Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

La Leyenda de Popocatépetl e Iztaccíhuatl



En el valle de México había un poderoso emperador con espíritu guerrero. Tenía una hija la princesa Iztaccíhuatl la cual estaba enamorada de un joven valeroso e inteligente guerrero llamado Popocatépetl.

El emperador veía con agrado el matrimonio de su hija con aquel joven guerrero. Cuando Iztaccíhuatl y Popocatépetl iban a celebrar su boda, los ejércitos enemigos decidieron atacar. El emperador reunió a sus guerreros y confió a Popocatépetl la misión de dirigirlos en los combates.

Popocatépetl fue a la guerra y tras varios meses de lucha logró vencer al enemigo. Antes de que el emperador se enterara de la victoria unos guerreros envidiosos le mal informaron que Popocatépetl había muerto en la batalla. Itztaccíhuatl escuchó esta noticia falsa y lloró amargamente. Dejó de comer  y cayó en un sueño profundo, sin que nadie pudiera despertarla.

Cuando Popocatépetl regresó victorioso supo lo que había sucedido y buscó a Itztaccíhuatl, la cargó entre sus brazos, tomó una antorcha encendida salió del palacio y de la ciudad. Nadie volvió a verlos.

Después de varios dias, todas las personas del  valle de México se asombraron al ver dos montañas muy altas que habían surgido de la nada que lanzaban llamas hacia el cielo. Cuando el emperador vio las montañas dijo a su pueblo:

"Iztaccíhuatl y Popocatépetl murieron de tristeza porque no podían vivir el uno sin el otro. El amor los ha transformado en volcanes y su corazón fiel arderá como una flama para siempre".

Popocatépetl deriva su nombre del verbo náhuatl “popoa” que significa “humo” y del sustantivo “tepetl”, que quiere decir “cerro”, así que su nombre significa literalmente “Cerro que Humea”, debido a que desde esa época emanaba ya, su tan característica fumarola. Popularmente es conocido como “El Popo”, aunque las poblaciones asentadas en sus faldas lo conocen con el cariñoso mote de “Don Goyo”.

Iztaccíhuatl, el otro volcán, deriva su nombre de los vocablos nahuátl “iztac”, que significa “blanco” y “cíahuatl” que se interpreta como“mujer”, por lo que su nombre se traduce como “Mujer Blanca”. Actualmente es mejor conocida como la “Mujer Dormida” debido a su característico perfil que asemeja a una mujer recostada con la cara hacia el cielo.


Votos


Por este sentimiento tan profundo, único, excelso, prometo atesorarte como regalo de Dios y agradecerle cada día por nuestra entrega total y absoluta.

Con la ayuda de la gracia divina, quiero cuidarte, respetarte, estar en los buenos momentos y en los malos, apoyándote en las decisiones más importantes de la vida con nuestro amor.

Si me molesto contigo cuando estén presentes nubes grises, trataré de mantener la calma y prometo no desaparecer sin antes haber aclarado las desavenencias, a no guardar rencores y aprovechar las oportunidades para estar juntos

Con lluvia o con sol, con o sin lágrimas con toda la sensibilidad que nos une, prometo continuar encantándonos en un solo mundo que al estar juntos, nadie más existe... Allí donde nacen los suspiros y una rosa que palpita.

Tu aroma me persigue...

Tu aroma me persigue.
¿Qué le explico al alma
cuando la sangre 
se nos va en urgencias?
Cómo le digo
que no está bien
ni es bueno,
a esta altura,
permitirse sentir.
¡Como si fuera fácil
poner bridas al fuego,
frenar el mar
o acallar los truenos!
En este punto, pues,
alma querida
que moviste todos los resortes,
calla.
Calla.
No pongas en mi boca
palabras de locura.
La pluma, silenciosa,
trasuntará la angustia.
Tu y yo, alma, sabremos el secreto.
Ni siquiera él compartirá la bruma,
ni conocerá nunca
la medida justa
del dolor de querer, con toda el alma.
Sin respuesta, sin luz, 
sin esperanza.

Para ser más de ti...

Para ser más de ti
he querido estrenarme por la fiebre,
sofocar los aleros de tu risa,
reventar como un trueno.
Encenderme o morir
anónima en tu vértigo,
para ser más de ti.

Para ser menos mía y de las cosas
he querido velarme por tu anchura,
deshabitarme entera
por dentro de tu piel y de tu sangre
y anclarme donde el Mar
derrota sus fronteras.

He querido, escalando hasta tu vértice,
recorrer el oleaje de tu boca,
trazarme geometría
más allá del abismo y de la esfera,
circular por tu puño, exactamente,
hasta hacerme destino de tu mano.

Ceñido, como un tacto por la piedra,
me alcanza el alambique de tus ojos,
súbito y necesario como un rezo.
Desertora de venas transitivas
he querido vivirte, amor, para vivirte,
para ser más de ti,
para oficiarte, amor, sobre la Vida.

Mi olor a ti

Toda mi ropa huele a cuando estabas.
Sería al abrazarte -no lo entiendo-
o que estuviste cerca y se quedó prendido.
Si arrimo mi nariz al hombro o a la manga, 
te respiro.
Al ponerme la chaqueta, en la solapa,
y en el cuello de un jersey que no abriga.
Aroma de placer, de feromonas,
de recostarme en ti mientras dormías.
Por mucho que la lave, mi ropa lo conserva:
es un perfume dulce que me alivia
como vestir mi carne con tu piel.
Y está durando más que mi recuerdo.
Tu rostro en mi memoria se disipa,
casi puedo decir que he olvidado tu cuerpo
y sigo respirándote en las prendas
que, al tiempo que me visten, te desnudan.
Pero la ropa es mía.
De tanto olerte en mí, tu olor es mío.

Tu olor era mi olor desde el principio,
fue siempre de mi cuerpo, no del tuyo,
de un cuerpo que lo tengo a todas horas
para quererlo entero como jamás te quise
y olerlo de los pies a la cabeza.
Es el olor de todas mis edades,
del niño absorto y puro,
del claro adolescente eléctrico y espeso,
de un joven con insomnio que soñaba
fantasmas del amor, y es también el olor
que al transpirar mis sueños 
dejaron en las sábanas.

Quién sabe tú a qué aspiras sin este efluvio mío,
sin mi esencial fragancia.
Estando en compañía, serás siempre la ausente
igual que si te fueras o no hubieras llegado.
Pues no olerás a nada, no dejarás recuerdo 
ni podrás despertar auténtico deseo
ni embalsamar las yemas de los dedos
que un día te acaricien
con un perfume físico y concreto.
Serás para el olfato de los otros
como un espejo para los vampiros.
Y yo atesoraré con más fe que codicia
este perfume dulce de mi cuerpo
que descubrí contigo.
Si quieres existir, respíralo de nuevo.

Recuerdo de una tarde

Aquel temblor del muslo
y el diminuto encaje
rozado por la yema de los dedos,
son el mejor recuerdo de unos días
conocidos sin prisa, sin hacerse notar,
igual que amigos tímidos.

Fue la tarde anterior a la tormenta,
con truenos en el cielo.
Tú apareciste en el jardín, secreta,
vestida de otro tiempo,
con una extravagante manera de quererme,
jugando a ser el viento de un armario,
la luz en seda negra
y medias de cristal,
tan abrazadas 
a tus muslos con fuerza,
con esa oscura fuerza que tuvieron
sus dueños en la vida.

Bajo el color confuso de las flores salvajes,
inesperadamente me ofrecías
tu memoria de labios entreabiertos,
unas ropas difíciles, y el rayo
apenas vislumbrado de la carne,
como fuego lunático,
como llama de almendro donde puse
la mano sin dudarlo.
Por el jardín, el ruido de los últimos pájaros,
de las primeras gotas en los árboles.

Aquel temblor del muslo
y el diminuto encaje, de vello traspasado,
su resistencia elástica
vencida con el paso de los años,
vuelven a ser verdad, oleaje en el tacto,
arena humedecida entre las manos,
cuando otra vez, aquí, de pensamiento,
me abandono en la dura solución de tus ingles
y dejo de escribir
para llamarte.

Pudor

Un pudor casi en cueros va envolviéndote
todo el cuerpo en el rostro en este instante
de música o de río. Son tus ojos
una playa en el sol; desvístense
a contraluz los dientes, el flequillo
resonando en las cejas. Y sonríes
qué pensamientos, árboles, tal como
un relámpago en sombra junto al mar
de la memoria ahora desnortara
las barcas de la tarde. Está desnudo
el cosmos en tu rostro. Por las olas
de tus mejillas, aire detenido,
respira la emoción, fruta el ambiente
un perfume de albatros, un mareo
o un imán de qué lluvia. Te he encontrado
perforando el poniente. El cuello es
dulcísimo arrecife, un archipiélago
de ternura el mirarte, bienvenida
tu existencia a esta orilla del silencio
mojado entre tus labios. Ah, tu boca...
Ah, quédese por siempre dibujada
en mitad del paisaje -sed en línea-,
del horizonte lleno de deseos
desvistiendo tu estío. No te muevas.
Tu rostro es esencial. Tienes la magia
del perfil del ensalmo, todo el cuerpo
hasta tu cara irrumpe como un río
del que yo fuera afluente interminable.

La princesa y el dragón

La princesa había echado a Entusiasmo del castillo, esto lo tenía muy triste, pero fiel al compromiso que hizo con el caballero de cuidarla y protegerla, volvió venciendo su temor de ser descubierto y arrojado nuevamente del lugar.

Entusiasmo aunque joven todavía, era grande y fuerte y la princesa no podría luchar contra él, sin embargo el también la amaba con ese amor tierno y sincero que solo los dragones de buen corazón pueden tener, así que no opuso resistencia cuando fue echado del castillo por la frágil y temperamental princesa.

Ella desconocía muchos de los dones del joven dragón, por ejemplo, que podía cambiar de tamaño y de color a voluntad, que podía volar a gran velocidad y altura, que podía hacerse invisible cuando lo necesitara y lanzar poderosas llamas a más de un kilómetro de distancia.

Sin embargo el don mas importante de Entusiasmo es que podía comunicarse con la mente del caballero y con el corazón de su princesa. Así de este modo, sabía cuanto amaba ella a su guerrero a pesar de las incontables veces que había hecho el intento por olvidarle alejándose de él, tarea imposible para su enamorado corazón.

Conociendo los sentimientos de la princesa, volvió al castillo haciendo uso de un menor tamaño y de su invisibilidad, para cuidarla y protegerla, como había acordado con el caballero.

Ella no sabe que es perfectamente resguardada por el joven y fiel dragón, a pesar de que el amor a vuelto a unirla con el caballero.

Este devoto y fiel dragón la acompaña a donde quiera que va, aleja de su corazón todo aquello que pueda afligirla, herirla o lastimarla y le envía al caballero las imágenes que él tanto ama de ella en su diario quehacer, especialmente esas que él amorosamente observa y guarda en su corazón.

Ella no lo sabe pero nunca está sola, los pensamientos del caballero viajan hasta su corazón utilizando como mensajero y cómplice al dragón que sin notarlo, está siempre a sus pies.

Cuanto amor hay entre ella y él, cuantos sueños, fantasías y realidades compartidas en nombre del más puro y noble sentimiento... el amor verdadero.

Olvido

Se me olvidó tu nombre,
no recuerdo
si te llamabas luz o enredadera,
pero sé que eras agua
porque mis manos tiemblan cuando llueve.

Se me olvidó tu rostro y tu pestaña
y tu piel por mi boca transitada
cuando caímos bajo los cipreces
vencidos por el viento,
pero sé que eras luna
porque cuando la noche se aproxima
se me rompen los ojos
de tanto querer verte en la ventana.

Se me olvidó tu voz, y tu palabra,
pero sé que eres música
porque cuando las horas se disuelven
entre los manantiales de la sangre
mi corazón te canta.

Lujuria

Cuando murmuras con nervioso acento
tu cuerpo hermoso que a mi cuerpo toca
y recojo en los besos de tu boca
las abrasadas ondas de tu aliento.

Cuando más que ceñir, romper intento
una frase de amor que amor provoca
y a mí te estrechas delirante y loca,
todo mi ser estremecido siento.

Ni gloria, ni poder, ni oro, ni fama,
quiero entonces mujer. Tú eres mi vida,
ésta y la otra ,si hay otra; y sólo ansío

gozar tu cuerpo, que a gozar me llama,
ver tu carne a mi carne confundida
y oír tu beso respondiendo al mío.

La hermosa noche

Abandonar debo el chozo
donde vive mi adorada,
y con paso sigiloso
vago por la selva árida;
brilla la luna en la fronda,
alienta una brisa blanda,
y el abedul, columpiándose,
a ella eleva su fragancia.

¡Cómo me place el frescor
de la bella noche estiva!
¡Qué bien se siente aquí
lo que nos llena de dicha!
¡Trabajo cuesta decirlo!...
Y sin embargo, daría
yo mil noches como esta
por una junto a mi amiga.

Nueve requisitos para vivir contentos

  1. Suficiente salud como para que el trabajo sea un placer.
  2. Suficiente riqueza como para satisfacer tus necesidades.
  3. Fortaleza para luchar contra las dificultades y vencerlas.
  4. Suficiente gracia para confesar mis pecados y abandonarlos.
  5. Suficiente paciencia hasta que se logre algo bueno.
  6. Suficiente caridad como para ver algo bueno en nuestro prójimo.
  7. Suficiente amor como para hacer que sea útil y servicial a los demás.
  8. Suficiente fe como para hacer reales las cosas de dios.
  9. Suficiente esperanza como para eliminar todos los temores ansiosos con respecto al futuro. 

Posesión

Se nublaron los cielos de tus ojos,
y como una paloma agonizante,
abriste en mi pecho tu semblante
que tiñó el rosicler de los sonrojos.

Jardín de nardos y de mirtos rojos
era tu seno mórbido y fragante,
y al sucumbir, abriste, palpitante,
las puertas de marfil de tus hinojos.

Me diste generosa tus ardientes
labios, tu aguda lengua que cual fino
dardo vibra en medio de tus dientes.

Y dócil, mustia, como débil hoja
que gime cuando pasa el torbellino,
gemiste de delicia y de congoja.

A la distancia

Y aún sigues aquí tan lejos de mi y tan cerca a la vez, cierro los ojos y te siento conmigo. 

Tu aroma se encuentra impregnado en mi piel, tu beso como un tatuaje en lo mas intimo de mi ser. 

Eres mi sueño constante, recuerdo reciente, ausencia presente, sentimiento tangible que me hace estremecer aquí. 

Me tienes presa de un sentimiento reviviendo sensaciones de esos besos ardientes que me incitaban a explorar con la lengua el sabor de tu boca,  hasta llegar a perderme en la dureza de tu virilidad. 

Me apasionas tanto, con tu presencia o sin ella te siento tan mío y me siento tan tuya que estas aquí y sin estar mi cuerpo se excita, tiembla, se estremece revive tu presencia, cubriéndose de calor.

Recordando aquellos momentos cuando hacíamos el amor, adueñándote  de mi cuerpo, acariciando donde solo tú sabías como hacerme llegar, con tus dedos hábiles hurgando mis mas húmedos rincones hasta verme salvajemente explotar. 

Y aún sigues aquí, conmigo y yo contigo, pero sin ti...

Pasión de encuentro

Espero tu cuerpo y tus dientes
con la vehemencia de las palomas,
espero tu sueño y tu reloj parado
justo en la palma de la risa,
espero tu boca, tus muslos, tu cabellera
lisa e infinita cuando no ríes o cuando no lloras,
espero tus procelosas manos y tu vientre ágil
como las golondrinas,
espero tus pies de luz, descalzos de ciudad,
espero tu silencio y el sonoro vaivén de tus labios.
Mar , déjame recordarte como entonces,
como siempre,
con la ceniza en mis ojos
y mirarte ahora que la tierra toda me rodea
y se me sube hasta los hombros,
como siempre, sábado y rocas grises,
espero volver a tus olas
y que me devuelvas como un tren mi abrazo
y que me dejes ver tus estrellas más profundas.
Tú llegabas, risa de las aguas...

No decía palabras...

No decía palabras,
acercaba tan sólo un cuerpo interrogante,
porque ignoraba que el deseo es una pregunta
cuya respuesta no existe,
una hoja cuya rama no existe,
un mundo cuyo cielo no existe.

La angustia se abre paso entre los huesos,
remonta por las venas
hasta abrirse en la piel,
surtidores de sueño
hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.

Un roce al paso,
una mirada fugaz entre las sombras,
bastan para que el cuerpo se abra en dos,
ávido de recibir en sí mismo
otro cuerpo que sueñe;
mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne;
iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.
Aunque sólo sea una esperanza,
porque el deseo es pregunta cuya respuesta 
                                                           nadie sabe.

Vivir o naufragar

Déjame que me acerque a ti
a mojarme en tu piel,
en el olor
de tu voz, pues ya quiero
vivir o naufragar de muerte tuya.

Déjame
decir para que no
me entiendas las palabras,
igual que el mar no sabe
de vientos.

Déjame
dejarme junto a ti:
que yo me ahogue 
en la luz de tus hombros,
haga pies
por donde tu cintura.

Déjame
beberme el mar,
amar el mar,
al abra de tus ojos.

Déjame
dejarme estar, bien hondo,
allá donde solemos,
donde no
se oye la brisa siempre.

Es cuando veo
caer un arco iris, levantarse
un pozo de tus manos.
O, como suele ser,
cierras el mundo
y sólo hay mar.

Un río
somos los dos, andamos
para que yo me hunda
en tus innumerables
olas,
pasamos juntos
por el solo paisaje
que se nos vive.

Déjame 
cortar todos los árboles.

Over de Rainbow

Somewhere over the rainbow 
Way up high, 
There's a land that I heard of 
Once in a lullaby. 
Somewhere over the rainbow 
Skies are blue, 
And the dreams that you dare to dream 
Really do come true. 
Someday I'll wish upon a star 
And wake up where the clouds are far 
Behind me. 
Where troubles melt like lemon drops 
Away above the chimney tops 
That's where you'll find me. 
Somewhere over the rainbow 
Bluebirds fly. 
Birds fly over the rainbow. 
Why then, oh why can't I? 
Somewhere over the rainbow 
Way up high, 
There's a land that I heard of 
Once in a lullaby. 
Somewhere over the rainbow 
Skies are blue, 
And the dreams that you dare to dream 
Really do come true.

El regreso de la Princesa Ángel

Con ese sutil encanto y sensibilidad propia de la Princesa Ángel, le hizo llegar imágenes de la cabaña, el lago, un puente, un molino y algo que llenó de alegría el corazón del caballero, una margarita con una pequeña rosa en el interior, que se incrustó sin más ni más en el corazón de él. Aún es pequeña, pero pronto crecerá, solo necesita el pecho del enamorado guerrero para hacerlo.

Era un día lluvioso, pero no le importaba al campeador, pues la lluvia le lleva las caricias de su amada que recorren su cuerpo. Con renovada alegría corrió hasta el lugar encontrado por su amigo dragón, ahora fuerte y grande. Juntos, Entusiasmo, Corcel y él, se pusieron manos a la obra para trazar el nuevo lugar y ver dónde quedaría mejor lo que la princesa le había enviado.

Pasaron haciendo y deshaciendo trazos, necesitaban ponerse de acuerdo los tres, cosa que no coincidían. Buscaban orientación, intimidad, luz, estrellas, la luna y todo lo necesario para que la princesa nunca más quisiera irse nuevamente.

Así pasó más de la mitad del día, hasta que decidieron trabajar en una sola cosa… la cabaña. Encontraron un lugar apropiado en un lugar oculto del bosque,  donde podían gozar de su intimidad y sin que nada los perturbara, donde la luna pudiera entrar por la ventana, para iluminar su amor y las estrellas reflejarse en los ojos del más grande amor del caballero… su princesa.

Miraron bien la imagen de la cabaña que ella le había enviado, él le agregó la puerta que tanto había gustado a su amada, entre Corcel y Entusiasmo acercaban los materiales mientras el campeador construía, la rosa de su pecho resplandecía y todo se llenaba de una hermosa fragancia que venía de ella. Las olas del mar que tenían muy cerca rompían en suave vaivén llevando el ritmo de la construcción. En la parte posterior de la cabaña había una cadena de montañas que servía de protección contra las corrientes de aire, con dos peculiares volcanes nevados uno frente al otro cuidándose, como símbolo del profundo amor de esos dos seres mágicos que habitan en el Bosque Encantado; la Princesa Ángel y su devoto y amante Caballero de la Rosa.


Mecánica de los cuerpos

Acaricio tus formas 
suaves 
como dunas 
que no hay; 
beso tus pezones 
enhiestos y rosados 
como un amanecer. 
Tu cuerpo, emblema 
crepitante.
Mi alma tiembla 
al puro estado de belleza. 
Tus ojos, 
reposa en ti el impulso 
de una corriente azul. 
Desciende a mí
tu voz. 
La armonía 
conquista los espacios 
del tiempo 
inasequible.

Mujer de estío

Tu cuerpo está hecho de frutas,
exprimes en la noche un olor a duraznos.

Tu beso va por mi garganta
hasta mi corazón, como el agua de un caño.

Tiembla toda mi piel con tu caricia
como al soplo de Dios las alfalfas del campo.

Eres una bandeja de frutas
puesta todos los días a orillas de mis labios.

Dura el amor mientras las cosas duran...

Dura el amor mientras las cosas duran,
mientras callan las cosas o vierten un rumor a nuestra espalda.
mientras el polvo que pobló las cosas
guarda en su olvido el hueco de una mano.

Esta mano de amor que fue penumbra,
tierra oculta que no te conocía,
navega hoy en tu piel como un gesto que tienes,
como un color del día trae tus pasos aéreos.

Una isla viajera invita tu mejilla
y en tus ojos pasean dos ansias de la noche.

Cuando llego a mi casa,
que un corazón llenó de cosas mudas,
allí encuentro esta mano que en tu calor se quema.

Se equivocó la paloma


Se equivocó la paloma.
Se equivocaba.
Por ir al Norte, fue al Sur.
Creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba.
Creyó que el mar era el cielo;
que la noche la mañana.
Se equivocaba.
Que las estrellas eran rocío;
que la calor, la nevada.
Se equivocaba.
Que tu falda era tu blusa;
que tu corazón su casa.
Se equivocaba.
Ella se durmió en la orilla.
Tú, en la cumbre de una rama. 

Éxtasis

Lienzo embebido en ti
es ahora mi cuerpo,
del todo desasido
y sin otra envoltura que tu imagen.
En mí te llevo como si cargara
sobrecogida sangre.
Sales de ti
hacia el encuentro, génesis reciente,
y yo bebo y respiro
tu exhalación, la rama de tu gozo.
Allí donde se forma
el color de tus brazos enlazados
gira el anillo impar que me contiene.
Nadie me busque, nadie.
Soy tu vigilia,
me disuelvo, pequeño,
en la dulzura que tu pecho emana.
Soy tu sombra y la mía,
soy un desprendimiento de ti mismo.
Allí donde comienza
esa felicidad sufriente y bella,
voy a tu encuentro.
Me despojo de mí
con un sacudimiento
de aterrados manzanos.
Puedo en amor morir que seguiría
recorriendo la tierra con tus pasos,
en tus manos ahogada.

El espejo

Me instalo frente a ti, miro tus ojos
y vigilo el espacio donde tu voz me busca.
Me estremece el dolor del encuentro imprevisto,
la sed con que te acercas al borde de mi sombra,
el hueco que descubres en la luz de mi espejo.

La soledad me arropa. Sólo en la noche existo.
Y nunca me detengo sobre el mismo minuto
en el que tú te apoyas para seguir llamándome.
Suéñame de otro modo. Sacude el saco triste
del idioma heredado. Cuéntale a las palabras
las historias oscuras que sólo tú conoces;
diles cómo te asusta mi presencia y mi odio,
cuánta muerte te cuesta acariciar mi huida.

A veces, en el centro mismo de tu pregunta,
me reconozco y corro hacia otra oscuridad:
es amargo encontrar al final de un abrazo
mi propio grito erguido y mi propio deseo.
Por eso me divido, me desdoblo y me hundo
en heridas distintas: me da miedo encontrarte.
Tu sonido es el mío. Tu tristeza, tus ropas
saben a mí, y me escuece el recuerdo adherido
al tiempo conciliado, al tiempo único
en que la conjunción habitó nuestras sangres.

Un nuevo Bosque Encantado

El Caballero aun sin su rosa, pues su princesa se encuentra en lejano reino lejos de su castillo real, fue tocado por la mirada y la voz de su bien amada. Dejando el cuerpo mortal que le dio asilo mientras pasaba la tormenta.

Ella alguna vez escribió: “Vendrán algunas nubes grises, pero sé que las superaremos”. Así ha sido hasta ahora, es inevitable en ocasiones que dos seres tan intensos en sus sentimientos y emociones no las tengan de vez en vez, pero el lazo que los une los rebasa, es más fuerte que ellos mismos y su testarudez y necedad, son el uno para el otro, no quieren estar separados.

Lamentablemente ella se encuentra fuera del lugar en donde pueden comunicarse con mayor facilidad y el caballero se encuentra en serios problemas para construir un nuevo bosque, porque aunque siendo un gran constructor le interesa la opinión de ella, siempre está dispuesta a complacerla, mimarla y consentirla, siempre está dispuesto a enamorarla día con día, la lleva consigo en su piel, en su sangre y en su alma, en cada respiro y en cada latido de sus corazón.

Espera paciente alguna noticia de ella que le sirva como guía para el nuevo lugar, Corcel y Entusiasmo se encuentran a su lado pero ahora la alegría ha tomado forma de hermosas flores amarillas que iluminan el camino del caballero, quedan atrás de cada paso que da y al frente como señalando el camino que siempre lo lleva a ella.


Esas flores representa lo que ella produce en él… alegría, la alegría de vivir para ver convertidos sus sueños y fantasías en hermosas realidades, la realidad de tenerla en su vida.

Definitivamente no podrá faltar una cabaña que sirva de sencilla vivienda para el caballero y el refugio de su amor, cuando de cuando en cuando lo visita. Tendrá una chimenea que de cálido refugio a los enamorados, estará rodeada por frescas y fragantes flores llenas de alegría por y para ellos, estará rodeada de margaritas.

Ella no ha tenido tiempo de entregarle su corazón para que se convierta en la rosa que lleva en el pecho, pero la princesa siempre está con él, es parte de su ser, de todo su ser.

A la princesa le gusta el mar a él el bosque, con ayuda de Entusiasmo ahora convertido en un joven y fuerte dragón encontró un bosque a la orilla del mar, cosa nada común pero así será de mágico el nuevo Bosque Encantado.

Ahora solo falta la opinión de la Princesa Ángel…


La formal

Ponte el pudor.
Está allí, debajo del lecho
junto a las ropas caídas.
Dilúyelo sobre tus mejillas
como si fuese un maquillaje.
Alisa tu piel
y ese tablero de ajedrez borracho
de tu falda de cuadros.
Abróchate la blusa
y adopta otra vez
esa actitud ingenua de muchacha formal.
Ordena tus cabellos y tus prejuicios.
Camina con esa dignidad desvencijada
que usas los domingos
para asistir a misa.

Tan pronto atravieses el umbral
serás nuevamente tú
la pequeña burguesa incomprendida
con tus veinte años de lugares comunes
y tu boca repleta de palabras usadas.
Serás la rutinaria.
La formal.
La limitada.

Creerás otra vez en Dios
así como antes creías en tu cuerpo,
y estarás llena de moral
así como antes estabas llena de mí.

(...) Aquí en mi habitación
quedó tu lujuria hipócrita
y tu doble moral.
Mañana volverás
y entonces te diré las palabras de siempre:
Ponte tu cuerpo
quítate el pudor y las ropas
y ven así, desnuda
a engañarnos pensando
que no hemos empezado a envejecer.

La semana sin ti

Quisiera haber nacido de tu vientre,
haber vivido alguna vez dentro de ti,
desde que te conozco soy más huérfano.

¡Oh! gruta tierna,
rojo edén caluroso.
Qué alegría haber sido esa ceguera!

Quisiera que tu carne se acordara
de haberme aprisionado,
que cuando me miraras
algo se te encogiese en las entrañas,
que sintieras orgullo al recordar
la generosidad sin par con que tu carne
desanudaste para hacerme libre.

Por ti he empezado a descifrar
los signos de la vida,
de ti quisiera haberla recibido.

Todo me gusta en ti, mi alma te ansía...

Todo me gusta en ti, mi alma te ansía:
porque eres más divina que una santa.

Me gusta el alocar de tus cabellos,
la eterna rebeldía que hay en ellos;
me gusta la locura de tu risa,
de esa risa más franca que la brisa;
me gusta el terciopelo de tus ojos
y la lujuria de tus labios rojos...

Todo me gusta en ti, todo me encanta;
la tersura sin par de tu garganta,
el bello naciente de tus senos
ánforas que el placer mantiene plenos.

Y aquellos dos botones excitantes
que besaron mis labios lujuriantes
cuando abatí, rendido, mi cabeza
rezando ante el altar de tu belleza.

Todo me gusta en ti, mi alma te ansía;
pero... una cosa tuya me quebranta;
tu excesivo flirteo en Galathea,
tu morbosa ansiedad de hacer que crea
todo aquel que te ve y que te admira,
que es tu amor hacia mí, pura mentira;
un amor que resurge en el ocaso
de otro amor que finó con el fracaso.

Todo me gusta en ti, pero es en vano
que ponga sobre ti un cariño humano...

Nos separa un abismo: el de tu vida,
una vida de orgía indefinida
y un amor: el amor al que diste
lo que, acaso, tú nunca presentiste.

Todo me gusta en ti; mi alma te ansía:
si algún día pudiera hacerte mía
¡cuánto yo te amaría!

Hombre en la mar

Y tú amor mío, ¿agradeces conmigo
las generosas ocasiones que la mar
nos deparaba de estar juntos? ¿Tú te acuerdas,
casi en el tacto, como yo,
de la caricia intranquila entre dos maniobras,
del temblor de tus pechos
en la camisa abierta cara al viento?

Y de las tardes sosegadas,
cuando la vela débil como un moribundo
nos devolvía a casa muy despacio...
Éramos como huéspedes de la libertad,
tal vez demasiado hermosa.

El azul de la tarde,
las húmedas violetas que oscurecían el aire
se abrían
y volvían a cerrarse tras nosotros
como la puerta de una habitación
por la que no nos hubiéramos
atrevido a preguntar.

Y casi
nos bastaba un ligero contacto,
un distraído cogerte por los hombros
y sentir tu cabeza abandonada,
mientras alrededor se hacía triste
y allá en tierra, en la penumbra
parpadeaban las primeras luces.

Escándalo de olvido

Te llevaré como la caracola
lleva el rumor del mar entre sus dedos,
laberinto de viento y de sonaja,
ruido de selva, escándalo de olvido.
Te llevaré como la estela
de los barcos, perfume de eucalipto,
incienso de jardín, brasa de espuma
que purifica el fuego, escapulario
contra las rocas de los malos sueños.

Porque tu cuerpo suena por mi cuerpo,
tu lengua por mi boca, tu mirada
por el bosque abrasado de mis ojos.
Y no te olvidaré. No. Nunca. Nunca.
Aunque la mar desate sus delfines,
aunque la noche cambie en mediodía,
aunque mi corazón se haga ceniza.

Erótica

Cayó sobre tu espalda 
la llama de tu pelo,
y quemó la blancura
su ondulación de fuego.

Entre los áureos rizos,
por el amor deshechos,
yo vi calientes, húmedos,
brillar tus ojos negros.

Sin desmayar, erguidos,
redondos, duros, tersos,
temblaron los montones
de nieve de tus pechos.

Y de amor encendida,
estremecido el cuerpo,
con amorosa savia
sus rosas florecieron.

El clavel de tus labios
brindaba miel de besos,
y fue mi boca ardiente
abeja de sus pétalos.

De la crujiente seda,
que resbalara al suelo,
emergió su blancura
tu contorno supremo.

Y al impulso movido
de ardoroso deseo,
se cimbró entre mis brazos
y quedó prisionero.

Me abrasaban tus ojos.
Me quemaba tu aliento.
Y apagó las palabras
el rumor de tus besos.

Realidad

Quiero hacer de ti realidad,
Hacerte descubrir un mundo nuevo; 
quiero descubrir contigo lo que es amar,
Quiero descubrir a qué sabe lo eterno.

Quiero hacer de ti realidad, 
Llevarte a vivir a mi regazo, a mi deseo;
Llevarte a existir a mi mundo de a diario,
En el cual se pueden alcanzar los sueños.

Quiero hacer de ti realidad,
Quiero descubrirme en ti, 
Descubrir mis ganas de tocar tu cuerpo;
Quiero hacerte junto a mí,
Junto a mis ganas de compartir mis sentimentos.

Quiero hacer de ti realidad,
Quiero volar contigo al cielo;
Quiero llenar tu piel de mi humanidad,
De mis ganas de vivir algo nuevo.

Quiero hacer de ti realidad,
Vivir las ganas de soñar que todo lo podemos;
Llegar contigo al cielo y tocar la luna,
Mientras compartimos un nuevo deseo.

Quiero hacer de ti realidad,
De esa realidad que se vive en el ensueño;
De esa realidad que llena el alma,
De esa que contigo siento.

Quiero hacer de ti mi realidad,
Surcar tus mares y crear nuevos anhelos;
Quiero ser contigo viento y tempestad,
Ganas de amar y de pertenecernos.

Ven, amor,
Vamos juntos a hacernos realidad;
Vamos a descubrir un mundo nuevo.

ENTRE HECHOS, MENTIRAS Y FANTASIAS... UNA PRINCESA

 Entre hechos, mentiras y fantasias... Una princesa

La verdad es que la Princesa no tenía por qué escribir si el Caballero estaba a su lado… Para ella era un amor de caricias tiernas, de miradas eternas, de toques ardientes, un amor de inmensurable, incontenible desbordándose sin medida, un amor que no dejaba de crecer…

Así que les invito entonces a llegar a conocer la verdad. Me refiero a la verdad de todo, de todo lo que ven, leen y oyen… 'seudología fantástica' “Que es una compulsión a imaginar una vida, unos acontecimientos y una historia en base a causar una impresión de admiración en los espectadores.”
 
Va cayendo lentamente la tarde y el sol lanza sus débiles rayos a través de los árboles del bosque, dando un color rojizo a las hojas que se mecen al compás del viento, las cuales caen al suelo como caían los sueños de la Princesa al encontrar unas notas dirigidas al Caballero por el hada azul, quien desde hacía tiempo lo merodeaba y trataba de seducirlo. A pesar de las advertencias y de la petición hecha por la Princesa, él  hizo caso omiso.

No hubo entendimiento, ni juicio, ni razón… La noche tímidamente empezaba a hacer su aparición y con ella, la ira envolvía a la Princesa.  No tenía deseos de hablar, el silencio también se apoderó de ella, por lo que decidió ir lugar donde nacen las pesadillas; lugar brumoso y traicionero… al Bosque de la Melancolía. Era un espacio donde le gustaba estar, pero que desde hacía tiempo no lo recorría pues por instrucciones del Caballero estaba rodeado peligrosos dragones… Eso muy poco le importó a la Princesa, su cólera era mayor que la fuerza de éstos.
 
Al llegar al bosque caminó por atajos que sólo ella conocía, en el trayecto se extrañó que siendo el lugar donde ella era frágil y vulnerable, ni siquiera una lágrima hubiera derramado, como siempre allí solía hacerlo. Pues esta vez no, mientras más pasaban las horas refugiada en el bosque, todo se ensombrecía, enturbiaba sus sentidos. Rodeada de una oscuridad opaca que se le pegaba como una segunda piel y procurando penetrarla para llegar a su propia esencia, intentando robar su propia alma para alimentarse de ella.

Oscuridad opaca que la penetró, logrando evocar inexorablemente desde lo más profundo de sus sentimientos la ira y el odio por todos aquellos momentos en que la palabra hipócrita engaño a sus oídos ávidos de melodía…

Verdaderamente perturbada, prisionera de su cólera, salió del bosque y se dirigió al castillo, enfurecida busco los escritos y los colocó en su alcoba cual hermosos cuadros…  

Mientras más los leía, un corazón que le habían prestado latía con una desarmonía espantosa, su amor por el Caballero desvanecía.

Al sentir la lejanía de la Princesa y su silencio, el caballero insistía en saber cuál era el motivo de su comportamiento y el por qué en sus ojos ardía un brillo extraño…  Tanto insistió que la Princesa respondió:

Sonrió, sus labios formaron una línea alargada que se parecía más a una mueca, sumamente perversa, que a una sonrisa; ésta recordaba los escritos.  

-Caballero usted debe hacerse responsable de las consecuencias de sus actos y esto no es invento mío, no son mentiras… muy claro el hada escribió para usted, entre otras muchas frases:

- “Tu voz que con palabras suaves y tiernas y tu modo de noble señor, inspiran mis sentidos”
 “Tu sabes que te cuido y estoy pendiente de ti caballero de noble corazón y romanticismo a flor de piel” 

-A esto llamas calumnias infundadas sin sustento ni razón?!… falsa percepción?!... Y es que tienes el descaro de abrumarme con argumentos que no tienen menor asidero. 

-Le recuerdo Caballero lo que me hacía sentir su voz, dijo la Princesa:

-“Tu voz es mi paz, el arrullo del alma, la pasión y seducción de mi cuerpo y mi mente, me elevan, me llevan...”

-“Tu voz el juicio ante mis locuras. Con ellas me enamoras cada día más y más.”

-Qué ironía Caballero, con su voz me enamoró y por su voz con  palabras suaves y tiernas que también profesaba al Hada, todo se ha desvanecido… “La rosa se marchitó, la fuente se ha secado, y nuestro amor se ha esfumado, todo cuanto soñaba se ha desvanecido.”

Esas palabras quedaron como un tormento en la memoria de la Princesa… Su mirada se oscureció, y sintió la muerte en la profundidad de sus cautivadores ojos color negro…
  

Nunca un acto fue empuñado con mayor justicia ni la muerte convocada por mejor razón, la Princesa ya no con un profundo amor sino con un colosal resentimiento, decidió arrebatarle el pequeño corazón que le había regalado al Caballero, quién lo llevaba disimulado como una rosa, él no lo merecía.  

Con su muerte,  para él por supuesto; no hay más Caballero, ni Bosque Encantado y así  sus promesas de un eterno amor se evaporan!

Acto seguido, la Princesa echa del castillo a entusiasmo el fiel guardián dragón y quien la acompañó por mucho tiempo, no sin antes darle el corazón grande que le había regalado el Caballero. No quería absolutamente nada de un  difunto…

La Princesa se quedó en el Castillo, las paredes se cerraron tras su paso, mientras ella iba repitiendo a sí misma:

-Caballero Difunto usted no tiene nada que perdonarme, no le he lastimado sin la menor misericordia, porque no fui yo quién le faltó al amor.
 -Ya no serás mí por qué cada día.
-Te odio tanto, que nunca podrías percibirlo.
-Romperán mi corazón pero no mis sueños. 
-En fin, lo sé, el camino es difícil por eso lo mejor que puedo hacer perdonarme por este rencor,  tener la esperanza y la confianza en que en algún lugar del mundo, encontraras al príncipe que tanto anhelas y vas a mirar atrás para darte cuenta de que nada es como te lo habías imaginado... Sino que mil veces mejor y así será.

No todas las historias de Princesas y Caballeros tienen un final feliz, o por lo menos, NO esta… Y será la última historia que dedico al Caballero forastero.

Quizás en algún otro tiempo o en alguna otra vida nos encontraremos, pero no los recuerdos ni la rosa… pasaré por tu lado, seguiré de largo, fehaciente que jamás te conocí.

Así como el Caballero dice mentiras, todas las que se le ocurran… También la Princesa dice mentiras, pero no deja de ser cierto que su ira crece día a día…

FIN…