Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Al día siguiente

Estoy cansado de bares, de besos sin nombre
de no ver al amor entre tanto amores.
Cansado de amantes de temporada
y caricias aceleradas.

Hablo de esas noches que dejan
el cadáver de la pasión al amanecer
y el arrepentimiento del día siguiente
cuando la vida no huele a Chanel
sino a despojos y desencanto.

Es así. Tú ya no serás tan bonita
como anoche y quizá ni esperes
que me despida con un te-llamaré.
La belleza pasará de largo
y no dejará huella el paso
de su cuello por mi almohada.
Ni una huella visible quedará
de esas noches en que duermes
acompañado pero solo
con alguien pero solo.
Eso sábados dejarán como única herencia
heridas invisibles.

Y suele pasar que al día siguiente
cuando ella ya no está
te ves queriendo huir
pero sin saber de qué
y entonces lo entiendes:
ningún viaje fugaz entre unas piernas
puede darte eso que buscas.
Si. Es entonces cuando realmente lo entiendes:
el amor consiste en una cara
donde quedarse a vivir.

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