Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

En un atardecer

Con todo no podía eso durar mucho. La experiencia
de los años me lo muestra. Pero sin embargo un tanto abruptamente
vino el Destino y lo detuvo.
Breve fue la hermosa vida.
Mas cuán intensos fueron los perfumes,
en qué maravillosos lechos nos acostamos,
a qué placer nuestros cuerpos entregamos.
Un eco de los días del placer,
un eco de aquellos días vino hasta mí,
algo del ardor de nuestra juventud;
volví a tomar en mis manos una carta,
y leía una y otra vez hasta que me faltó la luz.
Y salí al balcón melancólicamente –
salí para cambiar de pensamientos mirando al menos
un poco de la ciudad amada,
un poco del movimiento de la calle y los negocios.

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