Descubrir que habíamos sido libres sin saberlo, que no existían las cadenas que imaginamos. Ante nosotros todo un mundo de posibilidades gratuitas, no habría mas que cogerlas sin pedir permiso, así de sencillo, nadie nos prohibe, nada nos limita, todas las complicaciones proceden de nosotros mismos, de nuestra propia conciencia, nuestras cobardes dudas, del miedo, único carcelero que nos mantiene encerrados. Pensar en el dolor pasado impide avanzar, nos regodeamos en el deleitándonos en esa confortable sensación de tristeza a la que uno se acomoda con facilidad, pero no hay motivo para ello, no tiene ninguna importancia, no somos mejores ni más desgraciados, no existe hoja de reclamaciones ni motivos de queja, no hay una culpa que expiar, solo podemos olvidar y seguir adelante, vivir como si nada hubiera ocurrido, por primera vez, sin miedo.
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