Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Valor, entusiasmo, alegría y amor

Valor, entusiasmo, alegría y amor, eran cuatro características con las que el Caballero de la Rosa, contaba en su vida;

Valor para emprender cosas nuevas y reponerse de sus derrotas, aprender de sus errores y volver a empezar, para llenar cada minuto con sesenta segundos de combate bravío, para no rendirse ante la adversidad.

Entusiasmo en todas sus empresas, no darse por vencido, cumplir sus propósitos, triunfar donde otros han fracasado, mantenerse así de principio a fin en cada actividad, a cada instante no importando los obstáculos que se interpusieran.

Alegría de vivir, de soñar, para darla y contagiarla, para salir día con día a cumplir sus deberes y tareas, para tratar así a quienes le rodeaban no importando si eran desconocidos.

Amor, el eje de su vida, el más importante de todos, amaba sin límite todo lo que hacía, lo que elegía, lo que vivía, lo daba a manos llenas, sin importar que en ocasiones no lo recibiera con reciprocidad.

Sus tres fieles amigos representaban cada una de esas características que lo conformaban; Entusiasmo en un joven dragón, Corcel era la valentía, la bella Hada Azul su alegría, el amor lo lleva consigo, en forma de una rosa que le daba el nombre con que era conocido en la región, este amor lo llenaba, lo envolvía y se manifestaba en esta época de su vida en una maravillosa flor que emergía de su pecho, quizá la característica más notoria del caballero que era un fiel hijo de la Luz, pues lo irradiaba y lo empujaba siempre adelante, a construirse en un noble ser humano.

Así fue que sus tres fieles amigos se reunieron afuera de la cabaña; Corcel, Entusiasmo y el Hada Azul, para ser testigos de un evento mágico, místico y lleno de simbolismo.



Al llegar al lugar su respiración era agitada y estaban llenos de ansiedad por no saber la razón del llamado del caballero para ellos, se miraban interrogantes y dudaban un poco si deberían entrar juntos o de uno en uno, también tenían temor del llamado, que tuvieron que explicarle al Hada azul, quien era la única que no podía hablar con el campeador pero también era la única que podía conocer los sueños de aquel. A lo lejos se escuchaba a los aldeanos cantar una hermosa canción.


La instrucción era muy clara: “Por favor vengan cuando la luna se encuentre en el cenit y traigan al Hada Azul, necesito verlos”. El resto del día los tres estuvieron inquietos por saber cuál era el motivo de esa misteriosa reunión, pues desde la muerte de su gran amigo no habían coincidido los tres. Al entrar a la cripta su sorpresa fue mayúscula por lo que ahí encontraron. El espíritu del Caballero de la Rosa está frente a ellos, se veía más delgado pero fuerte, su acostumbrada sonrisa aunque con la mirada triste de los últimos meses, con el cabello más corto de lo usual y recién afeitado, una agradable fragancia brotaba de él, pasado el momento de sorpresa, la alegría, el Hada Azul, corrió hacía él para abrazarlo pero no pudo hacerlo, sus brazos pasaron a través de él, antes que la tristeza se reflejara en el rostro de ella, el caballero lo tomó entre sus manos y la beso en su frente para decirle; “Mi querida alegría solo hay un ser que puede tocar mi cuerpo, porque le pertenece si es que se anima a mirar dentro de su corazón y acercarse, así lo he decidido, pero los he reunido porque quiero compartirles algo”. Entusiasmo que conocía los secretos de la Princesa Ángel solo bajó la cabeza sin decir una palabra.

Mientras todos seguían asombrados y el Hada Azul tenía nuevamente su bella sonrisa miraban al caballero acercase hacia su tarro, donde usualmente bebía una infusión caliente, negra y aromática que invariablemente le llevaba la imagen de su ángel y antes de poder decir algo lo vieron levantar dicho tarro sin mayor problema.

Ante los ojos asombrados el caballero les preguntó; “¿Y bien que opinan?”, ninguno acertaba a hilar palabra, así que prosiguió; “Es tiempo de trabajar con los aldeanos, especialmente los más jóvenes, con los de corazón noble y sincero, ellos también podrán verme, pues he notado que hay cierto conformismo desde de mi partida y no es conveniente que la apatía rodeé al Bosque Encantado.”

 
Corcel interrumpió; “La rosa no está en tu pecho aunque este emana una fuerte luz”. Como única respuesta, el caballero abrió su camisa para asombrarlos nuevamente. La rosa estaba dentro de él, podía verse a través de su pecho en el lugar donde debería ir su corazón, la flor se alimentaba del amor del caballero contenido en su sangre y palpitaba en lugar del corazón. “Si algunos me van a ver”, es necesario protegerla, no me perdonaría si algo o alguien la hiriera o maltratara, ella es lo que me mantiene entre ustedes.

Entusiasmo preguntó; “¿Los habitantes del Bosque encantado podrán verte?” y la respuesta fue inmediata; “Por supuesto, excepto cuando cumpla mi rito diario pues no quiero ser interrumpido.” Los ritos son importantes, hacen que un día sea distinto a otro.

“¿Cuál es ese rito? Preguntaron todos a un mismo tiempo.”

“Todas las mañanas al despertar observo hacia el oriente hacia la ventana de ella, mi ángel, al tiempo que disfruto del amanecer,  en el atardecer voy al árbol del lago a dedicarle mis pensamientos y por la noche la acompaño en sus sueños”



“Algunas veces la acaricio como lluvia, viento o brisa, otras veces como rayo de sol y por las noches con la luz de las estrellas y en luna llena la cubro de besos y caricias” comentó el caballero. “Ustedes comprenderán que necesito esos momentos de intimidad”. Todos asintieron, aunque el travieso de Entusiasmo sonreía pícaramente.

Una petición más dijo el caballero, “Entusiasmo te quedarás permanentemente con ella, yo acudiré a sus aposentos todas las noches para proteger sus sueños y acompañarlos, Corcel acudirá en su auxilio para sacarla de cualquier problema o peligro, aun en el Bosque de la Melancolía y Hada Azul, por favor dale polvo de hada para que entusiasmo le rocíe a ella todos los días antes de despertar. Todos sonrieron aceptando la petición de su amado amigo pues en lo único que pensaban era en la felicidad de ambos.
Platicaron el tiempo que la noche y el frágil sueño de Ángel lo permitía, al salir todos cumplirían la misión que se les había encomendado. Al salir de la cabaña, escucharon al caballero entonar las notas de la canción que cantaban los aldeanos:



“Ruiseñor, ruiseñor ten de mi compasión,
has volver a mi amor,
con tu dulce canción,
si no vuelve más me moriré,
ruiseñor, ruiseñor me la traerás,
ruiseñor, ruiseñor no puedo más,
ruiseñor, ruiseñor…”

Entusiasmo les dijo a sus amigos; “Está loco” y todos rieron a carcajadas antes de partir a sus obligaciones.

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