Yo no te olvido, habitas en un lugar donde nadie puede tocarte, donde nadie sabe que existes, donde nadie puede herirte, ni yo con mi olvido, ni tú con tu ausencia.
Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.
Con el tiempo
EL MENSAJE PERDIDO
No son los muertos
la paz disfrutan de su tumba fría,
muertos son los que tienen muerta el alma
y viven todavía.
rayos de luz en sus despojos yertos,
los que mueren con honra son los vivos,
los que viven sin honra son los muertos.
la vida en el honor, es el recuerdo.
Por eso hay hombres que en el Mundo viven,
y hombres que viven en el Mundo muertos.
Súplica
Miradas maliciosas que me tienen perdido.
No me tortures más, hermosa.
Ya no soporto esta agonía.
Estoy zumbando como un zángano
listo para la miel.
Reina mía, apiádate.
Clemencia, no seas cruel.
Si he de morir, que muera.
Pero en la miel.
Celos
Que tu largo collar,
cuyas cuentas repaso,
si toco a otra, me ahorque.
Que los cántaros de tus pechos,
colmados en mis manos,
si mis palabras suenan falsas,
me ahoguen.
Con tus brazos, amárrame,
en tus muslos, lacérame,
en tu pecho, sofócame.
Tortúrame día y noche
en el furioso potro de tu amor.
La diadema
por su cara
como nubes negrísimas
por la luna.
Su guirnalda deshecha
anda en su pelo,
igual que en aguas desbordadas.
Hoy, refinadamente,
ella es quien monta en él.
Se gana con amor
la diadema de perlas de su frente.
Con toda fuerza cae
sobre los labios de su amado
como una luna halcón
sobre una flor de loto.
El collar va y viene
bajo los pechos que se agitan
como borbotones de leche
de cántaros colmados.
Los cascabeles de su cinto
suenan a gloria del dios del amor.
Plenitud
Luna funesta, sigue en tu desolación.
Flechas de amor, disparen.
Ha vuelto, al fin, mi amor.
Otra vez tengo casa.
Otra vez tengo Dios.
Otra vez tengo cuerpo.
Soy yo.
Cara de luna
muchacha:
te van a descubrir.
Baja los ojos.
No provoques envidias
de los astros celosos.
Por ti pueden venir
eclipses y desastres:
te robaste la luna.
Y no hay manera
de que no se descubra.
Crisol
en el crisol.
En no poder
se refina el amor.
Amor, amor,
calma tu indignación.
A veces sí
y a veces no.
Si se encienden
las palabras
y se enciende
la emoción
y luego no,
es que no es de aire
sino de carne y hueso
el amor.
A veces sí
y a veces no.
Si soñaras siempre, si amaras...
olvidándote, abandonándote...
Pensaría por ti las cosas
dejando que me las soñases.
Con mi velar y tu soñar
el camino sería fácil.
Yo daría los nombres justos
a los sueños que deshojases.
Encontraría para ellos
la voz que los encadenase,
la forma exacta, la palabra
que los llena de claridades.
Me acercaría hasta ti como
si fueses una orilla madre.
Y qué descanso dar al alma
sombras que el alma apenas sabe.
Yo no diría de ti: era
blanca y hermosa y joven y ágil;
tenía bellos ojos tristes
abiertos sólo a realidades
Yo diría de ti: es mi fresca
raíz que de los sueños nace,
la música de mis palabras,
el hondo canto inexplicable,
la prodigiosa primavera
que en las hojas recientes arde,
el corazón caliente que ama
olvidándose, abandonándose.
Tú lo sabrás un día. Entonces
será demasiado tarde.
Segundo amor
Pensamiento de amor
Paseo
El buen momento
Como la rosa: nunca...
Cae el sol
Así era
Apagamos las manos. Dejamos encima del mar marchitarse la luna...
Un día entre nosotros
estamos juntos. Somos
terriblemente dichosos,
como el cielo siempre azul, como el espanto,
como la luz que es la luz,
como el espacio.
Si ahora me preguntaran por qué estoy tan contento,
diría: «Porque soy.»
Y al decirme sería un poco menos.
Si tratara de explicarme surgirían como sierpes
desenvueltas y en combate mis ambiguos sentimientos.
Pero soy solo. Sí. Soy. Te creo.
Estas aquí, en mí mismo.
Ni te veo, ni te pienso, ni te beso, ni te sueño.
Sólo estás. Estoy contigo. Yo, a tu lado, Tú conmigo.
