Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

EN ESOS DIAS...

En esos días de vacíos extraños y de noches de insomnio donde no logro conciliar el sueño.... es cuando mis pensamientos vuelan hacia ti tratando de encontrar el eco de tu voz y  aunque sea muy distante es perpetuar cada palabra como un beso.

En esos días de tristeza donde trato de desenredar marañas en el camino de la tiniebla y con desespero busco refugio en el bosque de la melancolía, es cuando más deseo que al extender mi mano pudiera tocar tu amor y escuchar tu sonrisa que alegra mi alma.

En esos días cuando estoy feliz es cuando mi corazón y mi alma te buscan a gritos para cruzar  contigo el arco iris y puedas sentir en mi la alegría  y esperanza.

En esos días donde mi cuerpo y mi piel te reclaman, es cuando más ansío que tus brazos me ciñan entera hasta llenarme de tu aliento y que invadas mi ser con tu ir y venir de mar furioso, quedando tendidos en una deliciosa sensación de llegar al vacío.              

En esos días en que me siento sola, es cuando trato de conversar con tus silencios que sí me hablan, con tus letras que me acarician y con  tu recuerdo que aún me dice  que me amas.

En esos días de cansancio donde mi cuerpo y mi mente no pueden mas, es cuando más añoro tus caricias que reflejan ternura, es cuando más necesito arrullos con el susurro de tu voz para quedar plácidamente dormida en tus brazos como el horizonte donde me cuidas.

En esos días de estados de ánimos tan variantes de la locura, depresión a la ternura y romanticismo, es cuando más anhelo volar hasta ti para robarte mil suspiros, bajar la luna, perdernos en nuestros mágicos sueños donde  seas mi eterno caballero.

En esos días que son todos los días, cuando ya  la niebla desciende con luz de la tarde y en tu ausencia y mi angustia más que nunca es cuando me provoca cantar al viento cuanto te amo

En esos días...

ALLA

Si acaso al otro lado de la vida
Otra vez, por azar, nos encontramos,
¿Se reconocerán nuestras miradas
O seremos tan solo un par de extraños?

De todos modos te amaré lo mismo.
Juntos. O separados.

¿QUE ES EL AMOR?

Armonioso ritmo de dos notas
Indefinible elixir mágico
Murmullo de almas paralelas
Volcán de deseo que va a arder

Atmósfera de recóndita atracción
Atadura de ambos pensamientos
Vuelo de dos pájaros en el azul
Espuma de olas que convergen

Puente de dicha en dos direcciones
Rescate del tiempo que se ha ido
Dos suspiros fundidos al viento
Sol de razón que rompe las nubes

Vino espumoso que embriaga
Embajada del sueño del futuro
Un papel escrito a dos caras
Dos miradas siempre enlazadas

Melodía sublime cantada a dúo
Poesía realizada en dos versos
Sepulcro eterno de la soledad
Nube esponjosa que nos mece

Mil pensamientos entregados
Fuente de deseos ofrecidos
Faro guía de dos vidas
Simiente de paz duradera

Silencios que envejecen compartidos
Cortejo de los días más bellos
Antesala de la muerte sin dolor
Todo eso... es el amor

TU CUERPO QUE DESEO Y QUE RECHAZO...

Tu cuerpo que deseo y que rechazo
mi voluntad domina. Como el vino
mi mente turba, excita y reconforta.
Después, saciado, siento oscuramente
vergüenza del placer así logrado.
Mas al cabo de un tiempo, tu apetencia
resurge en mí acuciante y desespero
y te busco si no te hallo cercana.
No eres joven ni hermosa, sin embargo.
Pero he de conseguirte nuevamente.
A ti, aunque se me ofrezcan las más bellas.
Y no me importa entonces el orgullo,
vileza, sumisión o servilismo.
Embriagarme en tu cuerpo es lo que importa.
Mi voluntad domina. Como el vino
que la garganta exige, imprescindible,
necesito obtener, poseer tu cuerpo:
esta dosis que viaja hacia mí mismo.

LAS ROSAS PALPITABAN ENCIMA DE TUS SENOS

Las rosas palpitaban encima de tus senos
duros. Como una flora de las blancas batistas
que tus brazos rosaban cálidamente llenos,
los encajes tentaban con carnes entrevistas

¡Qué cándida lujuria en tus bucles con lazos
rojos! ¡Oh, tus mejillas, mates como jazmines,
bajo la llama negra de los hondos ojazos
sobre la pasión cálida de las rosas carmines!

Ibas hacia la vida con todo tu tesoro
intacto… Me mandaste tus pájaros de amores…
¡y te besé, temblando, tu alegría de oro
con un miedo doliente de poner tristes tus flores!

BESO

Se iluminó la estancia de una venusta gracia
cuando acerqué a tu boca la mía temblorosa,
mientras por tierra y cielo relampagueó mi audacia
cortándole a la vida su más intacta rosa.

¿Qué jugo, di, qué jugo el corazón invoca
tiene como tus labios tan íntimos dulzores?
Mujer, dime: ¿Qué abejas buscaron en qué flores
las mieles trasegadas al panal de tu boca?

¡Oh, beso! con la gloria de tu emoción celeste
-comunión de alma y boca, brasa y diafanidad-
abriste en el más puro de los espasmos: Este,
a nuestro barro efímero rutas de eternidad.

Tu labio, jardín donde la fiebre es jardinera;
botón de calentura mi labio nunca ahíto,
fundiéronse en las llagas de la inmortal hoguera
para beberse juntos de un beso el infinito.

Desvaríos

Entre nosotros crece la ropa en las mañanas
se atraviesan mil veces los oficios
nos mueven los deberes
el futuro
las cosas.


Por si no fuera mucho alguien propone la medida
para que no te vayas
—dicen—
es necesario el regateo.


Pero tus manos son mi tiempo
y no quiero jugar a detener la boca y los abrazos.
Te irás más tarde
—dicen—
si encuentro la mesura
pero deseo tu cuerpo y este día
este preciso cielo
la película de hoy
la cama próxima
tu sudor y tu piel ahora en la tarde.

No voy a retener mis frases ni mi aliento
no me quiero tragar ni un poco de silencio
ni uno solo de los consentimientos.

¿Por qué la luz a medias?
¿Para que no te vayas cuando te irás?
Nunca se mete el sol antes de tiempo
y se pone lo mismo en días nublados.


Yo quiero tu cobija hasta que quieras
te doy mientras
mis ansias, mis costumbres,
mis ruidos, mi placer, mi desmesura,
así no sentiré cuando te marches.

Amo el canto del zenzontle,

Amo el canto del zenzontle,
pájaro de cuatrocientas voces.
Amo el color del jade
y el enervante perfume de las flores,
pero más amo a mi hermano: el hombre.

No acabaran mis flores

No acabarán mis flores,
No cesarán mis cantos.
Yo cantor los elevo,
Se reparten, se esparcen.
Aun cuando las flores
Se marchitan y amarillecen,
Serán llevadas allá,
Al interior de la casa
Del ave de plumas de oro.

¿Eres Tú Verdadero?

¿Eres tú verdadero ( tienes raíz )?
Sólo quien todas las cosas domina,
El Dador de la vida.
¿Es esto verdad?
¿Acaso no lo es, como dicen?
¡Que nuestros corazones
no teman tormento!

Todo lo que es verdadero,
(lo que tiene raíz),
dicen que no es verdadero
(que no tiene raíz).
El Dador de la vida
Sólo se muestra arbitrario.
¡Que nuestros corazones 
no tengan tormento!

Un Recuerdo que Dejo

¿Con qué he de irme?
¿Nada dejaré en pos de mi sobre la tierra?
¿Cómo ha de actuar mi corazón?
¿Acaso en vano venimos a vivir,
a brotar sobre la tierra?
Dejemos al menos flores
Dejemos al menos cantos

Canto de primavera


En la casa de las pinturas
Comienza a cantar,
Ensaya el canto,
Derrama flores,
Alegra el canto.

Resuena el canto,
Los cascabeles se hacen oír, 
A ellos responden
Nuestras sonajas floridas.
Derrama flores,
Alegra el canto.

Sobre las flores canta
El hermoso faisán,
Su canto despliega
En el interior de las aguas.
A él responden
Variados pájaros rojos.
El hermoso pájaro rojo
Bellamente canta.

Libro de pinturas es tu corazón
Has venido a cantar,
Haces resonar tus tambores,
Tú eres el cantor.
En el interior de la casa de la primavera
Alegras a las gentes

Tú sólo repartes
Flores que embriagan
Flores preciosas.

Tú eres el cantor.
En el interior de la casa de la primavera,
Alegras a las gentes.

Me siento fuera de sentido

Me siento fuera de sentido, lloro, 
me aflijo, cuando pienso, digo y recuerdo:

¡Oh, si nunca yo muriera,
oh, si nunca desapareciera!

¡Allá donde no hay muerte,
allá donde se alcanza la victoria,
que allá yo fuera!

¡Oh, si nunca yo muriera,
oh, si nunca desapareciera!...

En el interior del cielo

Sólo allá en el interior del cielo
tú inventas tu palabra,
dador de la vida.
¿Qué determinarás?
¿Tendrás fastidio aquí?
¿Ocultarás tu fama y tu gloria en la tierra?
¿Qué determinarás?

Nadie puede ser amigo
del dador de la vida.
Amigos, águilas, tigres,
¿a dónde en verdad iremos?

Mal hacemos las cosas, oh amigo.
Por ello no así te aflijas,
eso nos enferma, nos causa la muerte.
Esforzáos, todos tendremos que ir
a la región del misterio.

Con flores escribes

Con flores escribes, Dador de la vida,
Con cantos das color,
Con cantos sombreas
A los que han de vivir en la tierra.
Después destruirás a águilas y tigres,
Sólo en tu libro de pinturas vivimos,
Aquí sobe la tierra.
Con tinta negra borrarás
Lo que fue la hermandad,
La comunidad, la nobleza.
Tú sombreas a los que han de vivir en la tierra.

Con una taza de café y un cigarro

'Con una taza de café y un cigarro' se puede comenzar cualquier escrito, poesía o prosa.

Puede acompañarse con algunos elementos; una chimenea encendida, la soledad de la noche profunda y oscura, un escritorio con escritos inconclusos, un viento fresco de invierno, o una tarde triste de abril.

Luego pasar a los sentimientos cuando ella aparece en el humo del cigarro; amor o sueños rotos, esperanza o desengaño, cariño o desprecio.

El único inconveniente de 'Con una taza de café y un cigarro' es que no me sirve, porque yo, ya no fumo.

TRÁNSITOS

¡Qué bien te siento bajar!
¡qué despacio vas entrando
caliente, viva, en mi cuerpo,
desde ti misma manando
igual que una fuente, ardiendo!

Contigo por ti has llegado
escondida bajo el viento,
- desnuda en él -, y en mis párpados
terminas, doble, tu vuelo.
¡Qué caliente estás! Tu brazo
temblando arde ya en mi pecho.

Entera te has derramado
por mis ojos. ya estás dentro
de mi carne, bajo el árbol
de mis pulsos, en su sombra
bajo el sueño:
¡Entera dentro del sueño!
¡Qué certera en mi descanso
dominas al fin tu reino!

... Pero yo me salvo, salto,
libre fuera de mí, escapo
por mi sangre, me liberto,
y a ti filtrándome mágico,
vuelvo a dejarte en el viento
otra vez sola, buscando
nueva prisión a tu cuerpo.

Cuando después de amarnos

Cuando, después de amarnos, te coges el cabello
desordenado, ¡cómo son de hermosos tus brazos!
cual en un libro abierto, surge la letra negra
de tus axilas, fina, dulce sobre lo blanco.

Y en el gesto violento, se te abren los pechos,
y los pezones, tantas veces acariciados,
parecen, desde lejos, más oscuros, más grandes…
el sexo se te esconde, más pequeño y más blando…

¡Oh, qué desdoblamiento de cosas!
Luego, el traje
lo torna todo al paisaje cotidiano,
como una madriguera en donde se ocultaran,
lo mismo que culebras, pechos, muslos y brazos.

La estudiante

Oh tú, más dulce, más interminable
que la dulzura, carnal enamorada
entre las sombras: de otros días
surges llenando de pesado polen
tu copa, en la delicia.

Desde la noche llena
de ultrajes, noche como el vino
desbocado, noche de oxidada púrpura
a ti caí como una torre herida,
y entre las pobres sábanas tu estrella
palpitó contra mí quemando el cielo.

Oh redes del jazmín, oh fuego físico
alimentado en esta nueva sombra,
tinieblas que tocamos apretando
la cintura central, golpeando el tiempo
con sanguinarias ráfagas de espigas.

Amor sin nada más, en el vacío
de una burbuja, amor con calles muertas,
amor, cuando murió toda la vida
y nos dejó encendiendo los rincones.

Mordí mujer, me hundí desvaneciéndome
desde mi fuerza, atesoré racimos,
y salí a caminar de beso en beso,
atado a las caricias, amarrado
a esta gruta de fría cabellera,
a estas piernas por labios recorridas:
hambriento entre los labios de la tierra,
devorando con labios devorados.

El insecto

De tus caderas a tus pies
quiero hacer un largo viaje.

Soy más pequeño que un insecto.

Voy por estas colinas, 
son de color de avena,
tienen delgadas huellas
que sólo yo conozco,
centímetros quemados,
pálidas perspectivas.

Aquí hay una montaña.
No saldré nunca de ella.
¡Oh qué musgo gigante!
¡ Y un cráter, una rosa
de fuego humedecido!

Por las piernas desciendo
hilando una espiral
o durmiendo en el viaje
y llego a tus rodillas
de redonda dureza
como a las cimas duras
de un claro continente.

Hacia tus pies resbalo,
a las ocho aberturas,
de tus dedos agudos,
lentos, peninsulares,
y de ellos el vacío
de la sábana blanca
caigo, buscando ciego
y hambriento tu contorno
de vasija quemante!

Canción del macho y de la hembra

¡Canción del macho y de la hembra!
La fruta de los siglos 
exprimiendo su jugo
en nuestras venas.

Mi alma derramándose en tu carne extendida
para salir de ti más buena,
el corazón desparramándose
estirándose como una pantera,
y mi vida, hecha astillas, anudándose
a ti como la luz a las estrellas!

Me recibes
como al viento la vela.

Te recibo
como el surco a la siembra.

Duérmete sobre mis dolores
si mis dolores no te queman,
amárrate a mis alas
acaso mis alas te llevan,
endereza mis deseos
acaso te lastima su pelea.

¡Tú eres lo único que tengo
desde que perdí mi tristeza!
¡Desgárrame como una espada
o táctame como una antena!
Bésame
muérdeme,
incéndiame,
que yo vengo a la tierra
sólo por el naufragio de mis ojos de macho
en el agua infinita de tus ojos de hembra!

Campo de batalla

Nace en las ingles un calor callado,
como un rumor de espuma silencioso.
Su dura mimbre el tulipán precioso
dobla sin agua, vivo y agotado.

Crece en la sangre un desasosegado,
urgente pensamiento belicoso.
La exhausta flor perdida en su reposo
rompe su sueño en la raíz mojado.

Salta la tierra y de su entraña pierde
savia, veneno y alameda verde.
Palpita, cruje, azota, empuja, estalla.

La vida hiende vida en plena vida.
Y aunque la muerte gane la partida,
todo es un campo alegre de batalla.

A la bailarina de los pies desnudos

Iba, en un paso rítmico y felino
a avances dulces, ágiles o rudos,
con algo de animal y de divino
la bailarina de los pies desnudos.

Su falda era la falda de las rosas,
en sus pechos había dos escudos…
Constelada de casos y de cosas…
La bailarina de los pies desnudos.

Bajaban mil deleites de los senos
hacia la perla hundida del ombligo,
e iniciaban propósitos obscenos
azúcares de fresa y miel de higo.

A un lado de la silla gestatoria
estaban mis bufones y mis mudos…
¡Y era toda Selene y Anactoria
la bailarina de los pies desnudos! 

INVOCACIÓN

Ven, intacta y coqueta epifanía,
confortando mi amor que hoy está yerto
a calentar mi tálamo desierto,
mi tálamo bohemio que se enfría.

