Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Luminosas dudas, oscuras certezas

Es cierto todo. 
Que no supe guardar el secreto blanco de tu amor. 
Que torpe confundí tus besos con  mi prisa. 
Que el tiempo se cansó de perdonarnos.

Es cierto todo. 
La duda  y la certeza. 
Las promesas rotas en un rincón. 
El centímetro infinito que hay entre mi dedo y tu rodilla.

Es cierto todo  eso y todo  lo demás 
que no sé o no  me atrevo a  decir. 
Y aun sabiendo que es cierto lo que escribo, 
que el amor es una trampa voluntaria, 
en todas las horas se esconde un  minuto 
en que iría hasta  la sombra  de  tu  puerta a mendigarte, 
a sentarme  como  un niño o  como  un indio 
invocando la lluvia o a los dioses con mi llanto o mi silencio.

Todo por no  dejar que se  consuma la llama  en la  que ardo.
Todo por no perderte nunca, por no perderte siempre.
Y me voy con una duda y una  certeza: 
La duda  de si podré  olvidarte. 
La certeza de no querer hacerlo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario