Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Un ángel…

Ensimismado en mis ocupaciones del día, recibí una inesperada visita, un ángel maravilloso me observaba sonriente mientras yo trataba de ordenar mis ideas, me miraba con sus alegres ojos y su sonrisa franca, su oscuro cabello caía haciendo ondas sobre sus delicados hombros, me veía con picardía, como sabiendo que no sería la única vez que nos encontraríamos.

Me faltaron palabras, mejor dicho huyeron de mi boca ante tan bella imagen, igual que mis acostumbradas musas, opacadas por la resplandeciente luz que emanaba de mi ángel, porque se bien que es mío.

Ahora tratando de recobrar la calma y la cordura, solo alcanzo a escribir este remedo de relato para dejar testimonio de uno de mis mejores días… vi a un ángel de cerca… muy cerca.

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