Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

La pareja de la fila

Hace tiempo que pasó pero hoy lo recordé.

Hacía fila en el local de mi operador de telefonía celular, aunque era temprano había una fila larga. Adelante mío una pareja joven, ambos muy bien parecidos y el bastante afligido intentaba hablar con ella.

-Anda chiquita ya no estés  así, háblame.

Ella sin hacer un gesto no decía ni media palabra. El insistía.

-Si no vas a hablarme porque aceptaste que te acompañara. Dime que hice que te tiene tan molesta.
- Por favor contéstame, no se que hice que te ha puesto así. Si no me dices no podré explicar aquello que te tiene enojada conmigo.

La gente a esta altura ya estaba pendiente de la situación. Una señora de edad detrás mío me comento:

-Ay que ya le diga algo al joven, en verdad esta preocupado y ella no dice nada. Y él está muy guapo y se ve buen muchacho.

Yo solo asentí con una sonrisa para escuchar la conversación. Todos los ahí reunidos parecíamos querer saber que había pasado.

La joven seguía seria y haciendo muecas a cada una de la palabras de su novio.

El intentaba abrazarla, acariciarla, pero era rechazado invariablemente por ella.

La fila avanzaba lentamente, pero a quienes estábamos ahí parecía no importarnos, queríamos saber las razones del enojo de la chica, al menos el desenlace final.

El joven insistía en querer saber que tenía su novia y le preguntaba de múltiples maneras, siempre llenas de cariño y amor, pero ella parecía muda y sorda, no contestaba simplemente... lo ignoraba abiertamente.

-Chiquita no se que hice para que te enojaras así conmigo pero si no hablas menos lo sabré.
-Discúlpame si hice algo malo, te digo sinceramente que no se que fue.

La señora detrás mío dijo.

-¡Que lindo! Yo ya lo hubiera perdonado desde hace rato, es un joven tan cariñoso. ¡Qué no darían otras por tener un novio así!

Solo le di la razón levantando los hombros, sin dejar de poner atención.

-Pídeme lo que quieras, me hinco para disculparme si es tu deseo, solo pídelo y lo haré, pero háblame.

Yo pensaba que el ya había llegado demasiado lejos, que lo mejor era ignorarla, pero entonces vino un cambio en él.

-Eres lo que más amo en el mundo y lamento mucho si te he lastimado, solo puedo decirte que de ninguna manera fue mi intención hacerlo y me disculpo por ello.
-Te doy cinco minutos para que reflexiones en lo que acabo de decirte amor, por favor levántame este castigo que no puedo soportarlo más.

Esta escena se había prolongado por poco más de media hora y todos los presentes la seguíamos puntualmente. Todos vimos nuestro reloj para esperar los cinco minutos. Estábamos pendientes involucrándonos en asuntos ajenos.

Pasaron los 5 minutos y el joven esperó una respuesta que no llegó. Para sorpresa de todos el muchacho muy circunspecto dijo:

- Esperaré tres minutos más por tu respuestas amor.

Nuevamente todos vimos nuestro reloj pero casi unánimemente pensamos que el joven había rebasado los límites de la paciencia y dignidad. Nos mirábamos intrigados y confundidos, tal vez todos coincidíamos en que la muchacha estaba exagerando.

Pasaron tres minutos sin que dijera una sólo palabra la chica. Repitiendo la misma dosis de silencio. El joven dijo muy serio esta vez.

-Esperaré un solo minuto, si no hablas esta vez consideraré que hemos terminado y entonces no sabrás nunca más de mi.

Todos suspiramos aliviados por el ultimátum, el joven esperó demasiado. Miramos nuestros relojes y esperamos el último minuto.

La fila avanzaba lentamente, para entonces a nadie le importaba llegar a la recepción, era importante saber que ocurriría. Todos en este instante estábamos a favor del joven que sin saber si tenía o no culpa en lo sucedido con su novia, el silencio de ella inclinó la balanza a favor de él para todo los presentes.

Pasó el minuto y ella permaneció en silencio ignorándolo.

-Nunca sabré que te hizo ser así conmigo hoy, las cosas no se resuelven callando. Te he pedido perdón de algo que ni siquiera se de que soy culpable.
-Te amo como nunca lo había sentido antes, pero esto ya fue el colmo.
-Has permitido que me avergüence por ti delante de esta gente. 

Aquí  todos negamos con la cabeza pues se había ganado nuestra simpatía.

-Cumpliré mi palabra, me iré y que te vaya muy bien. Adiós.

El joven emprendió camino a paso firme y seguro, sin voltear. Veíamos a la joven que no daba muestra de dolor ni de enojo, tampoco de alivio. Adelante una señora comenzó a aplaudirle al joven y todos la secundamos. Ahora la avergonzada era la joven que se mantuvo estoica en la fila. 

Esto hace tiempo que pasó, mucho tiempo, pero hoy lo recordé... no se por qué.

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