Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Te reconozco

De mis sueños, 
osados e impertinentes, 
donde mis pobres excusas se convierten 
en firmes acciones, 
y mis manos 
se vuelven aventureras, y mis labios 
no preguntan,
sino besan.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario