Cae la noche y lentamente se van los últimos rayos del sol.
Los demonios de la jornada se adormecen y se van.
Es tiempo de soñar y los sueños llegan en caravana, especialmente los sueños de amor.
Esos son los sueños que prefiero, esos son los sueños que me gustan, porque son perfectos, sublimes y etéreos.
Me recuesto y cierro mis ojos y poco a poco la penumbra se vuelve claridad. Llega ella a mi sueño y me acompaña toda la noche hasta la madrugada, cuando llegan los primeros rayos del día.
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