Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Hay días

Hay días en los que no tengo ganas de nada, en los que no me soporto, en los que me siento vulnerable, reducido y un poco roto.

Entonces me oculto del mundo y me regalo todos los segundos, le echo una mano a mi poca voluntad, hablo cara a cara con mi sinceridad, levanto mis ánimos del piso y nuevamente me siento listo. Listo para continuar, para darme otra oportunidad, para reconciliarme con los días, para engancharme con la vida.

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