Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Candela

Anoche soñé contigo.
Nos reencontramos
después de tantos años. 
Fue bonito,
yo que sé.
Llevaba varias semanas
con tu nombre escrito en mi libreta,
sin atreverme a volver a los tiempos
en los cuales fuiste todos mis poemas.
Tenía miedo,
yo que sé.
Ya conoces la película.
Un día, te dije:
'a ti siempre voy a escribirte,
porque el asesino es adicto
al lugar del crimen,
y por eso siempre vuelve'.
A veces cuesta, claro,
aún hay recuerdos por todas partes.
¿Cómo están tus pecas?
¿Cómo se cuida tu lunar?
¿Te acuerdas?
Aquí todo va bien.
He estado varias veces por tu ciudad,
¿qué ironía, no?
Hablarle sobre tus caderas a la Alameda
cuando te ha visto bailar
tantas y tantas veces.
Te he esperado en cada recital,
ya lo sabes.
Esa es la razón por la cual
siempre guardo una silla vacía.
Si he publicado el libro
es porque mi plan no fue que volvieras
sino que no nos olvidaras nunca.
Las cosas están funcionando, ¿sabes?
Aunque lo hagan de una manera
que tú siempre has odiado.
Ahora tengo muchos ojos sobre mí,
y no es que fuera algo que yo haya querido,
es que les ha pasado lo mismo
que me pasó a mí,
cuando te vi la primera vez:
se han vuelto locos.
Tú, que siempre fuiste asesina de una sola boca
ahora estás acabando con un país entero.
Yo te debo algo:
todo lo que tengo.
Tengo que volver a recordarte de vez en cuando
porque es la única manera que hay
para sentirme vivo.
Ahora soy un hombre,
aunque el niño nunca va morirse.
Probablemente, si no nos conociéramos
seríamos aquello que hemos estado esperando
toda la vida.
Pero las cosas no son así,
ya sabes:
yo, un loco soñador,
tú, una cuerda hundida en la tierra.
Yo que sé,
tal vez, una cerveza, algún día,
después de tantos años,
porque tenemos mucho que celebrar.
Escribe cuando quieras,
cuando no tengas nada que perder,
¿vale?

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