Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Llegamos ahí

Andábamos por la vida por diferentes rumbos, yo hacia el norte, tu hacia el sur, pero en el mismo camino, y un día el tiempo nos encontró lado a lado, mano a mano, nuestros ojos se miraron, nuestras pupilas se dilataron, como sino quisieran perderse el espectáculo, que nuestra luz les ofrecía, y ahí mismo, entendimos... Que al fin llegamos allí donde nos dirigíamos, a donde estábamos yendo. Que el destino eramos nosotros mismos. Al paraíso, ese lugar en los brazos del otro, que solo nosotros conocíamos...

No hay comentarios.: