Esa mañana coincidieron en la misma casa, rodeados de algunas personas, la conexión que tienen de entenderse sin hablar los llevo a ponerse de acuerdo para ducharse juntos.
Ella entró primero para poner el agua en su punto, el con sigilo entró después con las toallas y la ropa interior correspondientes.
Aguantaron la risa al saberse clandestinos en su actuar, se cruzaron pícaras miradas y solo pasó un instante antes de besarse y abrazarse con intensidad.
Tuvieron que interrumpir su demostración de amor, no querían verse descubiertos así que ella inició el ritual del baño, primero enjabonó su cabeza, la de él, llenando de jabón sus ojos, enjabonó el cuerpo no sin disfrutar de cada caricia, tocando con picardía donde ella sabía que él reaccionaría, entre risas nerviosas y traviesas lo enjuagó y ahora a ella le tocó el turno.
Inició enjabonando su pelo, cuidadoso que no entrara jabón en esos ojos que para él significaban tanto, la enjabonó con cuidado, no sin sentir su suave piel y recorrerla toda, ella en instantes se estremecía, pero el no iba más allá de lo necesario.
Legó el momento de enjuagarla y mientras ella lo hacía con su pelo, el la tomo por la espalda, pegándola a su cuerpo al enjuagar el de ella, con caricias que la hacían temblar de emoción contenida.
Así siguió el rito de la ducha, tenían que salir antes de que los descubrieran, el metió la mano en la entrepierna de su amada y la acarició, con los dedos la penetró sintiendo su calor y humedad interior, con la palma de la mano acariciaba su parte exterior con la suavidad suficiente para hacerla gemir, ella intentaba corresponder tomándolo a él de su virilidad ahora despierta, pero su excitación le impedía concentrarse y tenía que cubrir su boca para que no la oyeran casi gritar de placer.
De espalda a él giro su rostro tomando el de su amado con ambos manos para besarlo largamente y acallar sus propios gemidos, mientras el seguía sus caricias con una mano en su entrepierna y la otra en su busto.
Un estremecimiento en todo su cuerpo y un pequeño grito ahogado, le hizo saber que ella había alcanzado el climax, su cuerpo estaba rendido a él y se miraban con infinita ternura.
Apenas hubo tiempo para enjabonarse y enjuagarse rápidamente, se miraban con complicidad amorosa, se besaban y abrazaban rápidamente. Mutuamente se secaron y ayudaron a vestirse, él salió primero y un par de minutos después salió ella, todavía con la respiración cortada, el pulso acelerado y las piernas temblorosas.
Varios minutos después se cruzaron en el lugar rodeados de algunas personas, no pudieron evitar sentir un estremecimiento al recordar lo que había pasado hace menos de una hora en esa ducha.
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