Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Mientras tanto el caballero

El alma de su dulce y amada Princesa Ángel sumida en un profundo sueño, mientras tanto… El caballero se detuvo para contemplar las maravillas del bosque encantado  el lugar de los sueños, apenas se percató del desvanecimiento de su presuroso encuentro que todas las noches tenía su alma para acompañar a la princesa, pero algo en su interior le decía que  no lo necesitaría…
 
“Sentía el tacto húmedo de la hierba alta que se mecía, suavemente, a causa de una juguetona brisa.  El olor del polen con un aroma dulzón y empalagoso, que le embotaba los sentidos.  Los delicados pétalos le acariciaban las piernas, evocando el roce suave y sensual de una hermosa ninfa de los bosques; las argénteas aguas del río que atravesó, le tonificaban y relajaban a medida que se dejaba imbuir por su reconfortante frescura. Se adentró en la profundidad de del bosque densamente  poblado…. La inmaculada belleza del lugar cautivó al  Caballero hasta que llegaron a él ligeros susurros en el aire, voces… tenues ecos… ¡Llamándolo! Tan cercanos que parecían hallarse casi al alcance de su mano,


Una búsqueda misteriosa que dio sus frutos al llegar a un pequeño claro del bosque donde se alzaba un círculo de piedras, en el que doncellas cubiertas de hojas de roble, susurraban bailando en círculos. Sus movimientos rítmicos y cadenciosos hacían que de vez en cuando se desprendiesen algunas de las hojas que cubrían sus torneados cuerpos.


La música sonaba armoniosamente interpretada por un fauno de cuernos y patas de cabra haciendo cabriolas y saltos, mientras entonaba con fuerza la cautivadora melodía de su flauta, en  compañía de las dríadas, ninfas, hadas y los sátiros que sólo buscan calmar sus más bajos instintos, persiguiendo y embaucando a aquellas (a veces a aquellos) que se adentran por sus territorios.


El sintió los largos brazos que le envolvían como las caricias de los vestidos tejidos en seda, y lo guiaron hasta el círculo de baile. Dejándose llevar con bastante buen placer en las acompasadas danzas, comenzó con giros y saltos armoniosos al son de los dulces soplos de la flauta, que le hacían perderse entre las risas, las curvas, los sonidos y el goce. Incluso el cansancio no parecía hacerle mella, sino que cada vez quería más y más…


Agacharse y atravesar los brazos perfumados de sus compañeras, ver los largos cabellos flotando al viento, disfrutándolo y deseando que no terminase nunca: bailar en felicidad hasta la eternidad…


Un ligero traspié lo hizo rodar por el suelo hasta que se golpeó contra un tronco seco, y el dolor desembotó sus sentidos embriagados de regocijo y esperanza.


Las lisonjas y la música comenzaban a envolverlo nuevamente. Desesperado empezó a correr con el corazón encabritado, tapándose los oídos con fuerza para evitar caer en las tentaciones de los maravillosos sueños; huyendo de aquello que más deseaba su corazón. Anduvo durante tanto tiempo sin rumbo que se derrumbó agotado. La humedad del rocío en sus manos actuaba como un bálsamo para calmar el ardiente calor que envolvía su cuerpo. Y mientras recuperaba el aliento, se preguntó cómo sería capaz de encontrarla en este mundo inacabable lleno de tentaciones, deseos e ilusiones.


Apenas podía  percatarse de lo que sucedía a su alrededor, hasta que alzó la vista ante una misteriosa descarga de claridad.


Un luminoso haz de arco iris se curvaba en el cielo para detenerse en el lugar donde se hallaba el Palacio”,  morada de la Princesa Angel.


El resplandor procedía de allí, ¡no cabía duda alguna!  A pesar de ser la prisión de su amada, El Caballero se maravilló ante la hermosa belleza del lugar.  “Esta beldad hipnótica que  hacía perder cualquier noción de la realidad. Él sabía que no debía demorarse más ya que tenía que proceder al encuentro con presteza, o todo estaría perdido.”


Cuentan  que la Princesa Angel parece estar cada día más alucinante… Pierde el juicio… A pesar de la distancia,  del tiempo,  ella muy indirectamente muestra sus sentimientos, cosa que él entiende, lo que causa cierta gracia a la Princesa Angel.



La verdad es que está enamorada y desequilibrada decían los aldeanos, se alejó del Caballero y no tiene ningún motivo para actuar de esa manera.. Con rabietas y celos!

Pero lo que no saben los aldeanos es que...

“El caballero es el responsable del enojo de su ángel, pues siempre la acostumbr

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