Abrígame en tu cuerpo, amada mía.
Arrópame en halagos, si despierto
de la mañana al resplandor incierto,
que sorprende velando mi agonía.

Empalaga mis labios con las mieles,
olorosas a mirtos y a claveles,
que en tu boca chorrea el entusiasmo;

y fundiendo pesares y dolores
en una libre conjunción de amores
gocemos del placer en el espasmo.

En medio de la noche

En medio de la noche 
te desvelas
y adivinas mi rostro dormido.
Apoyas tu boca sobre mi frente,
dejas, como al descuido,
tu mano sobre mi pecho,
hasta que nuestros latidos se acompasan.

En medio de la noche,
hostil y oscura,
me guardas,
estremeciéndote a cada
movimiento que hago,
hasta que, femenina y desvalida,
te quedas soñando
como un ángel cansado.

Por la mañana
tengo una alegría que me vive
todo el día, que me asiste
todo el día, sin saber
a qué se debe,
por qué nace.

ESENCIA

Hoy pregunto sobre mi esencia, eso que no puedes definir con palabras, pero que te hace única, sigue ahí. Y lo seguirá estando. Entonces seguiré siendo yo…

Aunque no tenga corona, ni esté presente un príncipe o un caballero y aun cuando mi final sea o no…“y vivieron felices por siempre…” sigo siendo una Princesa y mi corazón seguirá en la torre más alta del castillo. 

CUANDO VUELVA A PASAR A TU LADO

Cuando vuelva a pasar a tu lado,
querré que sea tan cerca
que casi te roce,
que sea tan cerca
que sienta el perfume de tu piel,
no el de fragancias enfrascadas,
el perfume de tu piel,
el que quedara impregnado
si yo jugara en tu espalda
a los cien besos del amor.

Cuando vuelva a pasar a tu lado,
querré que ese instante
se detenga en el tiempo,
que ese instante
perdure en mi ser,
saberme cubierto de glorias eternas:
del susurro de tu voz, del roce de tus manos,
de tus besos empapados de brisas matutinas,
de tu ardiente sexo entre mis labios,
¡ah..., si yo pudiera eternizar el momento!,
lo haría con un encanto suave...
como los pétalos frágiles de la rosa,
como el vuelo rasante de la gaviota sobre el mar,
como la suavidad de tus caricias, deslizándose en mi piel...

YA VES

"Ahora te escribo, ya ves, para decirte apenas que todo es como antes, que nada cambia en el fondo si no lo tocamos nosotros, que sólo nos atañe este silencio compartido, y el riesgo de creer y crecer como árboles aislados que une, a ratos, un mismo viento o una misma lluvia.."

AMOR SALVAJE

¡Ah, qué nidada de caricias salvajes descubrí!
Guardadas en tu bosque desde el alba del mundo,
esperaban la mano que llegara a arrancarlas,
la mirada que las volcara sobre tus venas todas,
el temblor que iniciara tu espasmo y tu locura.

Vaivén en tus pupilas despertadas,
ojos que danzan al ritmo de los hombros,
larga piel en su raíz estremecida,
la ansiosa estalactita del deseo,
caracol que se incrusta en las orejas;
tus ojos súbitos, terribles. ¡Ah tus ojos!
Y locura, embeleso y más locura.

¡Pantera que se escapa, cervatilla rendida,
la sierpe envolvente de tus brazos,
abrazo de mil lianas zarpadoras,
largo césped donde los senos nacen,
ensenada candente de los muslos,
playa con la blanca tersura de tu vientre.
Y locura, ternura y más locura.

Cadencia resonante de músicas selváticas,
tambor noctambulario suena sobre tu espalda,
la flauta imperceptible del suspiro,
largos gemidos de destrozados labios,
y el grito sempiterno tan guardado,
al fin la noche rompe en agudos pedazos.
Y locura, cadencia y más locura.

Cavernas, grutas, lagos, musgos leves;
hongos colgantes, zarzas en tu boca;
frutos ignotos, zumos descubiertos;
mieses en la alborada, sed que ya se apaga;
venas que se rebelan, sangre libertada;
yegua ululante, jinete que espolea.
Y locura, locura y más locura.

¡Ah qué nidada de caricias salvajes descubrí!
¡Y qué voces intactas en tus prístinos fondos!
¡Y qué flores que se abren al tacto de mis manos!
Salvaje mía; ¡ámame así, envuélveme en tu bruma!
¡Y bebamos del manantial de esta locura primitiva!

Realidad

La verdad de este cuerpo
mi más honda verdad.

Invadirlo,
apresarlo,
hasta sentir su carne
prolongada en la mía,
integrada en mi sangre,
y sentir por la suya
esa lava ya fría del ardor del placer.

Hasta su sexo llego
como aquellos amantes
que ante un cuerpo desnudos
oficiaban con fervor y belleza
sabiéndose partícipes de Pan y de Afrodita.
Sobre la tierra inhóspita,
bajo el cielo callado y los dioses ausentes,
avanzo por sus valles, laderas, promontorios,
y en el instante exacto del gemido
asalto, rompo, ocupo
la cueva misteriosa,
el cálido refugio
donde morar silente.

Ya rendidos, y fríos, y exhaustos,
los cuerpos se separan,
sus poderes se anulan:
una tregua se abre sobre los blancos lienzos.

Hasta que una mano furtiva se desliza
por la piel tan surcada,
las piernas se entrelazan,
la carne, enmudecida, recupera sus voces,
y el sexo,
cual un mar saliendo de su calma,
se levanta y avanza:
hacia el cuerpo que amo
y que a mi lado yace.

Hermosa realidad que devoro insaciable.

CUANDO TE LEVANTABA LAS FALDAS PERFUMADAS

Cuando te levantaba las faldas perfumadas
roja, como una rosa, tu cara era una risa;
tus ojos negros eran más negros y más blandos,
todo el aroma de tu cuerpo se encendía.

Y sobre la locura del instante del estío
te cegaba los ojos tu cabellera tibia.
Un mohín de fastidio replegaba tu labio
y mostrabas tus dientes de luminosa china…

Nunca el reproche tuvo tibieza ni amargura,
te dabas toda porque sí, porque querías,
y las rosas quemadas de tu jardín con sol
ornaban con fragancia de oro tu fatiga.

Se me antoja

Se me antoja un día encontrarte por la calle, saludarte e invitarte un café para ponernos al día.

Se me antoja una charla larga e intrascendente con el único pretexto de mirar tus ojos y hacerte sonreír, saber que también a ti te ha alegrado nuestro casual e imprevisto encuentro.

Se me antoja entonces, entre risa y risa, hacerte callar con un beso robado, dulce, suave, como solíamos darnos, sentir el sabor de tu boca y la textura suave de tus labios que invitan a besarlos una y otra vez.

Se me antoja mirar tus rostro sorprendido y feliz por ese asalto inesperado, sonrojada, excitada y ver tu mirada pícara, insinuante y retadora.

Se me antoja tomar tu mano y escapar a donde solos tú y yo demos rienda suelta al amor que no se ha perdido y entregarnos nuevamente como siempre, sincera, profunda y totalmente.

Se me antoja que te quedes en mis brazos sonriente y plena tratando en vano de no dormir, pues el cansancio siempre te vence y velar tu sueño hasta el amanecer.

Siempre te me antojas así como siempre se me antoja encontrarte, aunque sepa bien que nunca más cruzarás por mi camino.

TE SEGUIRE CALLADA

Te seguiré por siempre, callada y fugitiva, 
por entre oscuras calles molidas de nostalgia, 
o sobre las estrellas sonreídas de ritmos 
donde mecen su historia tus más hondas miradas. 

Mis pasos desatados de rumbos y fronteras 
no encuentran las orillas que a tu vida se enlazan. 
Busca lo ilimitado mi amor, y mis canciones 
de espalda a los estático, irrumpen en tu alma. 

Apacible de anhelos, cuando el mundo te lleve, 
me doblaré el instinto y amaré tus pisadas; 
y serán hojas simples las que iré deshilando 
entre quietos recuerdos, con tu forma lejana. 

Atenta a lo infinito que en mi vida ya asoma, 
con la emoción en alto y la ambición sellada, 
te seguiré por siempre, callada y fugitiva, 
por entre oscuras calles, o sobre estrellas blancas.

De esas noches

De esas noches en que llegas, me usas, me posees, me desbordas, me vacías, te sacias y te vas... de esas noches.

Mientras dormías

Mientras dormías, embelesado miraba tu rostro que ilumina mi noche, velaba tu sueño, para que nada lo perturbe, cuidadoso te observaba, contenido,  acotando el amoroso impulso de besar tus labios.

Adagio

Tú no abrazas, me atrapas, me aprisionas,  me haces tuyo bajo el cálido resguardo de tus brazos… y tus piernas.

MELANCOLIA

Vieja amiga melancolía... 
ya tus valles ni tus ríos me lastiman.
Me acostumbré a llevarte en mi piel.
En mi mundo, en mi ser y a que sea mi amiga.
Me acostumbré a que ya no existía él.
A que no sienta mi piel lo que su piel le ofrecía.
Me desperté...
el sol me dio en la cara,
y le busqué y sin embargo a mi lado no había nada.
Y descubrí que estoy solamente contigo. 
Que no me dejas ni un segundo, amiga mía.
Y camino despacio en tu compañía.
Robando al viento amores de vida.
Busco un pasado.
pidiendo un regreso.
Dejando un espacio para otro comienzo. 
Perdida en la noche voy prendida de tu mano
fuiste siempre de mi vida sombra y guía.
Vieja amiga melancolía... él se ha ido
y tú siempre a mí prendida...  

SIN ESCRIBIR...

Oyóse en aquel instante sordos mugidos de un trueno invitándola a entrar, las palabras quedaban sumergidas en un laberinto de tristeza. Días, meses, primavera, verano, otoño e invierno  sin escribir y tantos recuerdos que llegan a la mente que se quedan como destellos latentes en el sentir, recuerdos presentes, algo absurdo  tanto tiempo sin escribir...

Potra de los cuatro vientos

Muéstrate desnuda ahora,
que están erectos tus senos
y tienen sus altas combas
suavidad de terciopelo,
y saben a frutas rojas
tus labios color de sueño,
y tu vientre es una ofrenda
de los más dulces venenos,
donde florece la felpa
en un triángulo perfecto.
Muéstrate desnuda ahora,
¡potra de los cuatro vientos!

TÚ ME GUSTAS TOTAL, ENTERA Y TODA

Tú me gustas total, entera y toda, 
no por el fuego de tu pelo húmedo, 
ni por tus senos de canela tibia, 
ni el pecado del ritmo de tu cadera. 

Tú me gustas total, entera y toda, 
no por tu boca tan intacta al beso, 
ni por las llamaradas de tu carne 
que se te está calcinando entre las venas. 

Tú me gustas total, entera y toda, 
no porque eres mía y no me perteneces, 
ni porque la envidia de los demás la siento 
como si se tratase de propia envidia. 

Tú me gustas total, entera y toda, 
no porque me la pase junto a ti 
bebiéndome tu aliento, ni rumiando 
los pedazos de amor que tú me tiras. 

Tú me gustas total, entera y toda, 
por ese olor a carne que tú tienes; 
olor de carne de mujer que es tuyo, 
porque nadie más huele así en la tierra. 

Tú me gustas total entera y toda, 
porque ese olor es tuyo y lo encontré para mí.

HIPERESTESIA

Tiemblas, y tus cabellos locos se desparraman
como garfios de sombra en tu carne jugosa.
Mis manos, hogueras de cinco llamas, laman
el mármol de tu cuerpo hasta ponerlo al rosa.

Extendida a mis pies como una blanca alfombra
tiemblas; con tus temblores versos de angustia plasmo.
Tu labio es un sendero de sangre hacia el espasmo;
eres un surtidor de fiebre entre la sombra.

Mi boca como un sello en tu boca se graba
y en las morbideces de tu seno caldeado
mi pupila, ampolleta de vértigos, se clava.

Hincado en ti, como una garra de escalofrío,
me extinguiré, mis nervios como un humo rosado
irán en espirales de besos al vacío.

Micro historia de amor

Él la amaba, pero la dejó ir, porque bien sabía que el amor no se mendiga.