Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

INVOCACIÓN

Ven, intacta y coqueta epifanía,
confortando mi amor que hoy está yerto
a calentar mi tálamo desierto,
mi tálamo bohemio que se enfría.

Abrígame en tu cuerpo, amada mía.
Arrópame en halagos, si despierto
de la mañana al resplandor incierto,
que sorprende velando mi agonía.

Empalaga mis labios con las mieles,
olorosas a mirtos y a claveles,
que en tu boca chorrea el entusiasmo;

y fundiendo pesares y dolores
en una libre conjunción de amores
gocemos del placer en el espasmo.

No hay comentarios.: