Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

En aquellos discípulos...

En aquellos discípulos dijo Hu-Ssong a su tiempo:

- Es bueno creer en Dios. Pero es muy malo esgrimir nuestra creencia como bandera de batalla, y andar por ahí proclamando nuestra fe igual que pregón de charlatán. Eso hemos de dejarlo para los buhoneros de las religiones, que fatigan lo mismo a los hombres que al Señor.

- ¿Qué debemos hacer entonces -preguntaron los discípulos- para dar testimonio de nuestra fe?

- Tradúzcanla en obras buenas -respondió el maestro-. La verdadera fe no necesita de palabras. Es mansa y silenciosa. Sabemos que la fe sin las obras está muerta. Las muchas palabras la matan aún más. Dejen ustedes que el bien que hacen manifieste su amor al Dios en el que creen. Al ver sus buenas obras quienes dudan también creerán.

Los discípulos supieron que Hu-Ssong tenía razón, y fueron a predicar sin palabras. Quiero decir que fueron a hacer el bien.

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