Se acostaron semidesnudos debido al calor de esa noche. Ambos se deseaban y no hacían esfuerzo por ocultarlo. Apenas se habían acostado y él la acarició como siempre o como casi siempre. Metiendo su mano bajo la camiseta de tirantes acariciaba su espalda y ella lo apretaba con una pierna.
Se sentían, se gustaban y rítmicamente se movían en un abrazo tal que se entregaban totalmente, con besos y caricias apasionadas, sin prisa pero sin pausa.
Ella interrumpió el vaivén al quitarse la camiseta aventándola a un costado de la cama, dejando su pecho desnudo al aire y sus pezones erectos de placer a los que sin dudar el se adhirió sin empacho y con suaves succiones que la enardecían, ella buscaba con su mano el miembro erecto para acariciarlo y besarlo.
No había límite, cualquier cosa podía suceder cuando dos almas se encuentran, se buscan y se desean, ella logro quitarle el boxer después de que él la despojara de su panty.
Ella lo masturbaba rítmicamente mientra sentía como los dedos de él la penetraban sin reserva ni pudor, se exploraban mutuamente queriendo propinarle el máximo placer al otro.
Entre besos y gemidos el llegó con su boca a sus otros labios, húmedos, cálidos, inflamados de deseos y lamió y bebió su néctar con placer y sin desgano, mientras ella retorcía su cuerpo de placer. Llego un par de veces al climax, ahogando sus gritos de felicidad, contenida largo tiempo.
Él la abrazó, la mimó y besaba en todo el rostro, beso cortos y continuos, ella con una pierna no dejaba de acariciar su miembro, que la mojaba de deseo.
Ahora ella tomó la iniciativa y entre besos y caricias fue bajando hasta meterlo en su boca, succionando rítrmica y profundamente, ahora era él quien gemía y se retorcía de placer, solo acertaba a acariciar su larga cabellera, ahora revuelta por la entrega apasionada, sin barreras ni límites, teniendo todo el tiempo para ellos, para disfrutar su amor.
Casi lo hace llegar pero maliciosa lograba parar antes, para dejarlo jadeando y deseoso de ella.
Lo miró desde abajo con sonrisa coqueta, pícara y cómplice, subiendo lenta y felinamente, él la tomo de su cadera y la montó en él, poco a poco, los gestos de placer y la mirada de ella eran su guía, no tenían prisa, sentían y disfrutaban cada instante cada pausa, así hasta que la penetró totalmente, ella se movía hacia adelante y atrás y abría y cerraba las piernas acompasadamente, él lo hacía de arriba abajo en armonía perfecta, la apretaba del trasero para no dejarla escapar, hasta que un grito repentino y las vibraciones de su cuerpo le advirtieron que había llegado, con las miradas se decían lo que sentían y a ratos él o ella dejaban escapar un sincero y sentido "te amo".
La giró y casi sin darle tiempo le levantó las piernas en "V" tomándola un poco por sorpresa, ella le reprochó amorosa:
-Vas a matarme cielo.
-Solo un poquito amor, contestó con picardía sin dejar de penetrarla, hasta que el éxtasis de ambos los dejó agotados.
Él la abrazo contra su pecho, simultáneamente se dijeron que se amaban, con las piernas todavía temblando ella pasó su pierna sobre él y él la sostuvo desde la nalga. Así se quedaron un largo tiempo, solo mirándose, robándose besos apasionados y tiernos mutuamente, mordisqueándose los labios a ratos, sus miradas amorosas lo decían todo.
Poco a poco la respiración dejó de ser entrecortada y ella casi dormida le dijo:
-Mi alma y mi corazón son tuyos
-Te amo, recibió como respuesta.
Se abrazaron como solo ellos entendían hasta que el sueño los alcanzó en esa noche de primavera.
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