Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

La vergüenza de ser feliz

Cuando hay en la tierra tantos hombres que sufren 
ser feliz da vergüenza. 
Pero yo lo soy, casi sin querer. 
¡Soy tan feliz, perdón! 
por mi amor, por ¿qué sé yo? 
porque la visa se ensancha y es siempre diferente 
(¡Si usted viera ese Paul Klee! 
¿Y ha probado unas almejas con Vouvray, 
del seco, no del otro?) 
Por eso y otros detalles vale la pena vivir. 
¿Saben cuál es el secreto? 
Toavía no me he meurto, 
y es más-muchos se indignan- 
ni siquiera estoy enfermo. 
Mi secreto es: Todavía

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