Estamos uno en otro, tan reales
que con ser poco, ese poco es ya bastante.
Estamos en lo que somos, de puro simples, totales.
Estamos donde siempre, callados. No hay motivo
razonable para ser tan ferozmente dichosos.
Pero sacan el porrón de vino, las chuletas,
la ensalada, el Cacciotta ricamente podrido,
el jugo de naranja, los cafés, la ginebra.
Estamos juntos y todo nos sabe por eso a fiesta.
Soy feliz, ¡tan feliz!
Si ahora me levantara saldría por el techo.
Estoy, como se dice vulgarmente, contento.
Vivo, vivo, y contigo
comprendo que vivir es algo muy sencillo.
El corazón ha abierto su mano y yo deliro.
Me dejo estar. Te quiero. Todo es bello.
Irradio una certeza fulminante.
Soy el alguien tremendo que en ti se basta a sí mismo.
Soy mi absoluta presencia (¿qué pasa?)
que está aquí (¡perdón, nada!).
Soy contigo y tú conmigo, el imán de los prodigios.
¿Quién creería si nos viera que cada día, obtusa,
la desgracia del mundo de fuera nos arrastra?
¡Amor besa mi muerte! ¡Dolor, sé voluptuoso!
¡Oh tú, Necesidad, pon la burla en mis ojos
y en pecho ese ritmo de la paz y la guerra
que son a una el latido fatal de la belleza!
¡Ahora, mi ahora mismo,
sé límpido y valiente, la alegría ganada
a los monstruos informes, y a lo triste sin alma!
¡Oh tú, mi yo más bello, mi más que yo, mi amada,
manténme con tus ojos suspenso, nunca grave,
y sea siempre magia la vida cotidiana!
Tú que solo eres tú
¡todavía muchacha!
Mi nunca suficientemente amada,
cámbiame los ojos si así quieres,
pónmelos de ira.
Es lo mismo. Me das vida.
¿Quién eres?
( No adivinas mi angustia. No sé casi quién eres. )
Si te revuelvo el pelo tú ríes locamente
mientras a mí me duele sentirte tan informe.
Tanto puedo variarte que no sé ya que quiero.
Tú puedes serlo todo. Tú eres la misma nada.
Y te ríes, y acaso, si tus labios me buscan
son solo una medusa de silencio anhelante.
Porque sí
caballito que monto,
delicia que no nombro,
y quiero, quiero, quiero.
Cuando te beso, acierto;
cuando te toco, creo;
si te acaricio mido
mi infinito deseo.
Mas te prolongas lejos;
eres más, eres lo otro,
lo que nunca apreso
aunque te toco y beso.
siempre un poco esquiva,
siempre resbalada,
tú, que nunca entiendo,
y quiero, quiero, quiero.
Perdido de amor
fatiga de los días repetidos.
(Toda alegría supone
algo de heroísmo.)
Admirable enemiga,
de ti nazco sufriendo.
(Arder: Así me miento
un alma iluminada.)
Y vivo de la muerte
que me das sonriendo,
y muero en la dulzura
de tu vago silencio.
Amada, amada mía,
alta llama en el tiempo,
tú creas melodías
con pausas y secretos.
Y el hastío se alarga
de pronto en formas dulces,
y los días se nombran
según un sentimiento
Penúltimas palabras
te diré una palabra sencilla y antigua,
palabra siempre dicha, pero nunca entendida,
palabra que tan sólo de tú a tú comprendemos:
Te amo.
La noche vasta ensancha tu dulce presencia.
Secretamente te hablo retorciendo mi angustia.
Secretamente sufro por algo prohibido
y es sencillo y terrible como tú si me miras:
Te amo.
La muerte sólo brilla con tranquilas estrellas.
Sus párpados son lentos; su silencio es antiguo;
sus manos que no tocan me adivinan en sombra;
su gloria es un secreto.
Regia amante nocturna de senos glaciales,
cielo de la hermosura más allá de mi dicha
y mi amor, y mi canto, y mi vuelo más loco,
¡también yo he de callarme!
Ni más ni menos
son tus ojos confusos,
lo que no tiene nombre
y no comprendo, adoro.
Son tus muslos largos
y es tu cabello corto;
lo que siempre me escapa
y no comprendo, adoro.
Tu cintura, tu risa,
tus equívocos locos,
tu mirada que burla
y no comprendo, adoro.
¡Tú que estás tan cerca!
