Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Si tengo...

Si tengo que dormir
que sea en tus brazos.
Si tengo que soñar
que sea contigo.
Si tengo que reír
que sea en tu sonrisa.
Si tengo que besar
que sea en tus labios.
Si tengo que vivir 
que sea a tu lado.
Pero si tengo que morir
que sea en tus ojos,
porque en ellos
viviré para siempre.

Un amor

Quiero quererte tanto
que hagamos que la palabra AMOR
se quede pequeña.

Un Amor que vaya
de ti a mi 
y de mi a ti,
y de los dos al infinito.

Un Amor que te abrace con palabras
y te acaricie con miradas,
que cuando cierre los ojos
en ellos te veas reflejada.

Un Amor que nos haga grandes
y a la vez pequeños,
que solo una vida no bastase
para expresarte lo que siento.

Un Amor que nos haga libres
y a la vez presos,
donde yo me muera por ti
y tú te mueras sin mis besos.

Un Amor a nuestra 
imagen y semejanza,
donde yo Siempre sea yo...
y tú Nunca dejes de ser tú

El refugio

Debido a los cambios que su amada hizo en el bosque, el caballero quedo desprotegido, a pesar de no correr peligro en este lugar, tiene que recorrer varios kilómetros para seleccionar la madera que usará para construir la cabaña en donde podrá estar con su princesa.


Sin su cabalgadura y sin nadie más que le ayude, la tarea se vuelve pesada y aunque el bosque le ayuda a no sentir cansancio, la labor de conseguir y tallar la madera es ardua y monótona, pero diariamente se levanta  con el propósito de cumplir el deseo de su amada.






Por todo lo anterior decidió construir un pequeño refugio en donde guardaría su herramienta por la noche al terminar su jornada y donde dormiría a ras del suelo para descansar en lo que llega ella. 

Decidió hacerlo elevado para practicar para cuando construya la nueva cabaña. Así quedó el refugio:


Ahora, al caer la noche pensará en hacer una tina de madera que su princesa le ha pedido, pero no sabe si colocarla dentro o fuera de la cabaña, esperará las indicaciones de ella, es un placer indescriptible el que siente al complacerla. Es fácil hacerlo cuando se está infinitamente enamorado como él.

Eres mía y yo soy tuyo.

Eres mía y yo soy tuyo,
pero no como una posesión,
ni porque los celos nos atrapen,
sino porque hay algo Único entre nosotros,
que nada hará que nos separe.

Eres mía y yo soy tuyo,
pero no porque temamos a la soledad,
ni porque alguien nos pueda separar,
sino porque tenemos algo Especial,
que de nuestro amor nunca nos hace dudar.

Eres mía y yo soy tuyo,
pero no porque en una cárcel
estemos encerrados,
sino porque sentimos la libertad
del que es amado.

Eres mía sin quererlo....
y yo soy tuyo porque Te quiero.

Contraespionaje 1

no le digas a nadie que he vuelto a tus jardines
escóndeme bajo tu cuello de ángel
en tu pelo de bruma
en tus ojos de marzo
vengo huyendo hasta la piel de tus murallas
la soledad me sigue muy de cerca
ocúltame bajo tu permanente desnudez
en tu mano profunda
en tu llanto perfecto
en tu saliva sabia
preguntan quién ha subvertido este infiel corazón
sé que no me hallarán:
la luz lo ciega todo

Mini Cuento 2


- ¿Por qué te alejaste?
- Porque me ignorabas
- ¡Hubieras insistido!
- No, el amor no se mendiga

Me gusta pensar que voy a verte.

Me gusta pensar que voy a verte. No sé en que lugar, ni en que estación o circunstancia. No sé si hoy, mañana, en unos años o en alguna otra vida. No sé si siendo niños, jóvenes o ancianos; en forma de personas, de agua, de piedra, flor y tierra o lluvia y cielo. Sólo pensar que voy a verte de algún modo; en algún tiempo en que nuestros destinos coincidan nuevamente. Sólo pienso en eso. Me gusta pensar que voy a verte.

Un nuevo bote de remos

Desde muy temprano, el caballero con su princesa fueron al bosque para buscar la madera que serviría para hacer el nuevo bote de remos. El anterior ella lo había convertido en dos cisnes enamorados que ahora paseaban curiosos alrededor de ellos para ver que es lo que hacían.

Él ya tenía su herramienta preparada y la  madera previamente cortada, también había creado un banco de trabajo para la elaboración del bote.

Ella lo veía sentada sobre un árbol, con sonrisa traviesa, era la primera vez que se sentaba a observar el trabajo de su enamorado y además ella era responsable de que tuviera que hacer ese trabajo. Lo miraba enamorada con un dejo de picardía y travesura en su mirada. los cisnes enamorados se encontraban sentados a un costado de ella viendo también al caballero.

Al fin el campeador terminó y llevó al lago el bote, el sabía que no se hundiría no solo por estar bien hecho, sino porque en el Bosque Encantado, todo está diseñado para consentir y cuidar a la princesa.


Devolvió el bote a la orilla, cansado, mojado y sudoroso, extendió la mano hacia su amada, quien inmediatamente, se levantó y al acercarse a él, la levanto en sus brazos para llevarla al bote. los cisnes fueron directo al lago para acompañarlos.


No sin un poco de temor la princesa subió al bote mientras el cabalero lo empujaba nuevamente al lago, ella se calmó cuando el subió con ella y comenzó a remar. Lo veía embelesada, trabajó buena parte del día para darle gusto a ella, de hecho él siempre intentaba darle gusto para que nunca se fuera del bosque. 

Cruzaron sin contratiempo hasta el otro lado del río, bajó del bote para jalarlo hasta la rivera del lago y asegurarlo y nuevamente cargo a su princesa para que no se mojara. Estaba relamente agotado.

Ella sugirió sentarse bajo el cobijo de un gran árbol que había hacia un costado, él se sentó para descansar y ella posó su cabeza en el pecho de él y comenzó a acariciarlo para confortarlo.

Así estuvieron un rato, cayó la noche, la luna los iluminaba, cuando ella sugirió entrar al lago, más tardó en decirlo que dirigirse a el llamando con su mano a su enamorado, quien la seguía embelesado por la belleza de su sonrisa.

Entraron al lago y se mojaron, el sentía mejor, recuperado, nuevamente con fuerza, se mojaban, reían, jugaban como niños, así es el poder del bosque, hasta que fundidos en un abrazo, al sentirse así tan juntos los recorrió un estremecimiento conocido. Nuevamente la levantó en sus brazos y la llevó al árbol donde ella lo confortara.

Se amaron la noche entera, se amaron intensa y profundamente, como solo ellos lo hacían se entregándose en cada encuentro.

La mañana los sorprendió bajo el árbol, desnudos abrazados, enamorados y más unidos que nunca. Así estuvieron un par de horas más retrasando el momento de ir cada uno a sus obligaciones.

OSCURO LABERINTO EN EL BOSQUE

Pudo entrar al lugar a pesar de estar rodeado de dragones por mandato de un Caballero quien solía protegerla, sin embargo en esa oportunidad no valió mandato, dragones, escritos, ni otros escritos… Una noche oscura la princesa en uno de esos continuos estados de tristeza, decidió regresar al lugar donde se sentía a gusto, allí encontraba una tranquilidad dulcemente oscura que mitigaba su tristeza, no oía, ni hablaba con nadie, solo disfrutaba ver el cielo sin estrellas, caminar sin sentido, ninguna distracción… Sin duda, el Bosque de la Melancolía.

Recibía escritos que susurraban con el viento, más ella seguía en su mundo; los desconocía aunque siempre los anhelaba sentía que era el único consuelo que encontraba en su desventura, los leía sonreía y suspiraba. En esos largos paseos permaneció por meses deambulando, dejó de escuchar lo que le decía su corazón no tenía miedo de hallarse sola; los pensamientos no acudían a su mente, estaban aprisionados tras un muro oscuro y confuso. 

Desconociendo las causas que la habían motivado, divagaba por entre los árboles que elevaban hacia el cielo sus ramas secas, y descarnadas anunciando la proximidad de una larga tormenta… el suelo estaba sembrado de hojas marrones casi negras y el viento agitaba sus largos cabellos, caminaba y a cada paso sus pies se hundían, todo se oscurecía. El alma sensible de la princesa se complacía en el aspecto melancólico que ese pasaje le brindaba.

La princesa con las manos juntas, sus cabellos extendidos sobre su vestido negro y sus rasgados ojos le daban un aspecto de una celestial visión llorando los extravíos y miseria del bosque y sus alrededores, así que miró con desesperación en torno suyo ¡ay! pero sólo vio a su alrededor áridos y negros peñascos que parecían amenazarla, permanecía pálida e inmóvil como una estatua viendo desvanecerse sus esperanzas, respiro y volvió a respirar profundamente. Sumergida en sus reflexiones que eran voces sofocándole el aliento, semejante al vapor abrazado de un volcán que le invitaban a entrar a ese lugar donde no hay retorno, solo vagar en soledad.  

Esa ansiedad por penetrar le perseguía sin cesar, después de una espesa nube encontró un laberinto al cual sin dudar entró y no oyó sino los lúgubres gritos, que salían primero de algunas partes, luego de todas partes y se mezclaban con los silbidos de viento, aquí permaneció delirando… No sabe, no recuerda cuánto tiempo estuvo pérdida envuelta en mantas de tinieblas inciertas.

Otra inquietud vino algún tiempo después a aumentar los padecimientos de la princesa, el vivo y ligero paso de ella se había puesto lento y grave solía dormirse de resultas de la fatiga que le ocasionaban sus paseos por el bosque convertido en laberinto.

Sabía que su salud no estaba bien pero allí seguía, la continua palidez de su rostro y la melancolía que respiraban sus ojos sensación indefinible de tristeza, su salud se alteraba visiblemente que apenas le dejaba la libertad de obrar por si misma encadenando sus acciones y hasta sus pensamientos, en medio de su delirio como si un instinto secreto del alma le advierte: Debes regresar, tienes que regresar… y así, pudo salir del laberinto, pero internada en el Bosque de la Melancolía.

¡Luna, ah hermosa luna! Exclamó la princesa tú sola presenciarás los sollozos que me arranca la memoria donde no se oían sino las más misteriosas y oscuras voces…

Diciembre 2014.

Tu latido es el mío

Y luché contra el sueño y la fatiga,
contra la ira sin fin y el desarraigo.
Escudriñé, escarbé sin asomo de duda,
entre las débiles pavesas ciegas
de mi memoria por hallar un año,
un solitario día, apenas un instante
en que pude decir: jamás te amé;
mas no encontré resquicio para mentirme a solas,
para afirmar siquiera la negación más leve.
Tu latido es el mío. Allí donde comienza
ese deseo intenso al que nombramos vida,
allí, resplandeciendo en los días distintos,
en la ardiente espesura de mi asombro,
con el sí, con el no del abismo o la suerte,
silenciosa me esperas como el árbol de fuego
que sostiene esa fruta lustral de la esperanza.
Mi mirada te invoca en el presente,
en el rumbo indeciso de cualquier lejanía
de ese mar que me canta y me seduce
con los ojos vehementes del relámpago.
Eres sed del edén que no percibo
y, en los acordes hondos de tu voz,
perenne permaneces, con la música
aterida del alma y la audaz primavera,
en todas las palabras de la sangre.

Igual que el primer día

Vas cosiendo en la máquina
lentamente el vestido,
los sueños de la hija.
En tus manos se trenzan
el tejido y la luz.
Te miro y voy sintiendo un sobresalto
en la sangre. Te estoy
hablando sin mover
los labios
como si no existieran las palabras. 
Es un silencio iluminado
el que escuchamos en nuestras paredes
blancas. La máquina prosigue
pespuntando los sueños,
la esperanza se viste
con un traje de niña.
Apenas una leve
mirada y nos hallamos
igual que el primer día:
Sigue el amor. Nos basta.

El sueño de sus sueños

Soñaron con el único tesoro
que alguna vez podría deslumbrarles:
ser el uno en el otro enteramente,
tornarse indestructibles para el tiempo y el mundo.

Anhelaron forjarse con poderes telúricos,
mitad árbol y viento, mitad tierra y hoguera,
y el soplo de la vida navegó por su sangre,
surgiendo vigoroso de la luz
de sus cuatro pupilas hechizadas.

El sueño de sus sueños fue el haberse encontrado,
porque desde ese instante, solitario y raigal,
se hicieron alma y sombra de un amor indeleble.

Algo invisible fluye a nuestro lado

Acaso despedirse de la vida
sea contar las veces que nos quedan
por habitar las cálidas costumbres.
Quizá estas tibias cosas cotidianas
ofrezcan las imágenes de lo que un día fueron:
encuentros soberanos con la luz
o con ese misterio fugaz de la hermosura,
la voz de una mujer, aquel poema,
cierto instante encantado del crepúsculo,
cuando el aire se incendia en los balcones
y el valle como un cuento se duerme en sus palabras.
Algo queda latente en nuestros labios,
un gozo, una inquietud ante lo impronunciable,
y la brisa remonta la torre del jazmín
y susurra leyendas de amor y de nostalgia.
Algo invisible fluye a nuestro lado,
el delirio estelar, la música del cosmos
palpitando en su espera deslumbrada.

Una propuesta real

La princesa lo esperaba a media noche para entregarle la armadura que tiempo atrás el caballero le había pedido que conservará.

El llegó puntual como siempre, ella lo recibió con su mirada enamorada. Platicaron sin dejar de mirarse a los ojos, suspirando, acariciándose con la voz, tenían múltiples maneras de demostrarse su amor.

Ella le susurró al oído:

-"Quiero que seas mi príncipe".

El declinó la propuesta con la mayor gentileza:

-"No soy noble vida mía, la única nobleza que deseo es la nobleza del amor que siento por ti"

Ella sintió una profunda caricia hasta el fondo de su alma con la respuesta que le dio el caballero, sabía bien que el amor no requiere de títulos de nobleza, puesto que el amor, el amor verdadero es noble en sí.

Se abrazaron como solo ellos sabían hacerlo, entragándose el alma, la vida y el ser entero.

Ella sabía que él la amaba, el sabía que ella lo amaba, todo estaba bien, una fuerza suprema los unía de por vida.

Los manuscritos de la Princesa Ángel


Siguiendo la recomendación de Entusiasmo, el caballero se internó en el Bosque Encantado buscando la mejor madera para su bote y su cabaña, traía consigo la espada recuperada y de este modo aunque ardua la tarea era posible.

Tocaba cada árbol y en algunos casos quita parte de la corteza para mirar mejor la calidad de la madera. Como le dijo a su amigo dragón, no era carpintero y en verdad entendía poco de ello.

La primera cabaña tenía mucho tiempo de haberla construido y solamente su amada la conocía.

De pronto dio con un árbol distinto a los demás y al mirar alrededor del mismo descubrió un hueco en forma de corazón, se detuvo un instante hasta que la voz de Entusiasmo retumbó en su cabeza:

-Mira adentro y ten cuidado con lo que encuentres, es un tesoro para ti.

Revisó cuidadosamente y encontró un conjunto de escritos ordenados cuidadosamente, con un listón blanco cuidadosamente anudado cada uno de ellos, eran los escritos de la princesa Ángel para él.

Los revisó en estricto orden cronológico, eran los últimos 7 meses, él había dejado de buscar mensajes de ella desde hacía poco más de 8 meses, se sintió devastado.

Se sentó junto al árbol y comenzó su lectura.

"Busco un pasado.
pidiendo un regreso." 

"Te seguiré por siempre, callada y fugitiva..."

"...nada cambia en el fondo si no lo tocamos nosotros", palabras que se le iban dejando huella... 

"Cuando vuelva a pasar a tu lado, 
querré que ese instante 
se detenga en el tiempo,
que ese instante
perdure en mi ser..."

“Cuando vuelva a pasar a tu lado,
querré que sea tan cerca
que casi te roce…”

“De todos modos te amaré lo mismo.
Juntos. O separados…”

“En esos días donde mi cuerpo y mi piel te reclaman, es cuando más ansío que tus brazos me ciñan entera hasta llenarme de tu aliento y que invadas mi ser con tu ir y venir de mar furioso, quedando tendidos en una deliciosa sensación de llegar al vacío…”. Aquí el alma del caballero se estremeció.

El caballero dejaba escapar lágrimas de asombro ante tanto amor, que el de manera absurda llegó a pensar que la princesa no sentía por él.

La cabaña nunca estuvo desolada, era el alma de ella llena de melancolía que hacía que no viera lo hermosa que la había dejado el caballero para ella.

“Entre miradas, eres mío y no, no, no, quiero que se acabe la noche…”

Y el caballero en su mente repetía; “TUYO, TUYO, TUYO…”

Así llegó al punto en donde ella en un intento desesperado para olvidar al caballero transformó al Bosque Encantado en lo que ahora es… sin embargo no pudo arrancarlo de su mente, lo amaba y él lo descubría lleno de emoción, se daba cuenta que era plenamente correspondido, el tiempo no había pasado en vano.

Había oscurecido y leía a la luz de las luciérnagas que se quedaban con él, acompañándolo en su amorosa ternura.

Y Luego sus desgarradoras preguntas; “¡¿Por qué?!”

“No amor mío, no calle porque no me importaras, sino porque pensé que yo ya no te importaba”, pensaba para si el caballero.

“Para ti
todas las gotas de lluvia
que una vez cayeron sobre mí…”

Sin conocer los manuscritos de la princesa, su caballero ya había escogido quedarse con la lluvia que tan bien la representaba.

Así llegó al “Adagio”, no mi amor, aquí te has equivocado también, estaremos eternamente juntos, le decía en voz alta el caballero a su amada princesa.

Y más adelante encontró la respuesta en sí misma la princesa; “Puedo tenerte siempre… Cada vez que lo desee, al amanecer, al anochecer, en el horizonte, vuelvo a tenerte amor…”

Pareciera que seguían unidos a pesar del tiempo y la distancia se unían más, tal vez por un invisible hilo, o tal vez el hilo tenía color; rojo, pero que solo ellos sabían que existía.

Se enteró que lo visitó varias veces como ángel, “Ángel enamorado”, pero estaba tan ensimismado en reparar su corazón que él no la percibía, así de grande era su dolor.

Y cuando ella en sus manuscritos preguntó si volvería a enamorarse de ella nuevamente, la respuesta del caballero fue contundente, ¡nunca había dejado de amarla!, ¡ni lo hará!

También había reclamos de ella para él, esos nunca faltan, tiene un carácter que a veces hace tropezar al caballero, y los escritos cargados de grande nostalgia…

Pero esta vez lucharía por hacerla feliz cada día, un día a la vez y ya había comenzado.

“…su cuerpo y espíritu flotan en el cuerpo y espíritu de él.”

Y justo así es y seguirá siendo por parte del caballero.

Ella en verdad lo extrañaba, lo amaba a morir y lo dejó plasmado en sus manuscritos, incluso poniendo pequeños momentos de intenso amor y pasión… como en la ducha.

El último escrito parecía una sentencia final, un rompimiento, pero no fue así, decía que no lo extrañaría más, tenía razón porque ahora lo tiene a él de regreso y más suyo que nunca.

Llegó el amanecer y el caballero había terminado de leer y más enamorado que nunca, corrió a buscarla para abrazarla, besarla, consentirla, mimarla y malcriarla como nunca, pasara lo que pasara no la volvería a dejar.

En el universo existen historias de amor verdadero, tal vez muy pocas, pero una cosa es segura, esta es una de ellas.

El muro nuevo

El portón fue derribado, por un fuerte soplido de fuego de su cómplice amigo, también el camino que conduce al lugar no deseado fue consumido, hasta no dejar rastro.

Inmediatamente después se levantó un gran muro, mejor que el que existía antes, arduo fue el trabajo pero grande el resultado.

-Estás fuera de condición. Dijo el dragón.
-Dejé de entrenarme para vagar por el mundo como espíritu errante, pero espero estar pronto en condición. Contestaba el caballero a su mitológico amigo, tratando de recobrar la respiración.

-Debes ir a lo profundo del bosque para construir tu cabaña. Comentó Entusiasmo.
-Creo que comenzaré con el bote para ejercitarme, recuerda que soy constructor, no carpintero. Respondió el caballero con un resplandor de esperanza brillando en sus ojos. Ambos sabían del deseo de la princesa acerca de su nueva cabaña.
-¡Debilucho! Rió travieso el dragón.
-¡Cállate lagartija! Grito el caballero.

Ambos rieron a carcajadas, subió al lomo de su alado amigo para que lo llevara a lo profundo del bosque en donde buscará la madera necesaria para construir, el bote y la cabaña.

La noche anterior había velado el sueño de su princesa, ella le había entregado una armadura completa con escudo y espada que tiempo atrás él le había dado a guardar, pero solo conservó la espada para cortar la madera necesaria.

Entusiasmo conocía los pensamientos de su amigo y sonreía, se dirigían hacia el horizonte con el corazón lleno de júbilo y de una felicidad recién recobrada, ambos sabía la causa... la Princesa Ángel.

En esos días... (Fragmento)

En esos días de estados de ánimos tan variantes de la locura, depresión a la ternura y romanticismo, es cuando más anhelo volar hasta ti para robarte mil suspiros, bajar la luna, perdernos en nuestros mágicos sueños donde  seas mi eterno caballero.

Cuestión de identidad

La palabra no es vieja,
por fortuna.
Yo no soy la palabra,
por desgracia.

Cuando la palabra me dice,
la palabra me retrata.
Cuando digo a la palabra,
la palabra se espanta.

La palabra es un río cuando el río es un cometa.
Un cometa es la nube cuando la nube llueve,
la nube llueve cuando en mi cuaderno
escribo la palabra “lluvia” mil veces.

Yo no soy la palabra
pero quisiera serlo
para volar con ella
de tiempo en tiempo,
de boca en boca.

Que te acaricie yo, tus pechos, ave

Que te acaricie yo, tus pechos, ave,
como rezar las cuentas de un Rosario,
y que mi amor, badajo y campanario,
te lo repique yo, que yo te clave.

Que sean mis manos, de tus muslos, llave.
Tu Rosa, de mis dedos, relicario,
y en su fronda la lengua de un canario
con mi lengua, la sal, que yo te lave.

Nada más eso pido, quiero, ruego.
A eso me dedico y a adorarte
a quererte, y a eso me consagro.

Y te juro, las manos sobre el fuego,
que volveré otra vez a codiciarte
cada vez que cumplas el milagro.

La rosa es una rosa

La rosa es una rosa es una rosa.
Tu boca es una rosa es una boca.
La rosa, roja y rosa, me provoca:
se me antoja una boca temblorosa.

La roja, roja sangre rencorosa
de la rosa, que quema lo que toca,
de tu boca de rosa se desboca
y me moja la boca, ponzoñosa.

La pena, pena roja de mi vida,
de no vivir bebiendo ese lascivo
licor de boca rosa y llamarada,

rubor de rosa roja y encendida,
me ha dejado la boca al rojo vivo,
del rojo de una rosa descarnada.

El regreso del Caballero de la Rosa

Recibió el mensaje de la princesa Ángel y puntualmente acudió a la cita...

Era un día muy especial para el caballero, tanto así que aunque no la esperaba deseaba como nunca su llegada, era un anhelo más grande que sus fuerzas.

Pasó mediodía y el había abandonado la esperanza de saber de ella, en la hora menos prevista llegó el mensaje anhelado, su corazón saltó de júbilo y la respuesta ante la pregunta de ella era un rotundo ¡sí! Sí acudiría a la cita convocada por la princesa. No sabía que esperar pero su corazón latía tan apresuradamente que casi se le salía del pecho.

Volvió a su embarcación abandona un año atrás. Desde que piso tierra nunca más volvió a su nave, ni siquiera volteó a darle una última mirada al desembarcar. Se encontraba algo desvencijada por el paso del tiempo y el descuido, pero a medida que avanzaba hacia el Bosque Encantado, se recuperaba y volvía a su esplendor original, esta era la señal de que estaba acercándose.

Bajó del barco y no reconoció el lugar, en un rápido vistazo ya no había faro, cabaña, fuente, bote de remos, el muro tenía un portón, las margaritas habían desaparecido, busco a Corcel pero no lo encontró...

Algo había pasado
-Lo cambió la princesa, se oyó dentro de su cabeza una voz amiga, ¡era Entusiasmo!
-Sigue mi voz y llegarás a ella, estoy acompañándola mientras llegas, sabes que soy discreto y en el instante que se reúnan me marcharé. Decía su viejo amigo.
-Prepara tu corazón para recibir buenas noticias.

-¿Qué le pasó a mi cabaña? Preguntó al dragón.
-Se quemó, contesto.
-¿Se quemó o la quemaste? No hay huella de mi armadura, yelmo, escudo, ni espada, esas cosas no se funden así como así.
-La princesa la quemo. Dijo el dragón con una voz que no podía ocultar su participación.

Por más que quisiera disimular Entusiasmo el caballero sabía que el había tenido que ver, pero lo disculpaba porque también sabía que no lo haría por iniciativa propia, sino por petición de ella, a quien el dragón amaba casi con la misma intensidad que la amaba él.

Mientras caminaba notó que desde que tocó tierra un camino de margaritas había florecido a su paso, suspiró aliviado porque al menos eso se mantenía.

Ahí estaba ella, en un claro del bosque bañada por la luz de las estrellas y la luna, con su vestido inmaculadamente blanco que hacía resaltar su cabello intensamente negro revuelto por el suave viento que corría en ese momento.

No había espectáculo más bello que mirar sus ojitos enamorados, algo decía ella, parecía una disculpa que él no necesitaba, estaban juntos nuevamente y eso era lo más importante. Se sabían correspondidos en su amor y él se lo demostró como siempre se lo había dicho: "Siempre te recibiré con los brazos abiertos, el corazón en la mano y una sonrisa de bienvenida".

El caballero miró dentro de su propio pecho y notó que su corazón antes roto, estaba unido y sin heridas, ni huellas, latiendo fuertemente diciendo el nombre de ella en cada latido, y del centro del mismo surgía una bella rosa que lo traspasaba hasta el exterior llenando de su fragancia el ambiente. Fue interrumpido por el abrazo de ella que se refugio en los brazos de él.

Sus cuerpos se daban calor, de ese que viene desde el fondo del alma, nada había que aclarar, no había reproches ni reclamos, se amaban y ambos lo sabían.

Al principio caminaron lentamente por el bosque como buscando un lugar propicio para sentarse a conversar, la realidad es que lo único que les interesaba era estar juntos, se sentaron bajo un árbol y se miraban, sonreían, suspiraban, se abrazaban y comenzaron a besarse suavemente, sin prisa, como preámbulo, reconociendo el cuerpo de uno y del otro.

Se amaron, mejor que nunca, se necesitaban por amor, se habían hecho falta y era la manera de decirlo, sin palabras y entregando el cuerpo y con el iba la piel, el corazón, el alma, la vida y su ser entero. Se entregaron sin reserva y sin medida, sin recato y sin pudor, se susurraban palabras de amor, se acariciaban el cuerpo y el alma. 

Disfrutaron su encuentro y después de entregarse en cuerpo y alma permanecieron abrazados, en silencio, sintiendo los latidos de sus corazones que lo hacían al mismo tiempo.

-No vuelvas a dejarme nunca. Dijo ella rompiendo el silencio, a manera de súplica y desde el fondo de su corazón.
-No te dejaré nunca. Contestó él desde el fondo de corazón sellando el compromiso con su palabra de caballero.

-¿Qué le hiciste al Bosque Encantado? Preguntó curioso.
-¡Lo cambié! Contestó con picardía
-Ahora lo debes dejar más bello que antes. Sugirió con cara de niña traviesa sabiendo que su amado cumpliría sus caprichos, siempre lo hace y hay cosas que nunca cambian porque no tienen por que cambiar.

El comenzó a imaginar los cambios que tendría que hacer y la malcriada princesa no quería prestarle a Entusiasmo, pero bien sabía que a escondidas de ella el dragón amigo lo ayudaría.

Quedaron abrazados, disfrutando de su mutua compañía hasta muy entrada la noche. Al otro día el caballero se daría a la búsqueda de Corcel.

Hay historias de amor que no tiene fin... esta es una de ellas.

Después de un año

Tiene la cualidad de convertirse en diferentes seres; ángel, mujer, rosa, princesa -la más desfavorable para mi- y bruja -cuando me riñe-. A todas las amo, a las dos últimas un poco menos pero aun así mi amor por cada una de ellas es inconmensurable, pues es la misma con diferentea cualidades y no tiene personalidades múltiples, solo es que le gusta transformarse para mi.

En ella todo es magia, me encanta aunque a veces me desespera, intenté odiarla y fracasé, olvidarla y no pude o no quise, vaya usted a saber. Así que decidí seguir amándola devotamente, fervientemente, es tan fácil hacerlo.

Regresó como mujer por la ventanita en donde me conquistó como ángel hace algunos años. Llegó con cautela, buscó y encontró la fecha adecuada, puedo decir que con premeditación, alevosía y ventaja. No pudo escoger un día mejor para volver. Me lleno de inmensa e inenarrable dicha.

El único error que cometió fue no haberlo hecho antes, igualmente sería bien recibida; con los brazos abiertos, mi corazón en la mano y con una sonrisa de bienvenida.

Lo importante es que volvió y ambos quedamos sorprendidos de que nada había cambiado, los sentimientos no sólo eran los mismos sino que estaban a flor de piel buscando el momento oportuno para manifestarse.

Es verdad que existe un hilo rojo, el nuestro es verdaderamente fuerte y resistente, sobre todo a sus jaleos, que no son pocos.

Hablamos  cono si nunca hubiera pasado el tiempo, gozábamos de saber uno del otro, nada podía ser mejor, el amor se hacía más intenso en cada instante.

Ya no tiene dudas, yo nunca las tuve, la amo sin razones, ni motivos, porque lo único que puedo sentir por ella; es amor. Lo digo sin vergüenza y con certeza, no importa que haya desaparecido y vuelva después de un año.

Y tiempo

Hay canciones que prefiero no escuchar, imágenes que no quiero ver y lugares que no deseo pisar.

Tantas cosas que tenían un gran significado para mi y que ahora, en defensa propia, evito.

Así pasa algunas veces cuando lo que antes nos hacía tato bien ahora nos lastima.

No es que huya, es que a pesar de tanto tiempo transcurrido, todavía duele la herida, así de grande es el amor que he llegado a sentir y que a mi pesar todavía siento.

Pero nadie es culpable y si acaso hubiera uno, soy yo que decidí arriesgar mis sentimientos y los entregué sin reserva ni medida, sin recato y sin pudor, como siempre he asegurado que debe ser. Soy congruente conmigo mismo.

Algún día llegará en que pueda recorrer los mismos caminos, quizá con tristeza pero ya sin dolor. Mientras tanto dejo correr los días sin prisa, el tiempo pone todo en su lugar, solo hace falta paciencia, que sí tengo... y tiempo.

Se desnudo...

“Se desnudó frente a mi
de la manera más erótica posible;
se quito los prejuicios
se desabotonó los miedos
y se dejó ver los recuerdos…”

SE ACABO TE EXTRAÑO

Se acabó te extraño, 
En la soledad,
Bajo lluvia,
Y  las noches frías de insomnio.

No más el fantasma del recuerdo
Ni romances bajo la luna,
Ni con rosas, ni caballero, ni canciones.

Recuerdos que ya no son míos.
Ni de más nadie
Porque yo no le quise como recuerdo.

Se acabó te extraño
El corazón, en su sepulcro, 
No hay, no hay nada: Ni un más te extraño

ENCUENTROS

El insistía, 
ella se negaba,
tanto insistió
y ella aceptó.

Caricias confundidas
eran gotas de agua
o sus manos 
que erizaban la piel,
incitaban y estremecían.

Cuerpo encadenados,
dúo de gemidos.

Pasión consumada.
Sublimes encuentros bajo el agua…

En la ducha.

Si pudiéramos ir

Él decía a su amada: Si pudiéramos ir 
los dos juntos, el alma rebosante de fe, 
con fulgores extraños en el fiel corazón, 
ebrios de éxtasis dulces y de melancolía, 

hasta hacer que se rompan los mil nudos con que ata 
la ciudad nuestra vida; si nos fuera posible 
salir de este París triste y loco, huiríamos;
no se adónde, a cualquier ignorado lugar, 

lejos de vanos ruidos, de los odios y envidias,
a buscar un rincón donde crece la hierba, 
donde hay árboles y hay una casa chiquita 
con sus flores y un poco de silencio, y también 

soledad, y en la altura cielo azul y la música 
de algún pájaro que se ha posado en las tejas, 
y un alivio de sombra... ¿Crees que acaso podemos 
tener necesidad de otra cosa en el mundo?

Desnudos

Nacía, gris, la luna, y  Beethoven lloraba,
bajo la mano blanca, en el piano de ella...
En la estancia sin luz, ella, mientras tocaba,
morena de la luna, era tres veces bella.

Teníamos los dos desangradas las flores
del corazón, y si acaso llorábamos sin vernos...
Cada nota encendía una herida de amores...
-...El dulce piano intentaba comprendernos.-

Por el balcón abierto a brumas estrelladas,
venía un viento triste de mundos invisibles...
Ella me preguntaba de cosas ignoradas
y yo le respondía de cosas imposibles...

No decía palabras

No decía palabras,
acercaba tan sólo un cuerpo interrogante
porque ignoraba que el deseo es una pregunta
cuya respuesta no existe,
una hoja cuya rama no existe,
un mundo cuyo cielo no existe.

La angustia se abre paso entre los huesos,
remonta por las venas
hasta abrirse en la piel,
surtidores de sueño
hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.

Un roce al paso,
una mirada fugaz entre las sombras,
bastan para que el cuerpo se abra en dos,
ávido de recibir en sí mismo
otro cuerpo que sueñe;
mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,
iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.

Aunque sólo sea una esperanza,
porque el deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe.

A la que es demasiado alegre

Tu cabeza, tu gesto, tu aire
Como un bello paisaje, son bellos;
Juguetea en tu cara la risa
Cual fresco viento en claro cielo.

El triste paseante al que rozas
Se deslumbra por la lozanía
Que brota como un resplandor
De tus espaldas y tus brazos.

El restallante colorido
De que salpicas tus tocados
Hace pensar a los poetas
En un vivo ballet de flores.

Tus locos trajes son emblema
De tu espíritu abigarrado;
Loca que me has enloquecido,
Tanto como te odio te amo.

Frecuentemente en el jardín
Por donde arrastro mi atonía,
Como una ironía he sentido
Que el sol desgarraba mi pecho;

Y el verdor y la primavera
Tanto hirieron mi corazón,
Que castigué sobre una flor
La osadía de la Naturaleza.

