Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Si no me he vuelto loco

Si no me he vuelto loco todavía en este mundo ahogado en la incoherencia, te juro que solo ha sido por mi maldita manía de dar segundas oportunidades, incluso a la cordura.

He conocido de cerca la demencia traducida en machismo, xenofobia, maltrato, hostilidad, envidia y otros denominadores comunes que, por el bien de la consciencia, dejaré sin despejar.

Y aquí sigo, con arrestos e ilusión, adherido a la razón, incluso cuando me invade esa maldita sensación de desazón.

Sigo del lado, del que trata y no maltrata, del que construye y no destruye, del que apoya y no abandona, del que besa y nunca opresa, del que vive e invita a vivir. Y es que debe ser que soy inmune al odio y adicto al afecto.

Porque la maldad también se contagia y el amor crea adicción.

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