Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Los rotos

Todas las divisiones son mentira 
salvo la que divide los cuerpos en dos 
grupos incomprensibles entre si. 
Aquellos que se han roto y los que no. 

Los rotos no pedimos demasiado: 
que se nos quiera, sí, 
que los que no han vivido la fractura 
tengan paciencia 
si mascullamos viendo las noticias 
o hacemos el amor 
con un poco de miedo. 

Entenderás, entonces, ciertas cosas. 
Por qué en casa las tazas no se tiran 
y por qué a veces quiero 
estar solo después de que suene un portazo. 
Los ritos de los rotos, amor mío. 
Ademanes que espero que no comprendas nunca.

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