Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Cuando a escribir de vos el alma mía

Cuando a escribir de vos el alma mía
se mueve, tanto que alabar se ofrece
que el ingenio y el arte desfallece
y sólo el desear queda por guía.

Este deseo la tira y la desvía

de cuanto acá hermoso nos parece,
y en la eterna beldad do resplandece
la que vemos acá, mira y porfía.

De aquí nace otro efecto: que mirando

vuestra beldad en la beldad del cielo,
entre las otras puesta en alta cima,

se inflama de otro ardor que sentía cuando

acá os miraba, y de un más limpio celo.
¡Qué el bien más conocido más se estima!

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