¡Tú que estás tan lejos!
Lo que beso, y no tengo,
y no comprendo, adoro.
Morir
La noche viene desnuda
La noche viene desnuda:
senos de luna,
guantes morados.
Con los brazos en alto
ya la estoy esperando.
¡Qué cerca de mi oído
enmudecen sus labios!
¡Amor, amor!
La muerte
me está besando.
En ti termino
Este objeto de amor no es un objeto puro;
es un objeto bello, y creo que eso basta.
Bellos son sus brazos, sus hombros, sus senos;
bellos son sus ojos (¡y qué bien me mienten!)
Deseable, me engaña, o furtiva, resbala
suave, suavemente, con física dulzura,
o gravita hacia un centro más secreto que el alma;
o duele con un fuego más real que el cariño.
Si la beso, no hablo; si la toco, no creo;
y me quedo callado mirándola muy cerca,
o me duermo en sus brazos, o me muero en su espasmo,
y en aniquilarme hallo cierto descanso.
Despedida
Quizás, cuando me muera,
dirán: Era un poeta.
Y el mundo, siempre bello, brillará sin conciencia.
Quizás tú no recuerdes
quién fui, mas en ti suenen
los anónimos versos que un día puse en ciernes.
Quizás no quede nada
de mí, ni una palabra,
ni una de estas palabras que hoy sueño en el mañana.
Pero visto o no visto,
pero dicho o no dicho,
yo estaré en vuestra sombra, ¡oh hermosamente vivos!
Yo seguiré siguiendo,
yo seguiré muriendo,
seré, no sé bien cómo, parte del gran concierto.
Deseada
Deseada, ¡tan suave!,
confín donde resbalo.
¡Oh siempre un poco ausente,
suspendida en la nada!
¿Son tus ojos dulces?
No, que está turbado
tu mirar brillante
de anhelos contrarios.
Yo te amo, te amo, te amo,
todo lleno de alas tempestuosas,
y de garras, de furias,
de dolor, por abrirme.
¡Oh, tenme en tu sonrisa,
en tu sombra, en lo leve
de tu mano impalpable!
¡Tenme en tu caricia!
¿A qué llamas cambiando?
¿Qué me pides furtiva?
¡Oh tú, siempre ignorada,
tú siempre antigua y nueva!
Ven más cerca. No temas.
Tu mano tibia tiembla,
tu cintura se atreve
con sobresaltos, mía. ¡Mía, deseada!
Y aún sonríes con ojos
inocentes y raros.
¡Oh, dime! ¿Qué sugieren
tus ojos arcaicos?
Cabelleras, torrentes,
músicas perdidas,
corazón: esa ave
que, cogida, tiembla.
Y tú, esquiva, flotando
desnuda, lenta y suave.
Tú, chiquita, huida
en un cielo sin nadie.
¡Oh dime, deseada,
cómo hay que abrazarte
mientras tu boca expira
en la mía, sin habla!
Di si tu remota
belleza en tu cuerpo
puedo yo apresarla.
Puedo así matarte.
Deseada, ya basta.
Deseada, no puedo.
Deseada, tú quieres
que yo muera contigo.
Dedicatoria final
Pero tú existes ahí. A mi lado. ¡Tan cerca!
Muerdes una manzana. Y la manzana existe.
Te enfadas. Te ríes. Estás existiendo.
Y abres tanto los ojos que matas en mí el miedo,
y me das la manzana mordida que muerdo.
¡Tan real es lo que vivo, tan falso lo que pienso
que -¡basta!- te beso!
¡Y al diablo los versos,
y Don Uno, San Equis, y el Ene más Cero!
Estoy vivo todavía gracias a tu amor, mi amor,
y aunque sea un disparate todo existe porque existes,
y si irradias, no hay vacío, ni hay razón para el suicidio,
ni lógica consecuencia. Porque vivo en ti, me vivo,
y otra vez, gracias a ti, vuelvo a sentirme niño.
De noche
Y la noche se eleva como música en ciernes,
y las estrellas brillan temblando de extinguirse,
y el frío, el claro frío,
el gran frío del mundo,
la poca realidad de cuanto veo y toco,
el poco amor que encuentro,
me mueven a buscarte,
mujer, en cierto bosque de latidos calientes.
Sólo tú, dulce mía,
dulce en los olores de savia espesa y fuerte,
sin palabras, muy cerca, palpitando conmigo,
sólo tú eres real en un mundo fingido;
y te toco, y te creo,
y eres cálida y suave matriz de realidades,
amante, amparo, madre,
o peso de la tierra que sólo en ti acaricio,
o presencia que aún dura cuando cierro los ojos,
fuera de mí, tan bella.
Aquí están todas las rosas encarnadas del deseo...
¡Aquí están todas las rosas encarnadas del deseo!
Allí la luna, callada,
blanca y estéril, mirando,
espejo vuelto a sí mismo,
su perfección de narciso:
soledad en aguas blancas
de lo blanco quieto y frío.
Dura o sin sangre, tranquila,
de está mirando a sí misma,
mientras rosas encarnadas,
pulpa y amor, carne viva,
bajo una brisa caliente
se desmayan de delicia.
Con los ojos en la luna,
bajo los pies, rosas rojas,
estoy esperando, quieto,
que tú, que yo mismo venga
sigiloso por la espalda,
con la sorpresa de un beso
blanco y verde de silencio,
que tú, que yo mismo venga
con un beso
muerto de puro perfecto.
Apasionadamente
¡Y tanto, y tanto te amo
que mis palabras mueren
en un rumor de besos sin descanso!
¡Y tanto todavía que mis manos
no te hallan al tocarte!
¡Tanto y tan sin descanso,
que fluyo, y fluyo, y fluyo,
y es solamente llanto!
Cerca y lejos
Más allá del pecado,
indecible, te adoro,
y al buscar mis palabras
sólo encuentro unos besos.
En el pecho, en la nuca,
te quiero.
En el cáliz secreto,
te quiero.
donde tu vientre es combo,
fugitiva tu espalda,
oloroso tu cuerpo,
te quiero.
Descanso
Con ternura, con paz, con inocencia,
con una blanda tristeza o el cansancio
que viene a ser un perro fiel que acariciamos,
estoy sentado en mi sillón y soy feliz,
y soy feliz
porque no siento la necesidad de pensar algo preciso.
Con una fatiga que no es un desengaño,
con un gozo que no alienta esperanzas,
estoy en mi sillón, y estoy
en algo que quizás sólo es amor.
Sé que floto
y nada me parece sin embargo indiferente;
sé que nada me alegra ni me duele
y que sin embargo todo me enternece;
sé que eso es el amor,
o que quizá solamente es un dulce cansancio;
sé que soy feliz
porque no siento la necesidad de pensar algo preciso.
Enamórate
Enamórate de una mujer por el perfume de su piel, de las emociones que te regala con una sonrisa.
Enamórate de sus abrazos y su caricias.
Enamórate de sus imperfecciones. Has de ellas únicas e inevitables,recoge su verdadera esencia,emborráchate de ella.
No pongas atención a las formas, excava su alma y llega hasta el centro de su corazón.
Enamórate de esto, porque es la única cosa que encontrarás siempre.
El aprendiz de escritor
De tarde en tarde
Gracias
Pretextos
Soy tan loco...
Arte poética
Mirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua.
Sentir que la vigilia es otro sueño
que sueña no soñar y que la muerte
que teme nuestra carne es esa muerte
de cada noche, que se llama sueño.
Ver en el día o en el año un símbolo
de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor y un símbolo,
ver en la muerte el sueño, en el ocaso
un triste oro, tal es la poesía
que es inmortal y pobre. La poesía
vuelve como la aurora y el ocaso.
A veces en las tardes una cara
nos mira desde el fondo de un espejo;
el arte debe ser como ese espejo
que nos revela nuestra propia cara.
Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
lloró de amor al divisar su Itaca
verde y humilde. El arte es esa Itaca
de verde eternidad, no de prodigios.
También es como el río interminable
que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
y es otro, como el río interminable.
Hay tres figuras aladas...
Hay tres figuras aladas: Hipnos, Eros, Tánatos. Los modernos distinguen entre sueño, ensueño y fantasma. En griego significan esta única e idéntica capacidad que tiene la imagen en el alma, inconsistente y efractora a la vez. Estos tres dióses alados son los responsables de un mismo rapto que saca fuera de la presencia física y fuera de la domus social. Perséfone conducida a la fuerza a los infiernos y hlelena a Troya forman un mismo rapto por el cual el sueño,el deseo y la muerte son indistintos en cuanto a sus efectos. Háipyes viene de harpázein (raptar). Las sirenas y las esfinges son las mismas fuerzas rapaces, ya sea que secuestren en el sueño, rapten en el deseo o devoren en la muerte. El sueño es un dios más grande que la muerte y el deseo. Hipnos (Somnus) es el amo de Eros y de Tánatos, porque el placer masculino rapta a los hombres durante el sueño, así como la muerte los eterniza en él.
