Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Testamento


Como la muerte anda en secreto 
Y no se sabe que mañana 
Yo voy a hacer mi testamento 
A repartir lo que me falta 
Pues lo que tuve ya está hecho 
Ya está abrigado, ya está en casa 
Yo voy a hacer mi testamento 
Para cerrar cuentas soñadas 

Le debo una canción a la sonrisa, 
A la sonrisa de manantial, esa que salta 
Le debo un canción a toda prisa 
Para que quede que estuvo cerca, agazapada 

Le debo una canción a lo que supe 
A lo que supe y no pudo ser más que silencio 
Le debo una canción, una que ocupe 
La cantidad de mordaz amor de un juramento 

Le debo una canción a los pecados, 
A los pecados que no gasté, los que no pude 
Le debo una canción, no como hermano, 
Sino de sal que el deleitador también alude 

Le debo una canción a la mentira, 
A la mentira pequeña, frágil, casi salva 
Le debo una canción endurecida, 
Una canción asesina, bruta, sanguinaria 

Le debo una canción a lo oportuno, 
A lo oportuno, mutilador de cuanta ala 
Le debo una canción de tono oscuro 
que lo encadene a vagar su eterna madrugada 

Le debo una canción a las fronteras, 
A las fronteras humanas, no las del misterio 
Le debo una canción tan poco nueva, 
Como la voz mas elemental de los colegios. 

Le debo una canción a una bala, 
A un proyectil que debió esperarme en una celda 
Le debo una canción desesperada, 
Desesperada por no poder llegar a verla 

Le debo una canción al compañero, 
Al compañero de riesgos, al de la victoria 
Le debo una canción de canto nuevo, 
Una bandera común que vuele con la historia 

Le debo una canción, una a la muerte, 
Una a la muerte voraz que se comerá tanto 
Le debo una canción que hunda el diente 
Y luego esparza con la explosión fuegos del canto 

Le debo una canción a lo imposible 
A la mujer, a la estrella, al sueño que nos lanza 
Le debo una canción indescriptible 
Como una vela inflamada en vientos de esperanza...


Silvio Rodríguez

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