Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Una vez más...

En el Bosque Encantado el caballero vaga sin rumbo, sin ilusión ni esperanza. Nada la hace volver del encierro que ella misma se ha impuesto.

El amor que le profesa no es suficiente para hacerla volver. Sus palabras ya no tocan su corazón.
                      
Una vez más ella se ha ido, presintiendo que esta vez no volverá,  recorre uno a uno cada lugar, cada rincón, sintiéndola en lo más profundo de su ser, mira con tristeza el bosque, que sin ella no existiría, ella es su razón de ser.

Acaricia con ternura las margaritas que florecen a su paso, la rosa de su pecho irradia una luz espectacular Todo está en calma, todo está en paz. Sus ojos miran hacia la luna, como queriendo encontrar respuestas, respuestas que no llegan.

Hace tiempo que se fue y no ha vuelto, su alma esta angustiada al sólo pensar que es posible que no regrese.

Mira y acaricia el bosque grabando cada instante, cada lugar en lo profundo de su ser.

Nunca la había extrañado tanto, cierra los ojos imaginando que está a su lado, pero no es así,  ella no está. El amor por ella es a prueba de todo, no así el de ella por él.

Recorrió todo el bosque sin dejar de visitar un solo milímetro, sin ella el lugar pierde su razón de ser.

Llegó al viejo sauce que conoce sus secretos y ese amor a toda prueba, incluso de ella misma. Se sentó cobijado por sus largas ramas, la esperaría, no importando el tiempo y la distancia, la esperaría, con la mirada perdida en el horizonte, hacia el reino de ella, no supo cuando lo alcanzó el sueño... lleno de ella.

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