De "El sexo y el espanto."
Venimos de una escena en la que no estábamos
Venimos de una escena en la que no estábamos. El hombre es aquel a quien le falta una imagen. Aunque cierre los ojos y sueñe de noche, aunque los abra y observe atentamente las cosas reales a la luz resplandeciente del sol, aunque su mirada se aleje y se extravíe, o vuelva sus ojos al libro que tiene entre las manos, aunque espíe una película sentado en la oscuridad o se quede absorto contemplando un cuadro, el hombre es una mirada deseante que busca otra imagen detrás de todo lo que ve.
De "El sexo y el espanto."
Te prometí
Antes, que renuncies a nuestras promesas
Que pienses en darle la vuelta a nuestras ganas
De amarnos una vida entera
Antes, que el miedo nos abra la puerta
Que deje pasar la tormenta a nuestras almas
Recuerda que el amor es fuerza
Antes, que creas que perdimos la guerra
Levanta la cara y confía en mi
Te tengo aquí y no voy a soltar
Porque te prometí
Que no iba a dejar de luchar jamás
Que iba a morir por ti, lo prometí
Y no voy a cambiar
Te prometí
Que si amenazaba la soledad
Iba abrazarte a mi,
no voy a dejarte de amar
Antes, que la sombra de nuestro pasado
Intente cambiar el destino y separarnos
Créeme que estaré a tu lado
Antes, que creas que perdimos la guerra
Levanta la cara y confía en mi
Te tengo aquí y no voy a soltar
Porque te prometí
Que no iba a dejar de luchar jamás
Que iba a morir por ti, lo prometí
Y no voy a cambiar
Te prometí
Que si amenazaba la soledad
Iba abrazarte a mi,
Que no iba a dejar
Yo seguiré
Siempre a tu lado sin descanso
Respirando la esperanza
No se ahogan nuestros labios
Porque te prometí
Que no iba a dejar de luchar jamás
Que iba a morir por ti, lo prometí
Y no voy a cambiar
Te prometí
Que si amenazaba la soledad
Iba abrazarte a mi,
Que no iba a dejarte de amar
Pretendí
Pretendí no quererte, no buscarte, y hasta no extrañarte. Pretendí muchas cosas, aún sabiendo que un amor así no se pretende. Un amor así se entiende, se siente, se aprende a querer.
El escribía poemas en su espalda
El escribía poemas en su espalda. Y no le importaba navegar sus valles o naufragar por sus lunares. Y ella en cambio se bañaba en sus palabras, que en cada letra le acariciaban el alma. Y aunque no veía lo que él escribía, lo sentía tan cerca como el papel en su piel, como el tacto de sus manos, como el trazo de su pluma agitando su piel desnuda.
No tengas miedo
No tengas miedo a que un buen amor te mate. Ten miedo a no vivirlo y morir pensando en lo que hubiera sido.
Si el amor fuera tan fácil
Si el amor fuera tan fácil, no existirían noches de insomnio, no dolería tanto su pérdida, no te dejaría tantas cicatrices visibles.
Si el amor fuera tan fácil, no te arrancaría un suspiro o te dejaría sin aire con sólo mirar sus ojos.
Si el amor fuera tan fácil, no valdría la pena complicarse tanto la vida.
Vengo a borrar tus miedos
Vengo a borrar tus miedos con besos. A acurrucar tu alma en mi pecho. Vengo a pintarte todos los días, a sembrar colores en tu vida. Vengo a ser contigo en el amor, y que seas conmigo en el tiempo.
A una mujer de verdad
A una mujer de verdad no le vengas con engaños; de besarla sin quererla, de usarla sin amarla. A una mujer de verdad trátala como si fuera la verdad misma, como si fuera el tiempo, como si se acabara la vida en cada beso.
No bajes la mirada
No bajes la mirada cuando mis ojos te digan que te quieren. No le tengas miedo a mi boca cuando mis labios busquen tu aliento. No le temas al calor de mis manos, o al roce tierno de mi piel desnuda. No niegues a este amor, que busca perderse en lo más profundo de tu alma.
Quién
Pasos de cero
No cabe tanto amor en esta cama, si me dejaras
Sin ti yo me pierdo