Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Medianoche

Este silencio lleno de morfina 
goza un mareo de profundidades,
donde el alma poética se inclina
atisbando soñadas claridades; 

y se pierde en la sed, de una divina
procesión de simbólicas beldades:
novia blanca, y azul, y cristalina, 
novia llena de espiritualidades. 

Las doce de la noche. 
Muy aprisa pasa el arco invisible de la brisa 
sobre el cordaje rudo de la fronda; 

el soñador bohemio, bajo una borrachera,
vacua ante la luna 
que le clava su hostia pura y honda. 

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