Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Corazón roto

En el silencio de la noche fue a su escritorio, abrió el cajón de abajo, el último y saco un pequeño cofre de madera,  muy austero para lo que contenía, parecía un rompecabezas de diminutas piezas.

No era la primera vez que intentaba repararlo, ya lo había intentado antes; pegarlo, soldarlo, engraparlo, unirlo con cinta adhesiva, cinta industrial y muchos artilugios más, siempre sin lograr los resultados deseados, sin importar lo que hiciera, su preciada joya seguía rota en múltiples y diminutas partes, pero esta noche intentaría coserlo.

Tomo dos pequeños trozos mirando que correspondieran, cuidadosamente los juntó y con mucha paciencia comenzó a unirlos, parecía que esta vez resultaría, se sentía optimista y aliviado.

Cuando parecía que tendría éxito, inesperadamente las pedazos comenzaron a separarse de la costura, como si nunca hubieran estado unidos. Lo intentó una y otra vez, probó con hilos más fuertes y resistentes; cáñamo y nylon, sin ningún éxito, e invariablemente obtenía el mismo resultado, las piezas se separaban, incluso cuando probaba con otras partes de los mismos fragmentos.

Finalmente desistió, tranquilo y sin desesperación hizo un repaso de como había llegado a esa lastimosa situación, no era la primera vez pues en ocasiones anteriores ya había sucedido que tenía piezas que unir, pero lo lograba reparar  en poco tiempo, solo que esta vez era muy diferente a la de remotas épocas por dos motivos; primero, nunca había amado entregándose sin medir consecuencias y en segundo lugar, jamás lo habían despreciado de esa manera. El mejor amor que había entregado en su vida fue burlado y desechado. Ese era el motivo de que ahora tuviera una gran cantidad de pequeños fragmentos rotos, tantos que no sabía por donde empezar a reparar. 

No entendía como cada pequeña pieza llevaba el mismo ritmo y repitiendo aquel nombre incesantemente, el nombre de ella. Observaba ese gran rompecabezas cuidadosamente y cada diminuta sección latía de manera hermosa, en total sincronía, quedó hipnotizado por esa indescriptible belleza hasta el amanecer.

Recogió todos sus inútiles instrumentos y guardó los pequeños pedazos en su pequeño cofre, cuidadosamente, con ternura infinita lo colocó en el último cajón de su escritorio.

Al retirarse paso frente a un espejo, abrió su camisa para ver en el lugar del corazón un enorme vacío que no podía llenar, él también estaba roto. Suspiró resignado pensando que esto llevaría tiempo, mucho más tiempo del que había imaginado originalmente, hasta que algún día pudiera reparar su pobre corazón roto.

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