Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Mi vagina era mi aldea

Mi vagina era verde, campos de agua rosa tierno, vaca que muge sol que se posa dulce novio que toca ligeramente con una suave brizna de paja dorada.

Hay algo entre mis piernas. No sé lo que es. No sé dónde está. Yo no toco. No ahora. Ya no. Ya no desde entonces.

Mi vagina era una cotorra, no ve la hora, mucho, mucho que decir, palabras que hablan, no puedo dejar de intentar, no puedo dejar de decir oh sí, oh sí.

No desde el momento que sueño que hay un animal muerto cosido allí abajo con grueso sedal negro. Y el mal olor del animal muerto no se puede quitar. Y su garganta está cortada y su sangre empapa todos mis vestidos de verano.

Mi vagina que canta todas mis canciones de chicas, cencerros de las cabras que tocan canciones, salvajes canciones de los campos de otoño, canciones de la vagina, canciones del país de la vagina.

No desde el momento que los soldados enhilaron dentro de mi un largo y grueso fusil. Tan frío, con ese cañón de acero que aniquila mi corazón. No sé si abrirán fuego o si lo empujaran arriba a través de mi cerebro enloquecido. Seis hombres, monstruosos doctores con máscaras negras que me meten por dentro también botellas, palos, y un mango de escoba.

Mi vagina que nada agua de río, agua limpia que se vierte sobre piedras cocidas al sol sobre clítoris de piedra, piedras-clítoris mil veces.

No desde el momento que he sentido la piel desgarrarse y hacer ruidos chillones de limón estrujado, no desde el momento que un trozo de mi vagina se ha desgarrado y me ha quedado en la mano, una parte de los labios, ahora por un lado un labio se ha perdido completamente.

Mi vagina. Una húmeda aldea viviente de agua. Mi vagina, mi ciudad natal.

No desde el momento que se han turnado durante siete días con ese tufo a excremento y carne ahumada, y han dejado su mugriento esperma dentro de mi. Me he vuelto un río de veneno y de pus y todas las cosechas han muerto, y también los peces.

Mi vagina
Húmeda aldea viviente de agua.
Ellos la han invadido. La han masacrado
Y quemado.
Ya no la toco.
No la visito.
Ahora yo vivo en otro sitio.
Ya no sé donde está.

Fragmento de monólogos de la vagina
(Traducción: Fabio Contu)

Tu y yo...

Tu y yo no nacimos para ser amigos.


Gracias Montserrat