Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Con el tiempo

Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma, uno aprende que el amor no significa recostarse y una compañía no significa seguridad y uno empieza a aprender que los besos no son contratos, y los regalos no son promesas, y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos, no con el dolor de un niño...

Y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes...

Y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad, y después de un tiempo uno aprende: que si es demasiado, hasta el calorcito del sol quema.

Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma,
en lugar de esperar a que alguien te traiga flores...
y uno aprende que realmente fue de aguantar que uno es realmente fuerte, que uno realmente vale y uno aprende y aprende...
con cada adiós uno aprende.

Con el tiempo aprendes que estar con alguien porque te ofrece un buen futuro significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado.

Con el tiempo comprendes que sólo quien es capaz de amarte con tus defectos, sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad que deseas.

Con el tiempo te das cuenta de que si estás al lado de esa persona sólo por acompañar tu soledad, irremediablemente acabarás deseando no volver a verla.

Con el tiempo entiendes que los verdaderos amigos son contados, y que el que no lucha por ellos tarde o temprano se verá rodeado sólo de amistades falsas.

Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en un momento de ira pueden seguir lastimando a quien heriste, durante toda la vida.

Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar es sólo de almas grandes.

Con el tiempo comprendes que si has herido a un amigo duramente, muy probablemente la amistad jamás volverá a ser igual.

Con el tiempo te das cuenta que aunque seas feliz con tus amigos,
algún día llorarás por aquellos que dejaste ir.

Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona es irrepetible.

Con el tiempo te das cuenta de que el que humilla o desprecia a un ser humano, tarde o temprano sufrirá las mismas humillaciones o desprecios.

Con el tiempo comprendes que apresurar las cosas o forzarlas a que pasen ocasionará que al final no sean como esperabas. 

Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante.

Con el tiempo verás que aunque seas feliz con los que están a tu lado, añorarás terriblemente a los que ayer estaban contigo y ahora se han marchado.

Con el tiempo aprenderás que intentar perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo, ante una tumba, ya no tiene ningún sentido.

Pero desafortunadamente, sólo con el tiempo...

EL MENSAJE PERDIDO

Se lo ha llevado el viento, esa mano de olvido,
El pequeño mensaje que quedara en la puerta;
Se fue sobrevolando, como ebrio o perdido,
La rumorosa calle, en la tarde desierta.

Allá irá, todo alma de amor estremecido,
Náufrago diminuto con dirección incierta,
Agonizante espíritu, el que pudo haber sido
Alegría del ser que lo aguardaba alerta.

Diría: "¡Te recuerdo!" o, tal vez, "¡Hasta nunca!"
"Te llevo por los días guardada en mi memoria".

O quizá: "Amor mío, me voy con el crepúsculo..."

Mas nada ha de saberse pues así queda trunca
Toda posible hipótesis sobre la dulce historia,
Que el papel se perdió, tan grande y tan minúsculo.

No son los muertos

No son los muertos los que en dulce calma
la paz disfrutan de su tumba fría,
muertos son los que tienen muerta el alma
y viven todavía.

No son los muertos, no los que reciben
rayos de luz en sus despojos yertos,
los que mueren con honra son los vivos,
los que viven sin honra son los muertos.

La vida no es la vida que vivimos,
la vida en el honor, es el recuerdo.
Por eso hay hombres que en el Mundo viven,
y hombres que viven en el Mundo muertos.

Súplica

Pechos repletos como copas.
Miradas maliciosas que me tienen perdido.
No me tortures más, hermosa.
Ya no soporto esta agonía.
Estoy zumbando como un zángano
listo para la miel.
Reina mía, apiádate.
Clemencia, no seas cruel.
Si he de morir, que muera.
Pero en la miel. 

Celos

Mira, preciosa, aplácate.
Que tu largo collar,
cuyas cuentas repaso,
si toco a otra, me ahorque.
Que los cántaros de tus pechos,
colmados en mis manos,
si mis palabras suenan falsas,
me ahoguen.
Con tus brazos, amárrame,
en tus muslos, lacérame,
en tu pecho, sofócame.
Tortúrame día y noche
en el furioso potro de tu amor. 

La diadema

Su cabellera cruza
por su cara
como nubes negrísimas
por la luna. 

Su guirnalda deshecha
anda en su pelo,
igual que en aguas desbordadas. 

Hoy, refinadamente,
ella es quien monta en él.
Se gana con amor
la diadema de perlas de su frente.

Con toda fuerza cae
sobre los labios de su amado
como una luna halcón
sobre una flor de loto.

El collar va y viene
bajo los pechos que se agitan
como borbotones de leche
de cántaros colmados.

Los cascabeles de su cinto
suenan a gloria del dios del amor. 

Plenitud

Canta, cuclillo despiadado.
Luna funesta, sigue en tu desolación.
Flechas de amor, disparen.
Ha vuelto, al fin, mi amor.
Otra vez tengo casa.
Otra vez tengo Dios.
Otra vez tengo cuerpo.
Soy yo. 

Cara de luna

Te robaste la luna,
muchacha:
te van a descubrir.
Baja los ojos.
No provoques envidias
de los astros celosos.
Por ti pueden venir
eclipses y desastres:
te robaste la luna.
Y no hay manera
de que no se descubra.

Crisol

El oro se depura
en el crisol.
En no poder
se refina el amor.
Amor, amor,
calma tu indignación.
A veces sí
y a veces no.
Si se encienden
las palabras
y se enciende
la emoción
y luego no,
es que no es de aire
sino de carne y hueso
el amor.
A veces sí
y a veces no.

Si soñaras siempre, si amaras...

Si soñaras siempre, si amaras
olvidándote, abandonándote...

Pensaría por ti las cosas
dejando que me las soñases.
Con mi velar y tu soñar
el camino sería fácil.
Yo daría los nombres justos
a los sueños que deshojases.
Encontraría para ellos
la voz que los encadenase,
la forma exacta, la palabra
que los llena de claridades.
Me acercaría hasta ti como
si fueses una orilla madre.

Y qué descanso dar al alma
sombras que el alma apenas sabe.
Yo no diría de ti: era
blanca y hermosa y joven y ágil;
tenía bellos ojos tristes
abiertos sólo a realidades
Yo diría de ti: es mi fresca
raíz que de los sueños nace,
la música de mis palabras,
el hondo canto inexplicable,
la prodigiosa primavera
que en las hojas recientes arde,
el corazón caliente que ama
olvidándose, abandonándose.

Tú lo sabrás un día. Entonces
será demasiado tarde.

Segundo amor

No quiero que desgranes tu pasado en mis manos,
porque sólo el presente ofrece carne viva.
Sería, recordar, sentir dolores de otros
doliendo en nuestras vidas.

Serenidad. Se siente el otoño en el alma
caer, con la tristeza de su razón cumplida.
A qué mirar adentro, a la espalda, pensar
en la luz que declina.

Quisiera preguntarte; pero yo me someto.
Contengo la pregunta con la mano en la herida.
No quiero que desgranes tu pasado, que tornes
a lo que no se olvida.

Pensamiento de amor

Dejé un instante de pensarte. Había
sucedido algo en ti cuando volviste.
Venías más nostálgico, más triste,
seco tu sol que iluminó mi día.

Alguien -sé quién- que yo no conocía,
alguien que calza sueños de oro, y viste
almas dolientes, te pensó. Caíste
al pozo donde muere la alegría.

¿Por qué fuiste pensado, malherido,
pensamiento de amor?  ¿Cómo han podido
pasarte el corazón de parte a parte?

¿Por qué volviste a mí, sufriendo, a herirme?
¿No recuerdas que tengo que ser firme?
¿Es que no ves que tengo que matarte?

Paseo

Sin ternuras, que entre nosotros
sin ternuras nos entendemos.
Sin hablarnos, que las palabras
nos desaroman el secreto.
¡Tantas cosas nos hemos dicho
cuando no era posible vernos!
¡Tantas cosas vulgares, tantas
cosas prosaicas, tantos ecos
desvanecidos en los años,
en la oscura entraña del tiempo!
Son esas fábulas lejanas
en las que ahora no creemos.

Es octubre. Anochece. Un banco
solitario. Desde él te veo
eternamente joven, mientras
nosotros nos vamos muriendo.
Mil novecientos treinta y ocho.
La Magdalena. Soles. Sueños.
Mil novecientos treinta y nueve,
¡comenzar a vivir de nuevo!
Y luego ya toda la vida.
Y los años que no veremos.

Y esta gente que va a sus casas,
a sus trabajos, a sus sueños.
Y amigos nuestros muy queridos,
que no entrarán en el invierno.
Y todo ahogándonos, borrándonos.
Y todo hiriéndonos, rompiéndonos.

Así te he visto: sin ternuras,
que sin ellas nos entendemos.
Pensando en ti como no eres,
como tan solo yo te veo.
Intermedio prosaico para
soñar una tarde de invierno.

El buen momento

Aquel momento que flota
nos toca de su misterio.
Tendremos siempre el presente
roto por aquel momento.

Toca la vida sus palmas
y tañe sus instrumentos.
Acaso encienda su música
sólo para que olvidemos.

Pero hay cosas que no mueren
y otras que nunca vivieron
y las hay que llenan todo
nuestro universo.

Y no es posible librarse
de su recuerdo.

Como la rosa: nunca...

Como la rosa: nunca 
te empañe un pensamiento. 
No es para ti la vida 
que te nace de dentro. 
Hermosura que tenga 
su ayer en su momento. 
Que en sólo tu apariencia 
se guarde tu secreto. 
Pasados no te brinden 
su inquietante misterio. 
Recuerdos no te nublen 
el cristal de tus sueños.

Cómo puede ser bella 
flor que tiene recuerdos.

Cae el sol

Perdóname. No volverá a ocurrir.
Ahora quisiera
meditar, recogerme, olvidar: ser
hoja de olvido y soledad.
Hubiera sido necesario el viento
que esparce las escamas del otoño
con rumor y color.
Hubiera sido necesario el viento.

Hablo con humildad,
con la desilusión, la gratitud
de quien vivió de la limosna de la vida.
Con la tristeza de quien busca
una pobre verdad en que apoyarse y descansar.
La limosna fue hermosa -seres, sueños, sucesos, amor-,
don gratuito, porque nada merecí.

¡Y la verdad! ¡Y la verdad!
Buscada a golpes, en los seres,
hiriéndolos e hiriéndome;
hurgada en las palabras;
cavada en lo profundo de los hechos
-mínimos, gigantescos, qué más da:
después de todo, nadie sabe
qué es lo pequeño y qué lo enorme;
grande puede llamarse a una cereza
( "hoy se caen solas las cerezas",
me dijeron un día, y yo sé por qué fue ),
pequeño puede ser un monte,
el universo y el amor.

Se me había olvidado algo
que había sucedido.
Algo de lo que yo me arrepentía
o, tal vez, me jactaba.
Algo que debió ser de otra manera.
Algo que era importante
porque pertenecía a mi vida: era mi vida.
(Perdóname si considero importante mi vida:
es todo lo que tengo, lo que tuve;
hace ya mucho tiempo, yo la habría vivido
a oscuras, sin lengua, sin oídos, sin manos,
colgado en el vacío,
sin esperanza.)

Pero se me ha borrado
la historia (la nostalgia)
y no tengo proyectos
para mañana, ni siquiera creo
que exista ese mañana (la esperanza).
Ando por el presente
y no vivo el presente
(la plenitud en el dolor y la alegría).
Parezco un desterrado
que ha olvidado hasta el nombre de su patria,
su situación precisa, los caminos
que conducen a ella.
Perdóname que necesite
averiguar su sitio exacto.

Y cuando sepa dónde la perdí,
quiero ofrecerte mi destierro, lo que vale
tanto como la vida para mí, que es su sentido.
Y entonces, triste, pero firme,
perdóname, te ofreceré una vida
ya sin demonio ni alucinaciones.

Así era

Canta, me dices. Y yo canto.
¿Cómo callar? Mi boca es tuya.
Rompo contento mis amarras,
dejo que el mundo se me funda.
Sueña, me dices. Y yo sueño.
¡Ojalá no soñara nunca!
No recordarte, no mirarte,
no nadar por aguas profundas,
no saltar los puentes del tiempo
hacia un pasado que me abruma,
no desgarrar ya más mi carne
por los zarzales, en tu busca.

Canta, me dices. Yo te canto
a ti, dormida, fresca y única,
con tus ciudades en racimos,
como palomas sucias,
como gaviotas perezosas
que hacen sus nidos en la lluvia,
con nuestros cuerpos que a ti vuelven
como a una madre verde y húmeda.

Eras de vientos y de otoños,
eras de agrio sabor a frutas,
eras de playas y de nieblas,
de mar reposando en la bruma,
de campos y albas ciudades,
con un gran corazón de música.

Apagamos las manos. Dejamos encima del mar marchitarse la luna...

Apagamos las manos. Dejamos encima del mar marchitarse la luna
y nos pusimos a andar por la tierra cumplida de sombra.
Ahora ya es tarde. Las albas vendrán a ofrecernos sus húmedas flores.
Ciegos iremos. Callados iremos, mirando algo nuestro que escapa
hacia su patria remota.
(Nuestro espíritu debe de ser, que cabalga
sobre las olas.)

Ahora ya es tarde. Apagamos las manos felices
y nos ponemos a andar por la tierra cumplida de sombra.
Hemos caído en un pozo que ahoga los sueños.
Hemos sentido la boca glacial de la muerte tocar nuestra boca.

Antes, entonces, con qué gozo ardiente,
con qué prodigioso encenderse de aurora
modelamos en nieblas efímeras, en pasto de brisas ligeras,
nuestra cálida hora.
Y cómo apretamos las ubres calientes. Y cómo era hermoso
pensar que no había ni ayer, ni mañana, ni historia.

Ahora ya es tarde; apagamos las manos felices
y nos ponemos a andar por la tierra cumplida de sombra.
Cómo errar por los años, como astros gemelos, sin fuego,
como astros sin luz que se ignoran.
Cómo andar, sin nostalgia, el camino, soñando dos sueños distintos
mientras en torno el amor se desploma.

Ahora ya es tarde. Sabemos. Pensamos. (Buscábamos almas.)
Ahora sabemos que el alma no es piedra ni flor que se toca.
Como astros gemelos y ajenos pasamos, sabiendo
que el alma se niega si el cuerpo se niega.
Que nunca se logra si el cuerpo se logra.

Dejamos encima del mar marchitarse la luna.
Cómo errar, por los años, sin gloria.
Cómo aceptar que las almas son vagos ensueños
que en sueños tan sólo se dan, y despiertos se borran.
Qué consuelo ha de haber, si lograr una gota de un alma
es pretender apresar el latir de la tierra, desnuda y redonda.

Estamos despiertos. Sabemos. Como astros soberbios, caídos,
sentimos la boca glacial de la muerte tocar nuestra boca.

Un día entre nosotros

Yo me siento. Tú te sientes. Nos sentimos,
estamos juntos. Somos
terriblemente dichosos,
como el cielo siempre azul, como el espanto,
como la luz que es la luz,
como el espacio.

Si ahora me preguntaran por qué estoy tan contento,
diría: «Porque soy.»
Y al decirme sería un poco menos.
Si tratara de explicarme surgirían como sierpes
desenvueltas y en combate mis ambiguos sentimientos.
Pero soy solo. Sí. Soy. Te creo.

Estas aquí, en mí mismo.
Ni te veo, ni te pienso, ni te beso, ni te sueño.
Sólo estás. Estoy contigo. Yo, a tu lado, Tú conmigo.
Estamos uno en otro, tan reales
que con ser poco, ese poco es ya bastante.
Estamos en lo que somos, de puro simples, totales.

Estamos donde siempre, callados. No hay motivo
razonable para ser tan ferozmente dichosos.
Pero sacan el porrón de vino, las chuletas, 
la ensalada, el Cacciotta ricamente podrido,
el jugo de naranja, los cafés, la ginebra.
Estamos juntos y todo nos sabe por eso a fiesta.

Soy feliz, ¡tan feliz!
Si ahora me levantara saldría por el techo.
Estoy, como se dice vulgarmente, contento.
Vivo, vivo, y contigo
comprendo que vivir es algo muy sencillo.
El corazón ha abierto su mano y yo deliro.

Me dejo estar. Te quiero. Todo es bello.
Irradio una certeza fulminante.
Soy el alguien tremendo que en ti se basta a sí mismo.
Soy mi absoluta presencia (¿qué pasa?)
que está aquí (¡perdón, nada!).
Soy contigo y tú conmigo, el imán de los prodigios.

¿Quién creería si nos viera que cada día, obtusa,
la desgracia del mundo de fuera nos arrastra?
¡Amor besa mi muerte! ¡Dolor, sé voluptuoso!
¡Oh tú, Necesidad, pon la burla en mis ojos
y en pecho ese ritmo de la paz y la guerra
que son a una el latido fatal de la belleza!

¡Ahora, mi ahora mismo,
sé límpido y valiente, la alegría ganada
a los monstruos informes, y a lo triste sin alma!
¡Oh tú, mi yo más bello, mi más que yo, mi amada,
manténme con tus ojos suspenso, nunca grave,
y sea siempre magia la vida cotidiana!

Tú que solo eres tú

Mi vicio, mi locura, mi alegría,
¡todavía muchacha!
Mi nunca suficientemente amada,
cámbiame los ojos si así quieres,
pónmelos de ira.
Es lo mismo. Me das vida.

¿Quién eres?

Con cambiarte de traje, te cambio también de alma.
( No adivinas mi angustia. No sé casi quién eres. )

Si te revuelvo el pelo tú ríes locamente
mientras a mí me duele sentirte tan informe.

Tanto puedo variarte que no sé ya que quiero.
Tú puedes serlo todo. Tú eres la misma nada.

Y te ríes, y acaso, si tus labios me buscan
son solo una medusa de silencio anhelante.

Porque sí

Pececito esquivo,
caballito que monto,
delicia que no nombro,
y quiero, quiero, quiero.

Cuando te beso, acierto;
cuando te toco, creo;
si te acaricio mido
mi infinito deseo.

Mas te prolongas lejos;
eres más, eres lo otro,
lo que nunca apreso
aunque te toco y beso.

siempre un poco esquiva,
siempre resbalada,
tú, que nunca entiendo,
y quiero, quiero, quiero.

Perdido de amor

La fatiga, la inmensa
fatiga de los días repetidos.
(Toda alegría supone
algo de heroísmo.)

Admirable enemiga,
de ti nazco sufriendo.
(Arder: Así me miento
un alma iluminada.)

Y vivo de la muerte 
que me das sonriendo,
y muero en la dulzura
de tu vago silencio.

Amada, amada mía,
alta llama en el tiempo,
tú creas melodías
con pausas y secretos.

Y el hastío se alarga
de pronto en formas dulces,
y los días se nombran
según un sentimiento

Penúltimas palabras

Mientras las estrellas brillan temblorosas,
te diré una palabra sencilla y antigua,
palabra siempre dicha, pero nunca entendida,
palabra que tan sólo de tú a tú comprendemos:
Te amo.

La noche vasta ensancha tu dulce presencia.
Secretamente te hablo retorciendo mi angustia.
Secretamente sufro por algo prohibido
y es sencillo y terrible como tú si me miras:
Te amo.

La muerte sólo brilla con tranquilas estrellas.
Sus párpados son lentos; su silencio es antiguo;
sus manos que no tocan me adivinan en sombra;
su gloria es un secreto.

Regia amante nocturna de senos glaciales,
cielo de la hermosura más allá de mi dicha
y mi amor, y mi canto, y mi vuelo más loco,
¡también yo he de callarme!

Ni más ni menos

Son tus pechos pequeños,
son tus ojos confusos,
lo que no tiene nombre
y no comprendo, adoro.

Son tus muslos largos
y es tu cabello corto;
lo que siempre me escapa
y no comprendo, adoro.

Tu cintura, tu risa,
tus equívocos locos,
tu mirada que burla
y no comprendo, adoro.

¡Tú que estás tan cerca!
¡Tú que estás tan lejos!
Lo que beso, y no tengo,
y no comprendo, adoro.

Morir

¡Ay tú, siempre lejana!
(Tu cuerpo poseído
me parece aún intacto.)
¡Ay, tu sonrisa esquiva!
¡Ay, tus palabras vagas!
Todo tan sin sentido
(adorable, imposible!)
que no eres tú, no es nada,
es la nada lo que amo
revestida de luces
que en suave piel resbalan.

Desnúdate, ¿qué importa?
Ya sólo sé morirme
y no mirarte. Canto
cierto nácar cambiante,
deseo con mil nombres
que aquí brilla variando,
ternura, o llanto, o dicha,
o -querida, querida, querida-
no saber qué se dice,
morir tu misma muerte,
rozarte así imposible.

La noche viene desnuda

La noche viene desnuda: 
senos de luna, 
guantes morados.

Con los brazos en alto 
ya la estoy esperando. 
¡Qué cerca de mi oído 
enmudecen sus labios! 
¡Amor, amor! 
La muerte 
me está besando.

En ti termino

Este objeto de amor no es un objeto puro;
es un objeto bello, y creo que eso basta.
Bellos son sus brazos, sus hombros, sus senos;
bellos son sus ojos (¡y qué bien me mienten!)

Deseable, me engaña, o furtiva, resbala
suave, suavemente, con física dulzura,
o gravita hacia un centro más secreto que el alma;
o duele con un fuego más real que el cariño.

Si la beso, no hablo; si la toco, no creo;
y me quedo callado mirándola muy cerca,
o me duermo en sus brazos, o me muero en su espasmo,
y en aniquilarme hallo cierto descanso.

Despedida

Quizás, cuando me muera, 
dirán: Era un poeta. 
Y el mundo, siempre bello, brillará sin conciencia. 

Quizás tú no recuerdes 
quién fui, mas en ti suenen 
los anónimos versos que un día puse en ciernes. 

Quizás no quede nada 
de mí, ni una palabra, 
ni una de estas palabras que hoy sueño en el mañana. 

Pero visto o no visto, 
pero dicho o no dicho, 
yo estaré en vuestra sombra, ¡oh hermosamente vivos! 

Yo seguiré siguiendo, 
yo seguiré muriendo, 
seré, no sé bien cómo, parte del gran concierto.

Deseada

Deseada, ¡tan suave!,
confín donde resbalo.
¡Oh siempre un poco ausente,
suspendida en la nada!

¿Son tus ojos dulces?
No, que está turbado
tu mirar brillante
de anhelos contrarios.

Yo te amo, te amo, te amo,
todo lleno de alas tempestuosas,
y de garras, de furias,
de dolor, por abrirme.

¡Oh, tenme en tu sonrisa,
en tu sombra, en lo leve
de tu mano impalpable!
¡Tenme en tu caricia!

¿A qué llamas cambiando?
¿Qué me pides furtiva?
¡Oh tú, siempre ignorada,
tú siempre antigua y nueva!

Ven más cerca. No temas.
Tu mano tibia tiembla,
tu cintura se atreve
con sobresaltos, mía. ¡Mía, deseada!

Y aún sonríes con ojos
inocentes y raros.
¡Oh, dime! ¿Qué sugieren
tus ojos arcaicos?

Cabelleras, torrentes,
músicas perdidas,
corazón: esa ave
que, cogida, tiembla.

Y tú, esquiva, flotando
desnuda, lenta y suave.
Tú, chiquita, huida
en un cielo sin nadie.

¡Oh dime, deseada,
cómo hay que abrazarte
mientras tu boca expira
en la mía, sin habla!

Di si tu remota
belleza en tu cuerpo
puedo yo apresarla.
Puedo así matarte.

Deseada, ya basta.
Deseada, no puedo.
Deseada, tú quieres
que yo muera contigo.

Dedicatoria final

Pero tú existes ahí. A mi lado. ¡Tan cerca! 
Muerdes una manzana. Y la manzana existe. 
Te enfadas. Te ríes. Estás existiendo. 
Y abres tanto los ojos que matas en mí el miedo, 
y me das la manzana mordida que muerdo. 
¡Tan real es lo que vivo, tan falso lo que pienso 
que -¡basta!- te beso! 
¡Y al diablo los versos, 
y Don Uno, San Equis, y el Ene más Cero! 
Estoy vivo todavía gracias a tu amor, mi amor, 
y aunque sea un disparate todo existe porque existes, 
y si irradias, no hay vacío, ni hay razón para el suicidio, 
ni lógica consecuencia. Porque vivo en ti, me vivo, 
y otra vez, gracias a ti, vuelvo a sentirme niño.

De noche

Y la noche se eleva como música en ciernes,
y las estrellas brillan temblando de extinguirse,
y el frío, el claro frío,
el gran frío del mundo,
la poca realidad de cuanto veo y toco,
el poco amor que encuentro,
me mueven a buscarte,
mujer, en cierto bosque de latidos calientes.

Sólo tú, dulce mía,
dulce en los olores de savia espesa y fuerte,
sin palabras, muy cerca, palpitando conmigo,
sólo tú eres real en un mundo fingido;
y te toco, y te creo,
y eres cálida y suave matriz de realidades,
amante, amparo, madre,
o peso de la tierra que sólo en ti acaricio,
o presencia que aún dura cuando cierro los ojos,
fuera de mí, tan bella.

Aquí están todas las rosas encarnadas del deseo...

¡Aquí están todas las rosas encarnadas del deseo! 
Allí la luna, callada, 
blanca y estéril, mirando, 
espejo vuelto a sí mismo, 
su perfección de narciso: 
soledad en aguas blancas 
de lo blanco quieto y frío.

Dura o sin sangre, tranquila, 
de está mirando a sí misma, 
mientras rosas encarnadas, 
pulpa y amor, carne viva, 
bajo una brisa caliente 
se desmayan de delicia.

Con los ojos en la luna, 
bajo los pies, rosas rojas, 
estoy esperando, quieto, 
que tú, que yo mismo venga 
sigiloso por la espalda, 
con la sorpresa de un beso 
blanco y verde de silencio, 
que tú, que yo mismo venga 
con un beso 
muerto de puro perfecto.

Apasionadamente

¡Y tanto, y tanto te amo
que mis palabras mueren
en un rumor de besos sin descanso!

¡Y tanto todavía que mis manos
no te hallan al tocarte!

¡Tanto y tan sin descanso,
que fluyo, y fluyo, y fluyo,
y es solamente llanto!

Cerca y lejos

Más allá del pecado,
indecible, te adoro,
y al buscar mis palabras
sólo encuentro unos besos.

En el pecho, en la nuca,
te quiero.
En el cáliz secreto,
te quiero.

donde tu vientre es combo,
fugitiva tu espalda,
oloroso tu cuerpo,
te quiero.

Descanso

Con ternura, con paz, con inocencia,
con una blanda tristeza o el cansancio
que viene a ser un perro fiel que acariciamos,
estoy sentado en mi sillón y soy feliz,
y soy feliz
porque no siento la necesidad de pensar algo preciso.

Con una fatiga que no es un desengaño,
con un gozo que no alienta esperanzas,
estoy en mi sillón, y estoy
en algo que quizás sólo es amor.

Sé que floto
y nada me parece sin embargo indiferente;
sé que nada me alegra ni me duele
y que sin embargo todo me enternece;
sé que eso es el amor,
o que quizá solamente es un dulce cansancio;
sé que soy feliz
porque no siento la necesidad de pensar algo preciso.

Enamórate

Enamórate de una mujer por el perfume de su piel, de las emociones que te regala con una sonrisa.

Enamórate de sus abrazos y su caricias.

Enamórate de sus imperfecciones. Has de ellas únicas e inevitables,recoge su verdadera esencia,emborráchate de ella.

No pongas atención a las formas, excava su alma y llega hasta el centro de su corazón.

Enamórate de esto, porque es la única cosa que encontrarás siempre.

El aprendiz de escritor

Escribía porque le producía placer, uno nuevo y desconocido, lo hacía diariamente, era su nuevo hábito, casi a cualquier hora pero la noche era su mejor momento o al menos eso creía.

Un cúmulo de mundos nuevos y mágicos aparecían tras sus letras, personajes diferentes que su imaginación proveía fértil. Su pecho estaba vacío pero su cabeza estaba llena de desbordantes ideas
No tenía un tema en especial, escribía lo que le venía a la mente. Antes su soliloquio era el amor pero este le dio la espalda, matándolo la fría y cruel indiferencia del ser aquel de su total afecto.

Una vez que halló el camino de las letras ya no lo abandonaría, ahí no había engaño ni traiciones, mentiras o vanidades, era él solo y sus locuaces ideas que venían sin ton ni son.

Todo quedaba plasmado en el papel algunas veces manchada por la tinta que escurría o por las enmendaduras procurando ser elocuente.

No escribía para nadie, solo para él con la  mayor honestidad de la que era capaz, sabía que el resultado no era perfecto pero era suyo, real y sincero.

Así pasaba las horas y los días, buscando o haciendo tiempo para escribir, descubriendo en cada letra y en cada palabra un placer nunca antes sentido.

De tarde en tarde

Como cada tarde, ella llegaba presurosa y enamorada para encontrarlo y refugiarse en sus brazos.

Eran sus íntimos momentos que gozaban plenamente y que no recordaban bien a bien cuando se había convertido en un hábito inigualable.

Sentados en la terraza ella cobijada en sus brazos, miraban y disfrutaban cada día el crepúsculo que se escondía atrás del campanario de la iglesia, mientras el momento cumbre llegaba, miraban a la gente que caminaba sobre la plaza central, se intercambiaban miradas, sonrisas, caricias y besos... Los más tiernos, dulces, profundos y enamorados besos.

Así transcurrían sus días, con pocas palabras, porque los enamorados se comunican con el corazón, cada vez más unidos sin importar que el tiempo a él inevitablemente se le acababa.

Gracias

Gracias amigos por las tardes de tertulias y las noches de bohemia, por el buen vino y las viejas canciones, por los alegres momentos y las risas sinceras.

Pero me espera una gentil mujer con mirada cargada de futuro con quien debo conjugar el verbo amar y no está en mi hacerla esperar... dijo henchido de emoción el bardo.

Pretextos

Llega un momento en que es necesario abandonar las ropas usadas que ya tienen la forma de nuestro cuerpo y olvidar los caminos que nos llevan siempre a los mismos lugares. Es el momento de la travesía. Y, si no osamos emprenderla, nos habremos quedado para siempre al margen de nosotros mismos.

Soy tan loco...

Soy tan loco que si usted no siente amor por mi, yo le ofrezco mi amistad más sincera; si usted no quiere mi amistad, le ofrezco la vivencia de habernos conocido; si usted ni siquiera quiere saber de mí, le ofrezco mi ausencia.

Seamos prácticos, que la vida no es complicada, los complicados somos nosotros.

Arte poética


Mirar el río hecho de tiempo y agua 
y recordar que el tiempo es otro río, 
saber que nos perdemos como el río 
y que los rostros pasan como el agua. 

Sentir que la vigilia es otro sueño 
que sueña no soñar y que la muerte 
que teme nuestra carne es esa muerte 
de cada noche, que se llama sueño. 

Ver en el día o en el año un símbolo 
de los días del hombre y de sus años, 
convertir el ultraje de los años 
en una música, un rumor y un símbolo, 

ver en la muerte el sueño, en el ocaso 
un triste oro, tal es la poesía 
que es inmortal y pobre. La poesía 
vuelve como la aurora y el ocaso. 

A veces en las tardes una cara 
nos mira desde el fondo de un espejo; 
el arte debe ser como ese espejo 
que nos revela nuestra propia cara. 

Cuentan que Ulises, harto de prodigios, 
lloró de amor al divisar su Itaca 
verde y humilde. El arte es esa Itaca 
de verde eternidad, no de prodigios. 

También es como el río interminable 
que pasa y queda y es cristal de un mismo 
Heráclito inconstante, que es el mismo 
y es otro, como el río interminable.

Hay tres figuras aladas...

Hay tres figuras aladas: Hipnos, Eros, Tánatos. Los modernos distinguen entre sueño, ensueño y fantasma. En griego significan esta única e idéntica capacidad que tiene la imagen en el alma, inconsistente y efractora a la vez. Estos tres dióses alados son los responsables de un mismo rapto que saca fuera de la presencia física y fuera de la domus social. Perséfone conducida a la fuerza a los infiernos y hlelena a Troya forman un mismo rapto por el cual el sueño,el deseo y la muerte son indistintos en cuanto a sus efectos. Háipyes viene de harpázein (raptar). Las sirenas y las esfinges son las mismas fuerzas rapaces, ya sea que secuestren en el sueño, rapten en el deseo o devoren en la muerte. El sueño es un dios más grande que la muerte y el deseo. Hipnos (Somnus) es el amo de Eros y de Tánatos, porque el placer masculino rapta a los hombres durante el sueño, así como la muerte los eterniza en él.

De "El sexo y el espanto."

Venimos de una escena en la que no estábamos

Venimos de una escena en la que no estábamos. El hombre es aquel a quien le falta una imagen. Aunque cierre los ojos y sueñe de noche, aunque los abra y observe atentamente las cosas reales a la luz resplandeciente del sol, aunque su mirada se aleje y se extravíe, o vuelva sus ojos al libro que tiene entre las manos, aunque espíe una película sentado en la oscuridad o se quede absorto contemplando un cuadro, el hombre es una mirada deseante que busca otra imagen detrás de todo lo que ve. 

De "El sexo y el espanto."

Te prometí

Antes, que renuncies a nuestras promesas 
Que pienses en darle la vuelta a nuestras ganas 
De amarnos una vida entera 

Antes, que el miedo nos abra la puerta 
Que deje pasar la tormenta a nuestras almas 
Recuerda que el amor es fuerza 

Antes, que creas que perdimos la guerra 
Levanta la cara y confía en mi 
Te tengo aquí y no voy a soltar 

Porque te prometí 
Que no iba a dejar de luchar jamás 
Que iba a morir por ti, lo prometí 
Y no voy a cambiar 

Te prometí 
Que si amenazaba la soledad 
Iba abrazarte a mi, 
no voy a dejarte de amar 

Antes, que la sombra de nuestro pasado 
Intente cambiar el destino y separarnos 
Créeme que estaré a tu lado 

Antes, que creas que perdimos la guerra 
Levanta la cara y confía en mi 
Te tengo aquí y no voy a soltar 

Porque te prometí 
Que no iba a dejar de luchar jamás 
Que iba a morir por ti, lo prometí 
Y no voy a cambiar 

Te prometí 
Que si amenazaba la soledad 
Iba abrazarte a mi, 
Que no iba a dejar 

Yo seguiré 
Siempre a tu lado sin descanso 
Respirando la esperanza 
No se ahogan nuestros labios 

Porque te prometí 
Que no iba a dejar de luchar jamás 
Que iba a morir por ti, lo prometí 
Y no voy a cambiar 

Te prometí 
Que si amenazaba la soledad 
Iba abrazarte a mi, 
Que no iba a dejarte de amar

Pretendí

Pretendí no quererte, no buscarte, y hasta no extrañarte. Pretendí muchas cosas, aún sabiendo que un amor así no se pretende. Un amor así se entiende, se siente, se aprende a querer.

El escribía poemas en su espalda

El escribía poemas en su espalda. Y no le importaba navegar sus valles o naufragar por sus lunares. Y ella en cambio se bañaba en sus palabras, que en cada letra le acariciaban el alma. Y aunque no veía lo que él escribía, lo sentía tan cerca como el papel en su piel, como el tacto de sus manos, como el trazo de su pluma agitando su piel desnuda.

No tengas miedo

No tengas miedo a que un buen amor te mate. Ten miedo a no vivirlo y morir pensando en lo que hubiera sido.

Si el amor fuera tan fácil

Si el amor fuera tan fácil, no existirían noches de insomnio, no dolería tanto su pérdida, no te dejaría tantas cicatrices visibles.

Si el amor fuera tan fácil, no te arrancaría un suspiro o te dejaría sin aire con sólo mirar sus ojos.

Si el amor fuera tan fácil, no valdría la pena complicarse tanto la vida.

Vengo a borrar tus miedos

Vengo a borrar tus miedos con besos. A acurrucar tu alma en mi pecho. Vengo a pintarte todos los días, a sembrar colores en tu vida. Vengo a ser contigo en el amor, y que seas conmigo en el tiempo.

A una mujer de verdad

A una mujer de verdad no le vengas con engaños; de besarla sin quererla, de usarla sin amarla. A una mujer de verdad trátala como si fuera la verdad misma, como si fuera el tiempo, como si se acabara la vida en cada beso.

No bajes la mirada

No bajes la mirada cuando mis ojos te digan que te quieren. No le tengas miedo a mi boca cuando mis labios busquen tu aliento. No le temas al calor de mis manos, o al roce tierno de mi piel desnuda. No niegues a este amor, que busca perderse en lo más profundo de tu alma.

Quién

No te atrevas a decir te quiero 
No te atrevas a decir que fue todo un sueño. 
Una sola mirada te basta 
Para matarme y enviarme al infierno. 

Quién abrirá la puerta hoy 
Para ver salir el sol 
Sin que lo apague el dolor 
Que me dejó aquella obsesión. 

De tu corazón con mi corazón 
de mis manos temblorosas arañando el colchón. 
Quién va a quererme soportar 
Y entender mi mal humor, 
Si te digo la verdad, 
No quiero verme solo. 

Me conformo con no verte nunca 
Me conformo si ya no haces parte de mi vida. 
Te ha bastado una noche con otro 
Para echarme la arena en los ojos… 

Quién abrirá la puerta hoy 
Para ver salir el sol 
Sin que lo apague el dolor 
Que me dejó aquella obsesión. 

De tu corazón con mi corazón 
de mis manos temblorosas arañando el colchón. 
Quién va a quererme soportar 
Y entender mi mal humor, 
Si te digo la verdad, 
No quiero verme solo. 

Quién abrirá la puerta hoy 
Para ver salir el sol 
Sin que lo apague el dolor 
Que me dejó aquella obsesión. 

De tu corazón con mi corazón 
de mis manos temblorosas arañando el colchón. 
Quién va a quererme soportar 
Y entender mi mal humor, 
Si te digo la verdad, 
No quiero verme solo.

Canta: Pablo Alborán

Pasos de cero

Entre tu boca y la mía
Hay un cuento de hadas que siempre acaba bien
Entre las sábanas frías
Me pierdo a solas pensando en tu piel
Que curiosa la vida
Que de pronto sorprende con este loco amor
Y es que todo se acaba
Y termina si dejo de ser lo que soy

Bésame no dudes ni un segundo de mi alma
Alteras mis sentidos, liberas mis alas
No cabe tanto amor en esta cama
Si me dejaras
Qué bueno es sentir que suspiro de nuevo
Que tu roce y mi roce juntos forman fuego
Delicada llama que nunca se apaga

Sin ti yo me pierdo
Sin ti me vuelvo veneno
No entiendo el despertar sin un beso de esos
Sin tu aliento en mi cuello

Qué futuro más bello
Qué plan más perfecto presiento
No tendremos que estar batallando
Buscando siempre el momento

Por dar pasos de cero y un camino certero de sueños
Liberamos el llanto vacío que tanto provocan los miedos
Bésame no dudes ni un segundo de mi alma
Alteras mis sentidos, liberas mis alas

No cabe tanto amor en esta cama, si me dejaras
Qué bueno es sentir que suspiro de nuevo
Que tu roce y mi roce juntos forman fuego
Delicada llama que nunca se apaga

Sin ti yo me pierdo
Sin ti me vuelvo veneno
No entiendo el despertar sin un beso de esos
Sin tu aliento en mi cuello

Canta: Pablo Alborán