Yo no te olvido, habitas en un lugar donde nadie puede tocarte, donde nadie sabe que existes, donde nadie puede herirte, ni yo con mi olvido, ni tú con tu ausencia.
Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.
Hábitos
Con el tiempo los enamorados crean hábitos; el de él era enredarse en su abundante y negra cabellera, el de ella era aprisionarlo entre sus brazos y piernas como una enredadadera.
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