Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Soneto

¿Y ese afán por negarte y resistirme? 
¿Y ese volverte sordo a mi llamado? 
¿Y ese fingirte muerto y sepultado? 
¿Y ese clavar tu puerta por no abrirme? 

¿Y ese tu vano empeño por huirme 
si yo soy cruz y mi crucificado? 
¿Y ese quererme huir, desatentado, 
si eres tú el preso y yo la cárcel firme? 

¿Cómo podrás echarme de tu lado 
si yo soy la corona de tus sienes 
y la llaga que rompe tu costado? 

Sé mi cautivo, pues. Te he derrotado... 
Señor, te tengo ya porque me tienes. 
Porque te busco, Dios, ya te he encontrado.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario