Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Quédate

Quédate,
que no se desperdicie
una gota de tu nectar,
reverdece con tu savia
esta árida soledad


Y al marcharte,
llévate las promesas bajo la ropa
para que puedas tocarlas
si me piensas
y ve sin remordimiento,
que no importa el camino que elijas
voy a estar esperándote al final.

No hay comentarios.: