Un amor más alla del amor,
por encima del rito del vínculo,
más allá del juego siniestro
de la soledad y de lo compañía.
Un amor que no necesita regreso,
pero tampoco partida.
Un amor no sometido
a los fogonazos de ir y de volver,
de estar despiertos o dormidos,
de llamar o callar.
Un amor para estar juntos
o para no estarlo
pero también para todas
las posiciones intermedias.
Un amor como abrir los ojos.
Y quizá también como cerrarlos.
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