Te propongo que un día de estos quedemos en un café, en cualquiera, de mañana, tarde o noche, apaguemos por un ratito el celular y los miedos, nos quedemos viendo, hablemos de todo, que exploten algunas carcajadas, tomarnos de las manos y del alma, poner a bailar el corazón y que la música jamás se nos acabe.
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