Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Un Ángel

Un día apareció para saber de mi nostalgia y melancolía. Su cara radiante con su sonrisa franca, su bella mirada, su cabello negro azabache, femenina, con su porte de señora, de mujer.

No pude resistir la tentación de conocerla encontrando tres afortunadas y maravillosas coincidencias con ella; el optimismo, la nostalgia y su romanticismo (cuando era necesario), que con el tiempo descubrí que su romanticismo es único, exquisito, excelso.

Decidió ser mi ángel y cuidarme. ¡Bien que lo ha hecho! Le abrí mi puerta y le permití la entrada a mi íntimo mundo, ese que no había compartido con nadie, ese que es muy mío.Sentí la necesidad de hacerlo porque mi corazón estaba muy lastimado y sabía que podía confiar en ella, no se cómo pero lo sabía... no me equivoqué.

Nunca imaginé lo que descubriría, ¡en verdad era un ángel! Ocasionalmente me llevaba en sus brazos y me transportaba a otro mundo, todo era diferente, grandioso. Yo la buscaba diario, me aparecía donde ella pasaba con el propósito de coincidir. ¡Yo era muy feliz cuando coincidíamos!

Hablamos realmente poco pero me sentía muy bien cuando lo hacíamos… Un buen día desapareció, no la encontraba, le extrañe primero, la nostalgia se apoderó de mí después y finalmente la tristeza me hizo suya, no entendía por qué.

¡Pero reapareció y fui nuevamente feliz!

Volvimos a volar, nos coqueteábamos, nos gustaba nuestra compañía y la disfrutábamos, me llevaba por los aires y me envolvía con sus alas en grandiosas piruetas que hacían que me sujetara de su talle para no caer, parecía un sueño, pero era real, ¡realmente volaba con un ángel! No tenía miedo de caer, ella me sujetaba fuerte, mi corazón palpitaba acelerado por la emoción.

Sucedió que un día mientras volábamos, estaba muy cerca de su cuerpo, pegaditos, la sentía y me sentía, descubrí que mi corazón palpitaba a su ritmo y su ritmo era acelerado, la respiración se entrecortaba y de vez en vez los suspiros hacían su aparición en nuestra plática y en nuestros vuelos.

Así lo hicimos varias veces, no sé cuantas, la necesidad de sentirme en sus brazos fue creciendo y realmente disfrutaba estar con ella, con mi ángel. Hasta que no se si por accidente o porque lo deseábamos los dos, nuestros rostros quedaron muy cerca, como nunca, nos veíamos fijamente a los ojos, me posó en tierra, miles de pensamientos pasaron en ese momento por mi mente, yo sabía que la amaba pero temía ofenderla si lo decía, así que guarde silencio, puso sus brazos en mi cuello mientras yo sujetaba su talle... y me besó… yo correspondí… se despidió y se fue.

Desapareció un largo tiempo, seguí buscándola afanosamente, trataba de verla nuevamente, repetir esa suave sensación y el sabor de sus labios, pero tardó en aparecer. Mi corazón entristecido no entendía que pasaba, estaba ahora más triste que cuando la encontré.

Ella volvió y la besé, nos besamos y descubrí que no volvía porque estaba enamorada de mi, ese sentimiento no debe ser en un ángel, pero en el corazón de un ángel no gobiernan los sentidos, igual que con nosotros simples mortales, eso la tenía contrariada, triste y preocupada… temía no ser correspondida, ¡igual que yo!

Nos abrazamos y nos besamos mucho, mucho, mucho más de lo permitido a un ángel, nos fuimos descubriendo poco a poco para encontrar una serie de coincidencias que eran realmente emocionantes, pronto nuestro amor creció y no pudimos evitar entregarnos primero el corazón, luego el alma y finalmente el cuerpo.

Huelga decir que mi ángel además de ser muy femenina, es pícara, traviesa, amante, compañera y amiga, también es fuerte y frágil, muy sensible, ingeniosa e inteligente, romántica, cariñosa, tierna y amorosa, su voz grave y sensual, de hablar pausado y de finos modos, muy correcta casi siempre pero en ocasiones tremenda, es también bromista y su risa es maravillosa, nos gusta crear nuestra propia historia día a día, hemos aprendido a volar sin necesidad de alas.

Algunos dirán que este escrito es muy cursi pero no me importa, los ángeles existen y yo tengo el mío, me pertenece y le pertenezco, con ella he descubierto el amor en formas diferentes, como nunca pensé que existiría, estamos aprendiendo no solo a amarnos más, sino mejor.

Ahora los dejo porque es mi turno de volar… sin alas… con ella.

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