Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

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Por este sentimiento tan profundo, único, excelso, prometo atesorarte como regalo de Dios y agradecerle cada día por nuestra entrega total y absoluta.

Con la ayuda de la gracia divina, quiero cuidarte, respetarte, estar en los buenos momentos y en los malos, apoyándote en las decisiones más importantes de la vida con nuestro amor.

Si me molesto contigo cuando estén presentes nubes grises, trataré de mantener la calma y prometo no desaparecer sin antes haber aclarado las desavenencias, a no guardar rencores y aprovechar las oportunidades para estar juntos

Con lluvia o con sol, con o sin lágrimas con toda la sensibilidad que nos une, prometo continuar encantándonos en un solo mundo que al estar juntos, nadie más existe... Allí donde nacen los suspiros y una rosa que palpita.

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