Yo me rifo las tormentas si tú jalas a bailar bajo la lluvia, quédate en los silencios y después de ellos nos molemos a carcajadas para el alma, yo le entro a las tristezas si kilómetros delante entre los dos cogemos aguja e hilo para coser lo que se ha roto. No es a fuerza la cosa, simplemente quiero dejarte las cosas claras, porque uno se queda con unos ojitos no por ser los más chulos, sino porque en ellos encuentras refugio, tranquilidad y seguridad, decía mi abuela. Así que si no tienes problema con eso, puedes entrar, teniendo en claro, que a este pecho sólo pasa quien viene a querer bonito y dejarse querer bonito, porque para pendejadas de dejarse en visto, rogar interés o andarse cuidando, mejor nos ahorramos el tiempo. Y no te preocupes, que aquí se exige porque se ofrece lo mismo a cambio, sin letras chiquitas ni contratos forzosos, nomás por el gusto de elegirse día a día, compartir canciones, memes, noches bajo las estrellas, uno que otro viajecito y llegar a la cena de navidad bien agarrados. Ya por último, si es que decides entrarle, prepárate, porque aquí nomás se camina para atrás cuando se baila pegadito como si fuera un danzón en medio de una placita en el centro de la ciudad, despacito, sin prisa y sin querer que termine ni la música, ni los latidos, ni las ganas de hacernos felices.
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