Este silencio lleno de morfina
goza un mareo de profundidades,
donde el alma poética se inclina
atisbando soñadas claridades;
y se pierde en la sed, de una divina
procesión de simbólicas beldades:
novia blanca, y azul, y cristalina,
novia llena de espiritualidades.
Las doce de la noche.
Muy aprisa pasa el arco invisible de la brisa
sobre el cordaje rudo de la fronda;
el soñador bohemio, bajo una borrachera,
vacua ante la luna
que le clava su hostia pura y honda.
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