momento ella le dijo:

-Te amo, pero estoy enojadísima contigo. Dijo ella no precisamente con esas palabras pero es menester proteger la reputación de la princesa.
-Te amo, estoy enojadísimo contigo pero en este momento lo único que me importa es tu salud. Contestó el caballero no precisamente con esas palabras pero es menester proteger la reputación del caballero.
-Aun enferma te gano. Contestó altiva y orgullosa la princesa… profundamente enamorada también.
-Así no me duras ni un segundo. Replicó el caballero, altivo y orgulloso… profundamente enamorado.
-Eso crees, ¡tonto! Contestó dulcemente la princesa.
-Y sana no aguantas un pleito conmigo ni siquiera tres minutos, ¡tonta! Contestó tiernamente el caballero.

Estaban verdaderamente molestos uno con el otro, pero era más grande el amor que se profesaban que cualquier discusión, entre risas, miradas tiernas y retos constantes siguieron discutiendo hasta entrar a la cabaña, donde ella se fue despojando de su ropa mientras caminaba decidida hacia el lecho del  caballero a quien no soltaba de su mano, él hacía lo mismo, estaban enojados, pero se amaban enloquecidamente, de la cabaña salían resplandores… y chispas.



Ella lo empujó sobré el acogedor lecho, inmediatamente se montó sobre él para demostrarle que podía vencerlo, pronto la situación cambio y él estaba sobre ella, pasaron algún tiempo cambiando posiciones y mostrando cada uno su altanería, seguían discutiendo, entre risas, besos y te amo.

Ninguno ganó, el amor fue el gran vencedor.

Por la noche el caballero llevó a la princesa hasta el palacio para acompañarla toda la noche, sobra decir que se siguieron amando hasta el amanecer.

¿Qué pasó con la discusión? Quedó atrás, relegada, olvidada, nada era más importante que el amor que ellos se tienen, un amor único, excelso… divino.

Escondidos

Bésame mientras sientes la piel que hay detrás de mi piel
Júrame una y otra vez que tú intentarías amarme más
Solo un poco más que ayer
Como su fueras tu la vela y yo su luz
Para iluminarnos tú y yo
Casi nada muy poquito dentro del cuarto en un rincón

Escondidos solos por amor oscura habitación
Tu cuerpo el mío el tiempo de un reloj
Escondidos solos tú y yo
Atrapados sin poder salir del interior de tu interior
Mientras hacemos el amor

Bésame mientras sientes la piel que hay detrás de mi piel
Júrame una y otra vez que tú intentarías amarme más
Solo un poco más que ayer
Como su fueras tu la vela y yo su luz
Para iluminarnos tú y yo
Casi nada muy poquito dentro del cuarto en un rincón

Escondidos solos por amor oscura habitación
Tu cuerpo el mío el tiempo de un reloj
Escondidos solos tú y yo
Atrapados sin poder salir del interior de tu interior
Mientras hacemos el amor

Tan distintamente intercambiamos el calor
Indiscutiblemente terminamos viendo el sol

Escondidos solos por amor oscura habitación
Tu cuerpo el mío el tiempo de un reloj
Escondidos solos tú y yo
Atrapados sin poder salir del interior de tu interior
Mientras hacemos el amor


Olga Tañon y Cristian Castro
Chenoa y David Bisbal

Aferrado

Me aferraba a ella,
no porque estuviera solo,
no porque me hiciera falta,
no porque la quisiera.
 
Me aferraba a ella
por sus días nublados,
por sus tardes claras,
por sus noches pasajeras.
 
Me aferraba a ella
por sus cambios,
por sus constantes,
por sus letras andariegas.
 
Me aferraba a ella
por sus climas cálidos
y por los fríos de sus quimeras.
 
Me aferraba a ella,
y a ella me asía,
cual hoja,
cual enredadera.
 
Y la tomaba de la mano,
  y la tomaba de estrofa
  y de papel,
de espejo y lentejuela.
 
Y me aferraba tanto,
que a nada más podía
sujetarme siquiera.
 
Y es que la amaba tanto,
  y es que tanto y tanto
sentía,
que solo podía quererla.
 
Y es que la amaba tanto
  y es que tanto y tanto
sentía,
que sólo podía aferrarme a ella.
 
Y así, queriéndola tanto,
me amarraba a su brillo de estrella,
  yle amaba tanto,
que tanto me aferraba a su cabellera.
 
Y así, queriéndola tanto
no podía sujetar nada más siquiera,
pues aferrándome a su encanto,
le amaba
  y me aferraba a ella.
 
Me aferraba a ella,
no porque estuviera solo,
no porque me hiciera falta,
no porque la quisiera.
 
Me aferraba a ella
por sus días nublados,
por sus tardes claras,
por sus noches pasajeras.
 
Me aferraba a ella,
  ya ella me asía,
cual hoja,
cual enredadera.
 
Y me aferraba tanto,
que a nada más podía
sujetarme siquiera.
 
Me aferraba a ella,
me aferraba tanto,
porque tanto amor
era sólo para ella.
 
Y ahí estaba yo,
amándola tanto,
sintiéndola tanto,
aferrándome a
su brillo de estrella.

Beberte toda

Quiero beberte toda,
perderme entre tus muslos,
Amarte desde adentro.

Quiero beberte toda,
llenarme de ti,
Bañarme en tu intimidad.

Quiero beberte toda,
recorrer tu montes,
perderme en tus valles.

Quiero beberte toda,
apagar mi sed,
alimentarme de tu alma.

Quiero beberte toda,
estremecerme en tu piel,
y enardecer mis sentidos.

Quiero beberte toda,
habitar en ti,
vivir en tu interior.

Quiero beberte toda,
robarme tus suspiros,
latir a un mismo ritmo.

Quiero beberte toda,
y en apasionada entrega,
desbordarme en ti.

Quiero beberte toda,
Para por fin vivir...
vivir dentro de ti.

Serio y profundo

En el Palacio Real no saben del romance entre la princesa y el caballero, o al menos eso pensaba la princesa.

Sucedió que un día en medio de su trabajo real, una joven y bella infanta, maravillosa, tierna, dulce y muy inteligente, muy cercana y amada por la princesa y quien descendía de ella en linaje directo, sin mayor preámbulo y con la confianza que tenía le preguntó:

-¿Te dejó el caballero?, eso te pasa por tener un amor tan lejano, seguro se enamoró de una linda aldeana. Dijo bromeando la infanta.

-¿Es ese el motivo por el cuál no duermes verdad? No te preocupes él no sabe lo que perdió al dejarte. Agregó sin la menor compasión hacia la princesa.

-Él nunca me ha dejado, yo me fui… y regresé. Dijo la princesa una vez repuesta de la inicial sorpresa por la franqueza de la infanta.

-No sé qué tan serio y profundo sea lo de ustedes, pero el caballero es un hombre de un gran corazón, no está bien que te vayas y regreses a placer. Dijo la infanta con seriedad y contundencia absoluta, después acarició el negro y largo cabello de la princesa, con una ternura indescriptible, pues entre ellas había una relación de profundo amor, cariño y respeto. En ese momento la princesa se sintió mejor de que su secreto descansara en la joven y bella infanta y admiró la madurez y sensatez con la que crecía más allá de su juventud.


Tal vez era tiempo de encontrar el momento adecuado y abrir sus corazón con la infanta, pues tenía en ella no solo a una confidente, sino a un ser maravilloso llena de virtudes e inteligencia inigualable y que además tenía simpatía por el caballero a quien también conocía y sabía que él no sería incapaz de hacer cualquier daño a la princesa.

Quedaron en la cabeza sorprendida de la Princesa Ángel dos palabras; serio y  profundo. Nada más serio y profundo es el amor que ambos se profesan, más allá del tiempo y la distancia, un amor que eleva, que irradia, que ennoblece y enaltece, un amor puro y sincero, un amor que siempre había anhelado y que nunca imaginó encontrar en un caballero de tan lejanas tierras. Un amor correspondido más allá de cualquier prueba. Un amor verdadero. Así es el amor que los une.

El Caballero de la Rosa también sentía un gran cariño por la infanta a quien conoció antes que a la princesa y le pareció un joven maravillosa y excepcional, ella había crecido bajo el cuidado y protección de su amada Princesa Ángel y ella honraba con creces el amor y el cariño con el que había sido educada.

En algún momento pensó el caballero pedirle a la infanta que le diera el beso más tierno del que fuera capaz a su princesa y después le dijera que ese beso se lo enviaba él. Pero le faltó valor para pedir el anhelado favor, ante su princesa era total y absolutamente vulnerable, pues la amaba tanto que no usaba escudo ni armadura ante ella, era débil ante la sola mirada de ella, una mirada llena de amor que lo hacía flotar, nunca antes había vivido esa experiencia, por eso llenaba de amor a su amada, la cuidaba, la consentía y la malcriaba, era el gran amor de su vida, así lo sentía y vivía para ella.

Esa noche la princesa fue al encuentro del caballero para contarle su conversación con la joven infanta, pues ellos compartían todo, no había secretos entre los dos, estaban muy compenetrados, muy unidos, tenían un vínculo que los ataba fuertemente, el amor.


El caballero no se sorprendió tanto de que la infanta supiera de su amor, él ya lo imaginaba, sino de las palabras contundentes de la infanta hacia la princesa, no imaginaba la simpatía que aquella sentía por él, pues esa joven había logrado ganar su aprecio y cariño sinceros desde el día en que se conocieron.

Por respuesta el caballero le pidió un favor muy especial a su princesa:
-Esta noche al despedirte de la infanta dale a la infanta el más bello y tierno beso en su frente, luego le dices que se lo envía el caballero.
-Si preguntara ¿por qué? Dile porque le tengo un gran cariño por ella misma.

La princesa accedió y se refugió en los brazos de su ser amado, esa noche los cobijó la luna y las estrellas, hasta que llegó el amanecer.