Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Objetos perdidos

Por veredas de sueño y habitaciones sordas
tus rendidos veranos me acechan con sus cantos
 Una cifra vigilante y sigilosa
 va por los arrabales llamándome y llamándome
 pero qué falta, dime, en la tarjeta diminuta 
Dónde están tu nombre y tu calle y tu desvelo
 si la cifra se mezcla con las letras del sueño
 si solamente estás donde ya no te busco.

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