Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Si acaso piensas en mí, te cantaré cuando el anochecer lluvioso...

Si acaso piensas en mí, te cantaré cuando el anochecer lluvioso 
suelta sus sombras por el río, arrastrando, lento, su luz vaga hacia el ocaso; 
cuando lo que queda del día es ya demasiado poco para trabajar o jugar.
Te sentarás sola en el balcón que da al Sur, y yo me pondré a cantarte 
en el cuarto oscuro. El olor de las hojas mojadas entrará por la ventana, 
en el crepúsculo creciente, y los vientos tormentosos 
clamorearán en los cocoteros.
Traerán la lámpara encendida al cuarto, y entonces me iré yo. Y tú, quizá, entonces, escucharás la noche,
y oirás mi canción cuando esté yo callado.

No hay comentarios.: