Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Crónicas de octubre

Me encanta mirarla cuando no se percata.

- ¿En qué piensas? le pregunto.
- En nada, responde

La miro con curiosidad y ella aparta la mirada."En nada" eso decimos cuando pensamos en todo… Por eso me encanta mirarla cuando no se percata, porque por un momento, mientras ella piensa en todo yo solo pienso en ella.

- Eres hermosa, le digo con una sonrisa en la cara.
- No, no lo soy...
- Entonces, mi concepto de belleza es distinto al tuyo.
- ¿Y cuál es el tuyo?
- Tú, siempre has sido tú…

No dice nada, pone una mueca en su bello rostro y sigue contemplando el lago de Chapultepec, mientras yo la miro.

Después de un rato nos levantamos de la comodidad del pasto y tomamos la canastilla vacía, caminamos por un paseo lleno de hojas secas, me toma de la mano y se detiene. Me sonríe traviesa y me nace la loca idea de besarla.

- Escríbeme un poema, que sea para mi, que explique lo que sientes por mi, que me diga todo.
- Lo haré, le prometo con seguridad y acariciándole con una mano la mejilla tiernamente.
-Bien. Pero antes debo decirte una cosa... - se alejó de mi y saco una venda de la canastilla.

Se coloca detrás de mi y cubre mis ojos, me deja imposibilitado de verla.

- ¿Es acerca de la venda en mis ojos?, pregunto un tanto desorientado.
Empieza a caminar mientras yo me sostengo de su brazo.
- Sí, es sobre eso.
- ¿Y qué es? —le sigo el paso temeroso.
- Nada, primero piensa en el escrito, necesito saber lo que sientes por mi.
- No. Quiero saber de qué se trata, ¿Por qué tanto misterio?
- Porque es divertido—apresura el paso.
- ¡Dímelo! ¡Joder! —intento detenerme pero ella sigue jalándome. No me
responde y después de varios pasos se detiene.
-Estas al borde de un abismo, te traje vendado hasta un puente y estas a varios metros de altura.
- ¡Qué te pasa! ¿Estás loca?
-Un poco.

Me quito la venda, y me miro frente al abismo y enfrentándome a la realidad. A la mujer que quiero y a tener que saberlo que siento por ella, pero no poder decirlo.

-Sólo dime una cosa-hablo amenazante y tomándome del cuello de la camisa en un puño— ¿Eres como todos o de verdad me quieres? si respondes bien, te dejare vivir.

-Y yo de verdad, te quiero -tartamudee- Sé que me he ilusionado mucho, pero ambos sabemos que me has dado motivos—le dije mirándola a los ojos desesperado.

Suspiro aliviada y me soltó de la camisa, el aire regreso a mis pulmones y caí de rodillas a sus pies, mientras que el corazón golpeaba frenéticamente mi pecho.

-…Me gustas, porque eres el tipo de persona que la gente lee en los libros - había dicho frotándose el brazo apenada-. La mire incrédulo. 

¿Por qué tenía que enamorarme de una mujer tan obsesionada con la libertad? ¿Por qué tuve que atenderla ese día? ¿Por qué no la dejé seguir de largo? ¿Por qué su voz me dice lo que nadie más me ha dicho? ¿Por qué sus ojos me salvan del infierno en el que vivo? ¿Por qué le creo todo sin dudar ni un segundo? Yo no entiendo su manera de querer, su modo de entregar cariño es diferente al mío, lo suyo es pasajero. Lo mío es entregarlo todo, vaciarme por completo, sufrir todo lo que se pueda, vivir en desconsuelo, llevar su nombre dentro, saberme de memoria su risa, durar lo que dura un sueño; una eternidad y ser breve en el momento.

- Quiero que tengas muy en claro una cosa: que el mundo te puso en mi camino, que tropezaste conmigo por una razón, que tu elegiste los pasos, los lugares, las cosas que mirar, que todo lo que has amado, repudiado y anhelado; todas las personas que has conocido y desconocido, los libros que has leído y las palabras que has gritado, las memorias que has vivido y los dolores que has sufrido; te han traído a mi y eso nadie lo puede cambiar.

- ¿Sabes? Creo que yo ya te conocía de antes y me parece que te conozco mejor que los que te rodean. No voy a decir que te vi en un sueño, eso es estúpido

- ¿De dónde?

- De vista. Te he espiado: veo como tiras pan a las aves en Bellas Artes, cantas una canción sin letra detrás del escritorio, te gusta leer un buen libro, escribir algo y encenderle fuego, te gusta recordar lo que te daña y reírte.. -decía con cautela, mientras yo desmenuzaba sus palabras-. Tu risa se escucha a media cuadra y los vecinos se molestan, subes el radio muy alto y escuchas jazz, te gusta bailar e imaginar que alguien te abraza…

La cosa estaba así, de pronto ella se había vuelto más importante de lo que imaginaba.

:D

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