Así, yo quisiera una noche,
Cuando la hora del placer llega,
Trepar sin ruido, como un cobarde,
A los tesoros que te adornan,

A fin de castigar tu carne,
De magullar tu seno absuelto
Y abrir a tu atónito flanco
Una larga y profunda herida.

Y, ¡vertiginosa dulzura!
A través de esos nuevos labios,
Más deslumbrantes y más bellos,
Mi veneno inocularte, hermana.

Amor constante más allá de la muerte

Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;

Mas no, de esotra parte, en la ribera, 
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama el agua fría, 
y perder el respeto a ley severa.

Alma a quien todo un dios prisión ha sido, 
venas que humor a tanto fuego han dado,
médulas que han gloriosamente ardido:

Su cuerpo dejará no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.

Los nidos

Cuando el soplo de abril abre las flores,
buscan las golondrinas
de la vieja torre las agrestes ruinas;
los pardos ruiseñores
buscando van, bien mío,
el bosque más sombrío,
para esconder a todos su morada
en los frondosos ramos.
y nosotros también, en el tumulto
de la inmensa ciudad, hogar oculto
anhelantes buscamos,
donde jamás oblicua una mirada
llegue como un insulto;
y preferimos las desiertas calles
donde la turba inquieta
en tropel no se agrupa; y en los valles
las sendas del pastor y del poeta;
y en la selva el rincón desconocido
donde no llegan del mundo los rumores.
Como esconden los pájaros su nido,
vamos allí a ocultar nuestros amores.

He pasado toda la noche sin dormir

He pasado toda la noche sin dormir, viendo, 
sin espacio tu figura.
Y viéndola siempre de maneras diferentes 
de como ella me parece.
Hago pensamientos con el recuerdo de lo que 
es ella cuando me habla,
y en cada pensamiento cambia ella de acuerdo
con su semejanza.
Amar es pensar.
Y yo casi me olvido de sentir sólo pensando en ella.
No sé bien lo que quiero, incluso de ella, y no
pienso más que en ella.
Tengo una gran distracción animada.
Cuando deseo encontrarla
casi prefiero no encontrarla,
Para no tener que dejarla luego.
No sé bien lo que quiero, ni quiero saber lo que
quiero. Quiero tan solo
Pensar en ella.
Nada le pido a nadie, ni a ella, sino pensar.

Encuentro nocturno.

El mar gris y la extensa tierra negra;
y la dorada media luna flotando bajo,
y las tímidas y asustadas olas que saltan
dormidas en ardientes círculos;
Mientras gano la costa en la ansiosa proa,
que sólo apaga su vigor en la arena fangosa.


Entonces surge una milla de perfumadas playas;
tres campos a la cruz de una granja aparecen;
un golpe en el cristal; un rasguño agudo y rápido,
las chispas azules de una lámpara que se enciende,
y una voz, aún más silenciosa, con sus alegrías y miedos,
que los dos corazones que se agitan en la noche.

El amor a distancia

En el 2003 regresaba de un viaje a Buenos aires, venía en los lugares centrales, una psicóloga mexicana en el lugar izquierdo que daba al pasillo, una joven argentina al centro y yo en el extremo derecho al pasillo también.

Con tantas horas de vuelo surgió la plática y nos enteramos que la joven venía por vez primera a México a conocer personalmente a su familia política, y a su novio dos semanas después porque  él trabajaba en Los Ángeles.

Me sorprendió que no conociera a su novio personalmente, nos explicó que lo conoció por internet en un chat y que llevaban 3 años de relación. Ella venía entusiasmada, enamorada y nerviosa.

En algún momento que ella se paró para ir a los sanitarios, la psicóloga me comentó, que si ya es difícil mantener una relación conociendo a la pareja, cuanto más difícil sería sin convivir con ella personalmente. Asentí convencido también. 

Al llegar a México ahí estaba la familia del novio recibiéndola como solo los mexicanos sabemos, con todo cariño y con grandes porras.

Han pasado muchos años y mi forma de ver las cosas han cambiado, ahora estoy convencido de que es posible amar a distancia.

Un amor a distancia es una de las mejores pruebas que existe para el amor verdadero. Amar a una persona que se encuentra a kilómetros no es una tarea fácil, hay que ser fuertes y realmente honestos, entregados, pacientes y enamorados. 

Es normal querer sentir un abrazo, un beso, una caricia o tan solo ver películas una tarde, tomar un café, jugar, bailar, cantar, correr y reír juntos. Son cosas esenciales en la vida y en ocasiones es triste no poder vivir todo eso en el momento que se desea junto a la persona amada. 

Verdadero amor  es cuando no existe en todo el mundo  otra persona que te llene como lo hace tu amor a distancia, entonces se guardan y acumulan todos esos besos y abrazos, deseos y ternura, caricias y suspiros para cuando estén juntos. 

No hay nada mejor que poder ver a tu pareja, a los ojos, correr y besarse, sentir sus labios, saborearlos y comerlos, en cada deseado encuentro. 

Lo bueno se hace esperar, el amor verdadero se demuestra en el amor a distancia... cuando se es total y absolutamente correspondido.