Muy cerca de mi ocaso yo te bendigo Vida
ni trabajos injustos ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas.
Cuando planté rosales, coseché siempre rosas....
Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno;
¡más tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
Más no me prometiste tú sólo noches buenas,
Y en cambio tuve algunas santamente serenas...
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida nada me debes!
¡Vida estamos en paz!
MANUEL GUTIÉRREZ NÁJERA
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