Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Te miro para que te quedes.

Te miro
a cualquier hora del día,
no importa lo que estés haciendo
en ese instante:
                   cuando hablas,
cuando duermes, cuando me coges
del brazo por la calle,
cuando te llena el rostro
de luz una sonrisa
y también cuando la tristeza
te lo oscurece;
                     en cualquier sitio,
a cualquier hora, te miro,
te miro siempre
para que te quedes.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario