Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Bella durmiendo...

En la penumbra de la noche y aprovechando un rayito de luna que se filtró por su ventana, le observé sin recato y sin pudor, pero la imagen qué quedó en mi memoria bien valen el castigo que imponga ante mi atrevimiento. 

Su cabello revuelto cayendo sobre su bello rostro que tenía un gesto misterioso y cómplice, como si me sonriera. 

Su figura apenas iluminada recostada en su cama, fueron motivo suficiente para no respetar su sueño, así que aprovechando la oscuridad de la noche y su sueño profundo, me acerqué sigiloso, y con el pecho de emoción inflamado, le besé con suavidad, en la frente y la mejilla, al notar que no le había despertado, con el más sincero amor, rocé sus labios con los míos. 

No me arrepiento por lo que hice, sino por no haber tenido el valor de repetirlo, pero se ve usted tan dulce cuando duerme, que quise conservar así su imagen, ahora paciente y enamorado espero mi castigo, ¡a fe mía que no me arrepiento!

No hay comentarios.: