Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

La embarcación

El caballero tuvo tiempo para construir una embarcación, fuente y robusta, capaz de enfrentar tormentas y tifones.

Ella ya no está, el Bosque Encantado  más hermoso que nunca, ya no es visitado por ella. Él se ha esmerado en atraerla pero los problemas del reino y la abrumadora rutina la envolvieron, atrapándola en sus profundas redes.

No ha vuelto y ahora es indiferente al amor del caballero, que con vehemencia la busca pero no la encuentra.


El joven y fuerte dragón robado por ella permanece invisible y oculto en un rincón del palacio. Solo ocasionalmente la reina madre lo utiliza para encender el hogar o las antorchas del palacio. La mira con infinita tristeza perdida en sus reales obligaciones, viéndola desgastarse, dando vueltas como acostumbra sin llegar a nada, sin dedicar un suspiro al caballero.


Él lo sabe, no necesita hablar lo con su querido amigo Entusiasmo que lo mira con infinita ternura, deseando que las cosas mejoren por el bien de su caballero y el triunfo de su amor.

Ellos hablan poco casi nada, él ya no la inspira ni le parece tan maravilloso y único como antes, las cosas cambiaron en un instante, una y otra vez.

La rosa que va en su pecho permanece sin mancha, hermosa y fragante, más viva que nunca.


Corcel pasea al caballero por los lugares que los enamorados recorrían, tratando de distraerlo y entre tenerlo, no comentan nada, entre los tres amigos nada dicen, guardan silencio en respetuosa complicidad.


En la cabaña los pergaminos rechazos se encuentran en el piso, arrugados ymaltrechos de frases que inconclusas, ella era su musa pero ya no está, ya no lo acompaña, no lo visita ni lo llama, ni siquiera lee sus mensajes, lo ha relegado, Entusiasmo y el sonríen en complicidad al compartir el mismo trato, el mismo olvido, se entienden sin palabras y sonríen tratando de disimular el sentimiento  que los envuelve.


Solo Corcel permanece inalterable, serio y circunspecto como es, solo observa. En ocasiones se lanza en fuertemente galope por el bosque para que el caballero sienta el roce del viento en su cara y hacerlo sonreír, lo pasea bajo la lluvia, en los amaneceres y en las noches de luna. Sabe que en esos momentos su jinete es feliz. Lo acompaña mientras él toma ese brebaje negro de fuerte y agradable aroma, lo bebe con los ojos cerrados y entre suspiros.


Sus nobles amigos lo acompañan, procuran no dejarlo sólo, no quieren verlo sólo, no les gusta verlo solo... sin ella.

Pero la embarcación está lista y lo necesario para embarcarse para un viaje largo. Corcel se queda en el bosque, Entusiasmo en el castillo, ambos prestos para avisarle a él si ella regresa.


El caballero en su embarcación mira sonriente a sus amigos a modo de despedida, está a punto de partir al lugar donde siempre la mira, sonriente y enamorada, viajará a donde sabe que la siente más cerca, a donde quizá en algún breve momento ella piense en él y lo reconozca inmediatamente. Estará donde siempre se encontraban. El viaje es peligroso, nadie lo ha intentado antes usando por único equipo los latidos de su corazón, muchos dirán que es imposible, pero no para él.


Llegó el momento de tomar la embarcación hacia la luna.

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