Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Cada día...

Cada día tengo más claro que los mejores regalos no se envuelven, que un paseo por la playa que acaba en una charla en la toalla es un regalo increíble. Sentarse con una copa de vino y hablar de la vida, reír sabiendo que hay un hombro donde también poder llorar y visualizar el atardecer queriendo que nunca amanezca. Los mejores regalos no valen dinero, los mejores regalos contienen personas increíbles, con muchas ganas de sonreír, de sentir y de vivir. Y esas sorpresas no tienen precio.

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