Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

El proceso de duelo

Hace dos días perdí en un accidente automovilístico una muy amada amiga, por este motivo y a manera de catarsis, quiero hablar del duelo.

¿Qué es el duelo?

Es una reacción inevitable, involuntaria ante una pérdida. Implica dolor y sufrimiento, mucho de ambos en la mayoría de los casos.

El duelo es una herida en el alma, que si no se atiende al igual que una herida del cuerpose puede complicar o cicatrizar de manera inadecuada.

¿Para qué sirve el duelo?

El duelo sirva para dar expresión y cause sano a los sentimientos, serenar el sufrimiento dominando la pena de la separación, aceptar la realidad de la muerte y amar de un nuevo modo al ser que ha partido. Y en este proceso debemos encontrar un significado a nuestra vida.

“Quién tiene un por qué vivir, encontrará siempre él como”. Viktor Frankl

La duración del duelo por la muerte de una persona muy querida puede variar de persona a persona desde algunos meses, hasta años.

Se puede decir que hemos completado un duelo cuando somos capaces de recordar al fallecido sin sentir dolor, cuando hemos aprendido a vivir sin él o ella, cuando hemos dejado de vivir en el pasado y podemos invertir de nuevo toda nuestra energía en la vida y en los vivos.

En ninguna otra situación como en el duelo, el dolor producido es total:
1. Es un dolor biológico (duele el cuerpo)
2. Psicológico (duele la personalidad)
3.    Social (duele la sociedad y su forma de ser)
4.    Familiar (nos duele el dolor de otros)
5.    Espiritual (duele el alma, quizá el más doloroso de todos).

Muchos autores de libros sobre el duelo piensan que el duelo se desarrolla en 5 etapas o fases, que aunque reciben diferentes nombres según el autor, tienen las mismas características:

1ª etapa: Impacto y Negación.
2ª etapa: Conciencia de la pérdida.
3ª etapa: Conservación o Retraimiento.
4ª etapa: Cicatrización o reacomodo.
5ª etapa: Recuperación y sanación.

1ª etapa: Impacto y Negación

Sus características son: Incredulidad, confusión, inquietud, confusión, oleadas de angustia aguda (agitación, llanto, sensación de ahogo, respiración suspirante vacío en el abdomen, preocupación por la imagen del muerto), pensamientos obsesivos y algunos síntomas físicos. (debilidad muscular, temblor incontrolable, perplejidad, mareos y palpitaciones).

2ª etapa: Conciencia de la perdida (desorganización)

Conforme los síntomas y reacciones iniciales van perdiendo gradualmente su intensidad y la persona acepta emocionalmente la situación, comienza la segunda etapa.

Sus características: Ansiedad de separación, estrés prolongado, agresividad, impotencia, frustración, hipersensibilidad, trastornos del sueño, miedo a la muerte, comportamiento de búsqueda, sentir la presencia del muerto.

En esta etapa llena de conflictos surge la culpa real o imaginaria, aparece con sentimientos y pensamientos de “si hubiera…”

La culpa puede tomar varias formas: Sentirse culpable de estar vivo. Auto acusaciones. Culpa fantasiosa. Recapacitar de lo ilógico que es sentir culpa por algo que no podemos cambiar y que no estuvo en nuestras manos hacerlo, disminuirá la culpa y allanará el camino para la resolución de un duelo sano.

3ª etapa: Conservación, retraimiento

Aislamiento, impaciencia, fatiga y debilidad, repaso obsesivo, apoyo social disminuido, necesidad de sueño, desesperación, desamparo, impotencia.

4ª etapa: Cicatrización o reacomodo

Se va dejando poco a poco su mundo emotivo y vuelve a tener una perspectiva, realiza un balance entre lo que se ha perdido, lo que le queda y lo que se ha aprendido.

Características: Reconstruir la forma de ser, retomar el control de la propia vida, disminución gradual del estrés, aumento de energía física y emocional.

5ª etapa: Recuperación y sanación

En esta etapa retomamos el control sobre la vida. Seguimos con nuestra vida. Es tiempo de dejar partir e iniciar nuevas relaciones.

Se nos brinda la ocasión de ir al interior de uno mismo y descubrir los recursos profundos, pues el sufrimiento es con frecuencia un estímulo para crecer y abrirse a los demás. Por este motivo es importante vivir a fondo las cuatro primeras etapas, antes de pasar a la quinta.

Es en este momento cuando se está listo para perdonar y pedir perdón al ser que ha partido, si este fuera el caso, por las faltas y heridas que hayan marcado su relación.

Esta también dispuesto a perdonarse a sí mismo y a dar gracias al ausente por la experiencia que le ha heredado.

Tipos de duelo

Anticipado: precedido con tiempo y pleno conocimiento de la situación, permite prepararse anímicamente.

Retardado: es un duelo inhibido o reprimido. Se puede tener una reacción emotiva en el momento de la perdida, pero no va en proporción con el significado de la pérdida de un ser querido. El pesar se manifiesta con cierta exageración más adelante cuando la pérdida es reactivada por una perdida menor.

Crónico: Es un pesar inusitadamente intenso que no disminuye con el tiempo y, por lo tanto, se transforma en una manera de ser.

Emergente: El sufrimiento aparece por etapas, fechas o circunstancias.

Patológico: El duelo anormal puede presentarse de diversas maneras, que va desde el retraso del duelo, o la ausencia de este, hasta un duelo muy intenso y prolongado.

Negado: Es la ausencia de la expresión del duelo en el momento de la perdida.

Extraordinario: Ocasionado por situaciones críticas de la muerte; aborto, suicidio, homicidio, tortura, cuerpos sin aparecer, guerras, etc.

Saludable o positivo: Te planteas el gran desafío de reincorporarte al mundo a partir de una nueva identidad, de un nuevo conocimiento de nosotros mismos, en el cual no está incluido nuestro ser querido fallecido, lo que no significa que vayamos a olvidarlo. Es posible volver a la vida, volver a amar, y volver a sonreír.

Recomendaciones para un duelo sano

Llorar: es humano y es una reacción normal ante la muerte de un ser amado.

Hablar: es una forma de desahogarse y compartir nuestros sentimientos y nuestros estados de ánimo.

Conversar con otros padres: acercarse a un grupo de ayuda mutua puede aliviar en gran medida nuestro dolor, al escuchar a otros padres como sobreviven, es una esperanza.

Reconocer la perdida: admitir la perdida nos permitirá avanzar en la aceptación.

Escribir lo que se siente: nos permite esclarecer nuestros propios sentimientos y las emociones.

Cultivar el afecto y el amor mutuo en la pareja: mantener comunicación con el cónyuge.

Prestar atención y consolar a nuestros hijos: ellos también elaboran su propio duelo, no los olvidemos.

Respetar el dolor del cónyuge: se debe evitar la crítica ante el dolor de nuestra pareja.

Consultar a un profesional: asistir con un psicólogo para recibir orientación y consejo.

Evitar tomar responsabilidades o decisiones importantes: aplazar las decisiones importantes como cambiar de casa, vender las cosas o cambiar de trabajo.

Estoy en mi proceso de duelo, estoy escribiendo para liberar mi alma del dolor que siento cumpliendo con lo que he escrito hoy para ustedes,  por una maravillosa mujer que me llenó la vida de ilusión y entusiasmo durante 4 meses, un breve periodo, que hace dos días terminó con un trágico accidente, sin embargo estará siempre en mi corazón por lo mucho que me dejó de ella y porque sé que durante ese tiempo, ella fue muy feliz conmigo.

Descansa en paz Galadriel.
1 de septiembre de 2011

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